Siempre me ha tocado las narices que los huracanes, tsunamis y demás fenómenos meteorológicos que arrasan con todo, aunque más bien les diría meteoro-ilógicos por su virulencia, lleven por lo general nombre de mujer. Como si no fuera más propio de los hombres que de las féminas lo de sembrar vientos y recoger tempestades. El de esta ocasión tiene apelativo de pueblerina, Filomena, y trae un frío tremendo. De esto, precisamente, de temporales y desastres en general, es de lo que quería hablarles hoy. Empiezo por decirles que, por el conjunto de situaciones poco felices que estamos manejando simultáneamente, esto se está empezando a parecer al fin del mundo. La pandemia, desatada, y la nieve, a lo bestia. Siempre me había imaginado los últimos tiempos del mundo más calientes, como Sevilla en verano, pero peor. Lo que no sabíamos era que nos íbamos a poner muy por debajo de cero en gran parte de la Península y que mucha gente iba a tener que confinarse sí o sí. Pienso en los sintecho y se me encoge el corazón.
Unos dicen que este tiempo nos lo ha traído el tardo comunismo soviético de Podemos, directamente importado de Moscú. Otros, en cambio, creen que España entera se ha convertido en el escenario de Frozen, la taquillera película de Disney, y andan haciendo muñecos de nieve en lo que antes eran las aceras de las calles y organizando pistas de esquí por el centro de la capital. Aquí, en Alicante, cuando llega el frío nos pilla con la guardia baja y este año no es la excepción, aunque tal vez podamos contemplar algún bello espectáculo también en la sierra. Solo un tipo indescriptible y algo esperpéntico, como Trump, podría negar a estas alturas el cambio climático.
Lo que les decía, en esta era del “Apocalipsis now” a unos mamarrachos se les ha ocurrido asaltar el Capitolio de los Estados Unidos, alentados por un más que irresponsable presidente, digno de tales fachosos. No me digan que no ha sido de ópera bufa lo de esa banda de disfrazados: unos dicen que si eran los Village People, otros que si venían del carnaval de Cádiz. El caso es que ridículos han estado, y un rato largo, además. Un respeto con ese grupo mítico, que al menos cantaba canciones pegadizas. Ya me creo que a estos macarras igual les da por subirse a un escenario después de su proeza, si es que no van derechitos para el talego. La maniobra se ha saldado con cinco muertos y no sé cuántos heridos, pero poco me parece para la que se podría haber liado allí, siendo día de Reyes, con su incienso y su mirra, pero en barra, que para eso entrena tanto el ejército americano.
Menos mal que ha habido una reacción rápida, la primera del insensato Trump llamando a replegarse y admitiendo su derrota de una santa vez. Después han venido los que de verdad mandan, me refiero a los que controlan las redes sociales, como Zuckergerb, cortando el grifo de la cuenta de Trump, y a ver ahora cómo difunde usted sus insensatas proclamas, señor mío. Todo lo contrario que ocurrió en España cuando la declaración de independencia catalana, que fue seguida de machaconas campañas de marketing lacrimógeno fuera de nuestras fronteras por los indepes, dando lugar a un estado de opinión favorable a esta causa.
Lo cierto es que cuando los representantes gubernamentales degradan y desacreditan las instituciones democráticas, como ha ocurrido en Estados Unidos y está sucediendo en España, en mitad de un conflicto político latente, una situación como las elecciones americanas, que han estado muy reñidas, puede acarrear violencia política y el llamado gobierno de la turba. Es la manera, que les sonará, de hacer ganar en la calle lo que se ha perdido en las urnas. Algo completamente antidemocrático que no es posible en modo alguno aplaudir ni tampoco blanquear.
Estados Unidos aún sigue siendo la primera potencia mundial, y no podemos dejar de mirar con cierta incredulidad, a la par que con temor, los mencionados sucesos, ocurridos en el momento en que se iba a certificar la victoria electoral de Joe Biden. Son hechos preocupantes, que nos trasladan a otras latitudes con gobiernos más débiles, o con democracias más jóvenes, que además pueden causar una tremenda fractura social en el país. Y no solo. Sin duda se trata de un evento grave, que puede tener sus réplicas por todo el mundo, debido al peso específico que tiene aún en el concierto mundial la que sigue siendo primera potencial mundial en muchos aspectos. El nuevo presidente norteamericano ha dicho que: “La democracia americana está bajo un asalto sin precedentes”. Aviso a navegantes.