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DEL DERECHO Y DEL REVÉS / OPINIÓN

Feliz Día del Padre

19/03/2023 - 

Yo tenía un padre, un padre maravilloso, a quien este año por primera vez no podré felicitar, como siempre hacía en un día como hoy, que se celebra el Día del Padre. ¿Invento comercial, festividad religiosa, tradición, o simple recordatorio del deber de respeto que todos los hijos tenemos hacia los padres? No es cuestión únicamente de los llamados mandamientos de la ley de Dios, que nos hicieron aprendernos de pequeños a los que nos educaron en la tradición católica, imperante por aquel entonces en nuestro país. No. Se trata de una faceta más del Derecho Natural, que estaría constituido por el conjunto de normas y principios jurídicos que emanan directamente de la naturaleza misma del ser humano, y que son universales e inmutables, si bien algunos niegan que existan. 

También en el Código Civil se sostiene, en el artículo 155, felizmente obviado por las modificaciones introducidas por la Ley Trans, que “Los hijos deben: 1.° Obedecer a sus padres mientras permanezcan bajo su potestad, y respetarles siempre. 2.° Contribuir equitativamente, según sus posibilidades, al levantamiento de las cargas de la familia mientras convivan con ella”. Por lo tanto, es un deber legal el que tienen los hijos hacia sus padres, como bien dice nuestro Código, mientras permanezcan bajo su potestad, es decir, bajo su techo y siendo menores de edad. Y entiendo que esta misma obligación compete a los hijos mayores de edad que siguen conviviendo con sus padres y mientras son mantenidos por estos. 

En general, la inmensa mayoría de las personas quiere a sus padres y se siente ligada a ellos por un vínculo especial, aunque, como diría el profesor civilista De los Mozos, el cariño viaja más en línea descendente que ascendente, es decir, más de los padres hacia los hijos, que viceversa.

En todo caso, poder cuidar de los padres en su ancianidad es una manera de devolverles algo de lo mucho que ellos nos han dado. Y hablo, insisto, de una apabullante mayoría de personas que lo siente de esta manera. Aunque esto sea así, y también sea cierto que casi todos los progenitores cuidan con esmero de sus hijos y quieren lo mejor para ellos, no es menos cierto que existe una minoría que no merecería llevar ese título de padre o madre, que no se lo gana y que incluso hace daño a su prole. Es terrible, sí, pero no podemos ignorar esta realidad. Bien por falta de sesera, de sensibilidad o de capacidad para afrontar el difícil reto de la crianza, no todas las personas saben desempeñar correctamente el papel de padre, o madre y hay a quienes este título les viene grande. 

Asumamos que todos los progenitores metemos la pata en algún aspecto en la educación de nuestros hijos y que, lo hagamos como lo hagamos, está servido que ellos tendrán quejas infinitas que, cuando sean padres, sabrán ver con más indulgencia.

Agradezco ser uno de esos millones de personas que se sienten orgullosas de los padres que le han tocado en suerte, y que siempre ha disfrutado con su compañía. Incluso en algunos momentos de disensión, o cuando hemos discutido, siempre los he tenido como referente y los he respetado. Soy afortunada, lo sé. No he tenido nunca duda de lo mucho que me querían, a pesar de que en ocasiones estuviera en desacuerdo con sus decisiones o su manera de educar. Me han hecho ser la persona que soy, por lo que les estaré siempre agradecida, y entiendo lo difícil que ha de ser, para quienes no gozan de este apoyo vital básico, abrirse camino en la vida. 


Yo tenía un padre maravilloso; no sé lo que habrán tenido algunos legisladores y ministros, que da la sensación de que vinieran de otro origen, pues andan empeñados en ningunear a los progenitores en su papel de cuidadores y garantes de la salud y de la integridad, tanto física como moral, de sus hijos, especialmente de los que no han alcanzado la mayoría de edad. 

Algunas de las últimas reformas normativas están desplazando hacia los hijos menores determinadas decisiones y responsabilidades que, hasta ahora, jurídicamente se consideraba que no estaban estos en disposición de tomar, motivo por el que se había inventado, precisamente, el límite temporal de la mayoría de edad. Recordemos que la plena capacidad de obrar en España se adquiere a los dieciocho años. Parece que algunos mandatarios pretendieran que papá Estado fuera quien se hiciera cargo de las nuevas generaciones, sin contemplar que quienes tenemos hijos hemos querido ser sus padres y sus madres, con las consecuencias que de ello se derivan, y que rechazamos frontalmente el intervencionismo estatal en nuestro ámbito familiar.

Aprovechen para achuchar a sus padres, si tienen la suerte de poder hacerlo, y sean conscientes de ello. Feliz Día del Padre, estés donde estés, papá.

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