4 DE DICIEMBRE, conquista de alicante

¿En qué fecha conquistó el infante Alfonso de Castilla el castillo y villa de Alicante?

9/01/2022 - 

ALICANTE. Ocurre con frecuencia que determinados datos e incluso símbolos que forman parte del imaginario colectivo de una comunidad o de una población, como pueda ser Alicante, no se sustentan sobre sólidas fuentes históricas o rectos trabajos de investigación, sino, simplemente, sobre el “siempre ha sido así” o “eso es así de toda la vida”. En estos casos, a poco que indaguemos con un algo de rigor, descubriremos que la pretendida antigüedad de aquellos no es tal, teniendo su origen en el relato de algún erudito o cronista local o en la popularización –caso de la simbología– a través de su utilización en las fiestas populares o en la publicidad institucional y comercial. 

En las dos últimas décadas, Internet y todo el espectro digital (desde la Wikipedia a las redes sociales), han contribuido a afianzar el arraigo popular de no pocos de estos datos. Tal es el caso de la pretendida datación de la conquista de la plaza y villa de Alicante, por el infante Alfonso de Castilla, el 4 de diciembre de 1247, fecha sobre la que hace unos días intercambiábamos impresiones con otros alicantinos en la red social Twitter.

El cronista Viravens, origen de no pocas afirmaciones históricas con poca base documental, dejó escrito en su Crónica de Alicante, publicada en 1876, lo siguiente: “D. Alfonso, que en el año 1246 se había casado con la Infanta Doña Violante, hija del Rey D. Jaime el Conquistador, I de Aragón, volvió a esta plaza, y en el día 6 de diciembre de 1247 lanzó definitivamente de ella a todos los moros, sin dejarles un barrio”.

En nuestros días, la versión castellana de Wikipedia, que hasta unos días afirmaba que la toma de Alicante “finalizó el 4 de diciembre de 1248”, ha suavizado tal afirmación sosteniendo ahora que “el exilio de Zaén [último emir de València] en 1248 de la medina Laqant facilitaría la toma de la villa por las fuerzas cristianas, que pasaría a formar parte del realengo de Alfonso X el Sabio”.  Si bien, en otro apartado de la entrada dedicada a Alicante, sigue afirmando que “entre el 718 y el 4 de diciembre de 1248 la ciudad cae bajo dominio islámico”. 

Esta fecha es publicitada también en el portal de turismo de la Generalitat Valenciana, en el que leemos: “El castillo de Santa Bárbara debe su nombre porque el 4 de diciembre de 1247, en la onomástica de la santa, las tropas del infante Alfonso de Castilla tomaron el antiguo baluarte musulmán”. Por su parte, el portal web de la concatedral alicantina adelanta 4 años la fecha de la conquista: “El 6 de diciembre del año 1244, fiesta de San Nicolás, los musulmanes entregaron la ciudad al entonces príncipe Alfonso X el Sabio”.

Ya sabemos qué afirman Viravens, Wikipedia y las webs turismo de la Comunitat Valenciana y Concatedral de Alicante. Pero, ¿qué dicen las fuentes históricas y la historiografía respecto a la fecha de la conquista cristiana de Alicante?

En cuanto a las fuentes históricas que hasta el momento conocemos, nada. La colección de privilegios de Alfonso X conservada en el ayuntamiento de Alicante arranca, como es sabido, en 1252 con la concesión del fuero y alfoz a la entonces villa alicantina. 

Ni en estos ni en los sucesivos documentos alfonsinos hay referencia alguna a la fecha en que la plaza de Alicante, con su importantísima fortaleza en lo alto del Benacantil, fueron efectivamente conquistadas e incorporadas a Castilla por el infante Alfonso.

En cuanto a las fuentes históricas que hasta el momento conocemos, nada. La colección de privilegios de Alfonso X conservada en el ayuntamiento de Alicante arranca, como es sabido, en 1252 con la concesión del fuero y alfoz a la entonces villa alicantina. Ni en estos ni en los sucesivos documentos alfonsinos hay referencia alguna a la fecha en que la plaza de Alicante, con su importantísima fortaleza en lo alto del Benacantil, fueron efectivamente conquistadas e incorporadas a Castilla por el infante Alfonso.

El profesor Juan Manuel del Estal, que estudió y editó una amplia colección de documentos bajomedievales capitales para el conocimiento de la historia alicantina, situaba la ocupación de Alicante por el infante don Alfonso en la primavera de 1247, afirmando acto seguido que “carecemos de información explícita al respecto”. En otro de sus trabajos, leemos lo siguiente: “Los pocos datos conocidos de la villa de Alicante, con anterioridad al año 1252, nos permiten entender que aquella plaza fuerte, antes que entregarse espontánea y pacíficamente al infante castellano, le ofreció dura resistencia por cerca de un lustro, hasta la partida de rais Zayyan, hacia el 1247”.

Esta ausencia de referencias exactas en las fuentes documentales es la que, como también destacara del Estal, llevaba a algunos historiadores a datar la conquista castellana de Alicante en 1250, por considerarla equidistante entre las fechas del abandono de la plaza por el arráez musulmán (1247) y la de la creación del concejo alicantino por Alfonso X (1252). El historiador y arqueólogo Pablo Rosser ha barajado en el alguno de sus trabajos la horquilla 1246-1252.

Así pues y salvo mejor y debidamente fundamentado criterio, hoy por hoy, la fecha en que se produjo la conquista de la fortaleza y villa de Alicante por tropas cristianas, tras el periodo de soberanía musulmana, sigue siendo desconocida. Esta circunstancia, lejos de llevarnos a rasgarnos las vestiduras, ha de ser un estímulo para seguir investigando el pasado de Alicante en las fuentes históricas. Los medievalistas siguen teniendo aquí un campo de trabajo muy interesante. Ojalá que la escasez de las fuentes históricas medievales, que tanto acusa Alicante, no sea impedimento en esta ocasión para conocer la exactitud de una fecha que hoy continúa siendo un enigma. El pasado de Alicante bien merece que se siga arrojando luz sobre él, desde el rigor, huyendo del sensacionalismo y de la construcción de pretendidos discursos históricos que en realidad no son tales. Antes de anunciar conmemoraciones y reivindicar la importancia de algunas fechas, es necesario dejar a los historiadores e investigadores hacer su trabajo. Bien estaría que desde las instituciones académicas y culturales de la ciudad, se incentivara el estudio de una página de la historia alicantina que necesitamos –y queremos– conocer. La historia de Alicante y los alicantinos lo merecen.

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