VALÈNCIA. Son sus propios datos y asisten a ellos impertérritos. En Estados Unidos la esperanza de vida está descendiendo año a año de forma consecutiva. En la década de los 60, era la más alta del mundo. Ahora es una de las más bajas de los países desarrollados. Con esta premisa, HBO ha rodado un documental que intenta explicar cuáles son las causas de esta involución, One Nation Under Stress, de Marc Levin.
En las primeras imágenes, el documental se detiene en las dependencias forenses de Greensburg, Pensilvania. Un médico inspecciona el cadáver de un chaval que se ha quitado de la vida de un tiro en la cabeza. Mientras maldice, explica al documentalista que más de la mitad de las muertes que le llegan son por drogas, sobredosis y suicidios. Sin dudarlo, asegura que el problema "es más grave que el sida". Entre 1999 y 2015 las tasas de suicidio han aumentado en la población de entre 25 y 64 años en todos los estados. Muere más gente por suicidio que por armas, que ya es decir; mueren más marines por suicidio que en combate.
Un médico, Sanjay Gupta (un doctor celebrity), es el conductor del reportaje. Considera que hay una epidemia de "muertes por desesperación" que no debe atribuirse a un solo factor como es el auge del consumo de drogas. El forense está de acuerdo y habla de que cada vez hay más presión social en todos los aspectos de la vida. Al mismo tiempo, los médicos de la asistencia privada piensan que nadie debe sufrir y extienden sus recetas sin control. Las cifras de consumo que dan son escandalosas. Estados Unidos, con un 4% de la población mundial, consume un 80% de los opioides. Basta una búsqueda para respaldar la información. Según la CNBC, ha sido citado en varios estudios diferentes. Así como que el 99% de los facultativos se excede con la prescripción de medicamentos.
Al día mueren 50 americanos por este tipo de medicación. Los protagonistas alertan de la paradoja que supone que la gente esté intentando calmar su dolor o estrés aun a riesgo de perder la vida. En lo que no entra el documental es en el conocido fenómeno acontecido en el país de que los pacientes adictos a tranquilizantes, llegado cierto punto, les salía más rentable pasarse a la heroína.
Sin embargo, en lo que pone el foco HBO es en que esta situación está afectando particularmente a la población blanca. Un médico explica: "el estrés crónico de los afroamericanos es novedoso para los blancos, nunca han sufrido la opresión que están experimentando ahora". La esperanza de vida de los afroamericanos ha ido subiendo desde los índices más bajos y la los blancos, que partía de una media más elevada, ha ido bajando en picado.
El siguiente apartado lleva al doctor a analizar la desigualdad y para ello se adentra en zonas que están en largos procesos de declive industrial. Se encuentra el típico cuadro de familias que han trabajado por generaciones todos ellos en la misma fábrica y ahora esta ha cerrado. Lo que se ha conocido toda la vida como el sueño americano, que trabajando duro lograrás una buena vida, ya no rige.
De forma un tanto estéril se cita el "Efecto Roseto", aquel que estudió que los italoamericanos, aunque bebiesen igual que los demás, fumasen y tuviesen los mismos índices de colesterol, padecían menos enfermedades coronarias porque eran grupos sociales cohesionados, con respeto a los ancianos y vida en comunidad. Algo que ahora llaman "Paradoja hispana", porque se está repitiendo con los inmigrantes latinoamericanos. En referencia a los blancos, dicen "hemos perdido el cariño y la solidaridad".
Desgraciadamente, en ese punto el documental toma un tono moralista recomendando que sería deseable que la gente fuese mejor persona. Anhelos que no conducen a nada, porque, como ellos mismos han explicado, la bondad es muy relativa cuando no hay expectativas de nada. Un médico entrevistado señala que ha estado en lugares de África más pobres que zonas de Estados Unidos, pero la gente allí tiene esperanza, algo que no encuentra en las zonas degradadas de su país.
En un encuentro con unos académicos de Princeton, estos le cuentan al doctor Gupta que antiguamente se pensaba que el estrés era una enfermedad prototípica de las altas esferas. A mayor estatus, más estrés. Sin embargo, poco después se apreció que era al revés. Los más estresados en una sociedad hipercapitalista e individualista eran los que menos recursos tenían. "Descubrimos que la relación entre situación social y salud es muy estrecha", le comentan.
Los académicos de Princeton, una universidad privada, son preguntados por si hay darwinismo social actualmente y admiten: "Al capitalismo ya no le es útil la gente sin educación superior". Un neurobiólogo añade: "el estrés daña el córtex central del cerebro, que daña una de nuestras labores más difíciles: la empatía", lo que acelera el fenómeno de "selección social". Por eso, concluyen que desde el punto de vista darwiniano, se elimina la gente menos resistente al estrés.
Este es el cuadro general de la salud pública estadounidense, agravada luego por problemas en los que no se entra como su sistema sanitario. Unas últimas imágenes muestran hacia donde se dirige una sociedad con estos problemas. Aparecen debates televisados sobre si las urgencias médicas deben ignorar las sobredosis cuando es la tercera vez que la sufre un mismo paciente. Un debate muy parecido al que está teniendo lugar en algunos países europeos sobre el gasto que se debe hacer en asistencia sanitaria a los ancianos. Una prueba palmaria, en ambos casos, de que el coste/beneficio en el sistema capitalista hacia el que vamos es más importante que la propia vida humana.