ALICANTE. Ya no éramos los mismos tras la última crisis y volveremos a ser distintos después de esta nueva ola que ha generado la pandemia mundial. La crisis de la anterior década hizo que el sector de la promoción inmobiliaria terminara de madurar, intensificando su compromiso de solidez financiera y económica en cada una de las empresas y para cada una de sus promociones. El sector de la promoción se profesionalizó, hizo un ejercicio de responsabilidad social donde conjugó el derecho a la vivienda con la seguridad de la inversión que había que dar al cliente. Afianzó sus estructuras como empresa y, todo ello, dio lugar al sector más sólido y responsable a nivel europeo. Sí, la crisis del 2008 no sirvió para cambiar el sistema económico como preconizaban algunos desde sus tribunas, pero sí para mejorar un sector como el inmobiliario que lo fue haciendo, en silencio, sin hacer ruido, con recursos propios y una gran dosis de responsabilidad.
En esta nueva crisis, de origen diferente pero de impacto socio-económico similar, volvemos a hacerlo. Otra vez más, el sector de la promoción inmobiliaria vuelve a hacer un ejercicio de responsabilidad con su propio esfuerzo y destinando todos sus recursos. Porque entendemos que nuestra actividad económica no es sólo un negocio. Aunque suene a eslogan comercial, nosotros fabricamos sueños. Todos los que han adquirido una vivienda han trasladado en ella sus anhelos, ilusiones, deseos y sentimientos compartidos… no sólo es una casa, es el continente de su proyecto de vida, personal y familiar, el espacio donde compartir las experiencias que más nos marcan en nuestro recorrido vital. Además de todo ello, asumimos el papel de coprotagonista en la generación práctica del derecho de acceso a la vivienda; y somos motor económico de primera magnitud en muchos territorios y de primer orden en el PIB nacional, especialmente en la Costa Blanca. Un papel social como empresarios que desempeñamos en la medida en la que generamos, de manera indirecta y directa, miles de puestos de trabajo, constituyéndonos en el primer colchón social de muchas familias, por encima de algunas políticas sociales.
Somos, por lo tanto, los primeros responsables de esta situación. No miramos a los lados, ni hacia atrás, sino que lo arrastramos sobre nuestras espaldas, orgulloso de nuestro papel y del espacio en el escenario económico y social que hemos elegido.
Esta responsabilidad es la que nos empuja a redoblar nuestro compromiso ético en el territorio productivo donde nos movemos. Que redoblamos en tiempos de crisis imponiéndolo en materia de sostenibilidad en los procesos de construcción, en los materiales, y en la equipación de nuestras construcciones para que su huella de carbono sea la menor posible. Somos los primeros defensores del territorio y exigimos a nosotros mismos y al conjunto del sector, que defendamos su valor. Construir no sólo es generar nuevas estructuras, el reclamo de nuestros productos también tiene que ver con la calidad de lo que le rodea, su territorio y su paisaje, tanto natural como urbano.
Este ejercicio global de responsabilidad se debe a que seguimos siendo un valor seguro, un activo protegido donde invertir. Invertir para el futuro, para la jubilación, para destinar fondos que no rentan en otros destinos financieros porque la promoción inmobiliaria es la inversión más accesible en nuestro país. De ahí también, que tengamos un extra de responsabilidad cuando alguien deposita en nuestros productos el valor de su trayectoria laboral de muchos años.
Nosotros, como promotores inmobiliarios, no renunciamos a nuestra cuota de responsabilidad. No miramos a los lados, asumimos los golpes de los malos tiempos como las caricias cuando el viento sopla a favor. Nos ponemos en cabeza en ambas situaciones. Entendemos que en estos tiempos inciertos, debemos seguir confiando en la potencialidad de nuestro sector y de nuestro territorio para seguir construyendo futuro. El sector inmobiliario es un sector también innovador, que introduce nuevas tecnologías, y que pone medidas para reducir al máximo la huella medioambiental que genera, no sólo en el proceso de construcción, sino en la vida útil de las viviendas que generamos.
Por ello, el valor del sector inmobiliario se debe entender también por su compromiso. Y somos muchas las empresas de este territorio o que operan en nuestra provincia las que hemos demostrado tener compromiso y tener valor para seguir trabajando por nuestra tierra, por nuestra gente y, lo que es aún más importante, por un futuro colectivo que sea mejor para todos.
José Antonio Izquierdo es director general de Alibuilding