ALICANTE. El Elche ya trabaja a las órdenes de Fran Escribá; este martes en doble sesión "para conocernos más", precisaba el técnico valenciano en su rueda de prensa de presentación.
El nuevo preparador franjiverde decía sentirse "como en casa", como si hubieran pasado solo "cuatro días" desde que cruzó por última vez el umbral de la puerta cero del estadio Martínez Valero que vigila la Virgen de la Asunción (la patrona de la ciudad y cuya imagen, por cierto, alguien arrinconó en un almacén con la reforma del coliseo franjiverde en el verano de 2013, un error que se corrigió en 2016). Y no es para menos, toda vez que en su corta e intensa carrera como técnico en el fútbol profesional, las tres temporadas que ha dirigido al primer equipo del Elche han sido, con diferencia, las más destacadas: un ascenso a Primera División batiendo todos los récords en la 2012/13 y dos permanencia consecutivas en la máxima categoría en la 2013/14 y 2014/15.
Tras haber pasado por los banquillos de Getafe, Villarreal y Celta de Vigo, con desigual suerte, regresa al franjiverde para ampliar la cifra de 125 partidos oficiales en Primera y Segunda División A que dejó establecida el 25 de mayo de 2015, tras dirigir por última vez al Elche.
Escribá no solo ha demostrado que está de sobra capacitado para superar situaciones tanto o más adversas que la que atraviesa actualmente el equipo franjiverde, es que está convencido de sus posibilidades de permanencia (solo hay que ver el gesto de su cara en las imágenes captadas por Sonia Arcos que encabezan esta pieza), algo que resulta fundamental, con independencia de que la decisión de Christian Bragarnik de ficharle haya tenido también mucho de gesto de cara a la galería: a nadie le escapa que Fran Escribá era el técnico por el que suspiraba el franjiverdismo, pero no solo ahora, también en verano una vez superó el 'shock' que le provocó la no continuidad de José Rojo 'Pacheta', decisión que hay que anotar en el debe del empresario argentino, como la confección de una plantilla con carencias en verano que siguen hoy sin solventarse en su mayoría. Jorge Almirón, su representado, no era un mal entrenador, simplemente no podía hacer milagros, un poder con el que tampoco cuenta su sucesor en el cargo. La Virgen de la Asunción sí, pero en estos tiempos de pandemia sería egoísta pedirle que interceda.