CAMPUS DE LA ACADEMIA DE CINE

El cine valenciano aprende de diversidad

3/07/2023 - 

VALÈNCIA. Se comprende lo diverso como aquello que es diferente a lo que le rodea, con nuevas características o cualidades. La diversidad, a su vez, está en todos los sitios: en cada historia, cada objeto y cada persona. No hay tanta diversidad siempre tras la pantalla, y por ello la Academia de Cine organiza en València su Campus de Verano para guionistas, en el que impulsar historias que llevan por bandera este concepto. En esta segunda edición del Campus de Verano (celebrada del 18 de junio al 1 de julio) hasta ocho proyectos han podio contar con el asesoramiento de expertos para ir un paso más allá. Cineastas emergentes, o profesionales, especializados en la dirección han podido presentar sus guiones terminados para poder trabajar la materia de diversidad en estos. 

Entre los proyectos que entran dentro de la Academia hay tres voces valencianas que han llegado para quedarse, ellos son: Claudia Estrada con Salen las lobas, Víctor Sánchez con Baladre y Claudia Ortega con Oh, cariño. Todos ellos son proyectos que tratan la diversidad con una mirada diferente, buscando el espacio propio para comprender el término desde todas sus aristas. Culturplaza conversa con los cineastas valencianos para comprender las bases de su proyecto y explorar lo que pasa dentro del Campus de Verano, en el que cada opinión y visión externa ayuda a construir una mejor historia

Historia de las lobas traperas

En el largometraje de ficción Salen las lobas la cineasta Claudia Estrada cuenta la historia de una adolescente que ve la vida pasar desde dentro de un centro de menores, en lo que la creadora define como un “encierro”. Ahí conoce a las llamadas “Las lobas”, que son un grupo de internas que buscan la manera de escaparse a un concierto de trap. Con esta premisa y pocas más pistas Estrada lleva trabajando en el guión más de tres años, y confiesa que lo que la Academia le aporta es profundidad en los personajes, la materia que se trata y por supuesto en parecer que le da un toque clave de realidad.

 “Puedo profundizar más en ciertos personajes y ver cómo todo se hace realidad”, explica contenta. En un día normal comienza a estructurarlo todo y darle forma, el contacto con actores reales suele ser lo que más le enriquece cuando habla del guión: “Son las propias actrices las que aportan nuevas perspectivas y eso es clave para el proyecto, es un proceso que enriquece muchísimo el guión”. Para escribir y crear en materia de diversidad una de las cosas que se lleva es la conexión en la que se ayuda con los compañeros “siempre sin juzgar y con mucho apoyo”, pues todos están ahí para aprender. 

La manera que tienen los directores jóvenes, y no tan jóvenes, de poder crear este tipo de historias con tranquilidad es siempre desde una mirada en la que no hay fallo, y donde poder mirar las historias desde nuevos prismas. Tal y como lo explica Estrada en un proyecto tan consolidado como el suyo el único cambio puede venir realmente de las miradas externas, que busquen siempre un paso más adelante en el proyecto. 

Fotos: ACADEMIA DE CINE

Benidorm y el verano del amor

La directora y guionista Claudia Ortega da algunas pinceladas sobre su largometraje de ficción: Oh, cariño, una historia de amor imposible de verano. En este largometraje se cuenta la historia de la joven Dani, que con 18 años se va a pasar el verano a casa de sus abuelos en Benidorm. Lo que le pasa a Dani es que vive los 18 con mucha fuerza. Siente que tiene que tomar todas las decisiones vitales de su vida todas en el mismo año. En palabras de la creadora de la historia es el momento en el que “tienes que ser adulta y no tienes ni idea de cómo serlo”, no sabe ni en qué estudiar ni cómo ve su futuro. Todo cambia para Dani cuando abre la ventana y ve a la vecina que se aloja en la casa de enfrente, lo que era una casa vacía ahora aloja a una joven más o menos de su edad con la que empieza a desarrollar una historia de amor de verano.

El proyecto, que ya ha crecido mucho gracias al programa Última Impulsa (organizado por CIMA) está ahora en fase de experimentación, algo que se complementa con los aprendizajes de dentro del Campus. Para Ortega el largo recorrido del proyecto permite mucho aprendizaje pero que es importante que nunca le desborde: “Con el Campus igual termina el recorrido por laboratorios. Todo ha sido increíble pero hay que saber cuando parar, son tantas opiniones que hay que saber cuando dejar de pasar por tantos laboratorios y dar el siguiente paso”. 

Al igual que su tocaya, Claudia Estrada, coincide en que la mirada de sus compañeros se ha convertido en un detalle clave para sacar punta a su proyecto: “Mis compañeros entran en los siguientes pasos, son los que más me ayudan a ver cómo se está materializando mi texto”. Además, su trabajo con las actrices le ha permitido contemplar la química entre las protagonistas y tirar hacia delante con esta nueva idea. “Necesitamos un par de semanas para sanar los fundamentos, porque han sido demasiadas cosas. Yo me quedo con que mis compañeros me plantean cosas que jamás había pensado, e independientemente de que las cambie o no ya se me abren nuevos horizontes y matices para la película y los personajes”, explica orgullosa. 

¿Reinventarse o huir?

Víctor Sánchez cuenta en Baladre la historia de David y Jose Luis, dos chavales que crecen durante el 1992 en un pueblo industrial de la costa, detenido por la crisis económica. Los dos tienen una relación a prueba de bombas. Con tan solo 18 años descubren el primer amor por otros chicos y sufren a causa de este las primeras situaciones de bullying. Lo que hace Sánchez es construir una huida para ambos en las ficciones, el cine, los cómics y la música… cómo sucede con las personas que son diversas y poco aceptadas por el mundo que les rodea. En un relato de supervivencia, Sánchez plantea dos escenarios: “plantas cara o huyes y te reinventas”. Y con esta premisa convierte su relato sobre diversidad, y amores imposibles, en un lugar donde es más fácil el destierro que pararse a comprender lo que verdaderamente sucede. 

En un momento en el que el guión está en constante crecimiento el feedback de los mentores ha sido clave de cara a enfocar la reescritura: “El guion está creciendo mucho y es el momento de madurarlo. Hay veces que he disfrutado también de perderme y preguntarme si verdaderamente era mi película o no”, confiesa, “es todo un gran proceso, hay que coger y discernir lo que te dicen y luego llevarlo a tierra”. Al igual que en el caso de su compañera, Claudia Ortega, ha sentido cómo las ideas cobran vida gracias a los actores que interpretan a los protagonistas.

“Es como bajarlo a tierra y hacerlo real por completo. Me sirve mucho para conectar con el corazón de la historia y ayudarme a saber lo que quiero hacer”: Por otra parte comprende que en materia de diversidad se trabaja desde la conversación, sus grandes confidentes estos días han sido los propios compañeros del campus. Gracias al “clima de respeto y confianza” cada uno ha podido ir haciendo lo suyo y además recomendarse entre ellos sobre lo que deben hacer: “Desde fuera los proyectos se ven desde otra manera, y siempre que los comentarios lleguen desde el respeto es algo que aporta y ayuda”. 

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