CASTELLÓ. Dos de dos. Los exportadores sudafricanos de cítricos tampoco cumplen este año el tratamiento en frío tal para sus envíos de naranja. Al menos, la mayoría no lo llevan a cabo tal y como lo establece la normativa europea. Esta es la denuncia que la interprofesional citrícola española Intercitrus (en la que están representadas todas las patas del sector) realiza.
Con ello, después de que el año pasado también se constatase irregularidades en la llegada de naranja sudafricana, en la presente campaña los envíos vuelven a ser defectuosos, con lo que las partidas pueden albergar la plaga de la falsa polilla, el motivo por el que la Comisión Europea acordó implantar este tratamiento fitosanitario, algo que el año pasado no evitó.
En este sentido, desde Intercitrus se apunta a la responsabilidad de los diferentes Estados miembros de la Unión Europea a la hora de vigilar el cumplimiento de las normas: "Es obvio que Sudáfrica está encontrando aliados en la UE para no respetar lo regulado", asegura la presidenta de Intercitrus, Inmaculada Sanfeliu.
La colaboración entre los importadores de fruta del norte de Europa y los exportadores sudafricanos no es una novedad. Ahora, en concreto, la denuncia de la interprofesional española apunta a que, en determinados puertos (y dos tercios de la fruta sudafricana llega a Rotterdam, recuerda) simplemente solicitan el certificado fitosanitario, que sobre el papel acredita el cumplimiento del protocolo, pero los inspectores no llevan a cabo la totalidad de su trabajo y no vigilan los registros de temperatura de las tres sondas de pulpa.
Con esto, en lugar de aplicar el frío a toda la fruta, lo que evitaría la llegada de la plaga, los empresarios sudafricanos se limitan a aplicar el frío al set point del contenedor, lo que no garantiza la eliminación de las posibles larvas de la plaga en el interior de las naranjas.
Dado que la dirección general de Sanidad Vegetal de la Comisión Europea no puede realizar por sí misma las inspecciones (sino que son los Estados miembro los encargados), Intercitrus le pide que establezca un sistema de comprobación rápido e inequívoco. Este debería concretar el puerto de entrada para así prevenir a los inspectores en destino y exigir que todos los contenedores -como establece la normativa europea- incorporen las tres sondas de pulpa que deben medir y registrar la temperatura de la parte central de la fruta. Además, Intercitrus propone crear una plataforma virtual donde se almacenen los registros de las temperaturas de estas tres sondas y los datos deberían quedar a disposición de las autoridades competentes durante al menos un año, apunta la interprofesional.
Asimismo, desde Intercitrus insisten en que este protocolo de seguridad vegetal se aplique también a las mandarinas y pomelos, que también pueden albergar la Thaumatotibia leucotreta.
Detrás de toda esta picaresca de los exportadores sudafricanos está, como es obvio, un interés económico. Y es que, como ya informó este diario, la patronal de aquel país estimó que el coste de implementar las medidas requeridas por la UE se situaría en unos 75 millones de dólares. Esto además provocaría, dada la escasez de contenedores preparados para cumplir con tal tratamiento y siempre según la Citrus Growers' Association, una reducción de sus exportaciones de naranjas de entre el 15 y el 25%.
De haberse cumplido las previsiones, Sudáfrica enviaría esta campaña unas 80.000 toneladas menos de naranja a Europa. En cambio, según los últimos datos (hasta mediados de septiembre) el volumen comercializado de naranjas sudafricanas en la UE es un 13% superior al de la misma fecha de 2022 y un 8,3% más alto que el de esa misma semana de 2021.
Según las estadísticas de la CGA, la UE es, de largo, el principal mercado de la naranja sudafricana. En 2022 comercializó el 32% de sus naranjas exportadas, muy por encima de Oriente Medio, con el 21%.