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de buena fe / OPINIÓN

¿El turismo es un negocio de futuro?

7/08/2020 - 

ALICANTE. No hay que tener demasiados años (aunque tampoco demasiados pocos) para recordar que donde hoy se alzan torres de edificios, hoteles, restaurantes y urbanizaciones, hace algunos años sólo había campos de cultivo.

Cierto es que ver un campo bien cultivado y en su esplendor es una de las imágenes más bellas que se pueden presenciar. Menos para el que lo trabaja. No existe labor más dura que la de un agricultor y más aún en nuestra santa terreta, donde tanto se ha trabajado los bancales, pero que tan escasa de agua ha sido siempre, lo que exigía un doble esfuerzo para obtener un mínimo rendimiento.

Cuando se produjo el incipiente nacimiento del turismo, algunos empezaron a comprender que había formas de ganarse la vida trabajando también mucho, pero sin las penurias de estar cavando desde el amanecer hasta que va la luz y, a veces, incluso sin ella.

Y cuando el turismo comenzó a crecer no sólo trajo beneficio para el comercio, sino que arrastró consigo a la industria de la edificación, y muchos agricultores pasaron a ser comerciantes, o constructores, o trabajadores de la construcción u hosteleros, con todas las ramificaciones laborales que la afluencia de forasteros creaba en la economía alicantina.

Por ello nuestros padres y abuelos dejaron el campo como ocupación principal y los que tenían tierras las vendieron y sobre ellas se edificó, para que cada vez pudiera venir más gente de fuera para solazarse con el clima que para un turista es tan bueno, pero tan asfixiante para un labrador.

El turismo acabó casi totalmente con la agricultura en nuestra comarca, o al menos la redujo a la mínima expresión, pero a cambio trajo una mayor confortabilidad a nuestras vidas y la economía de las familias mejoró. De esta manera ha avanzado la sociedad de nuestro alrededor alicantino, de forma que los hijos de los agricultores ya no tenían que dedicarse a cardar o entrecavar en nuestra blanca, dura y caliza tierra, sino que se hicieron profesionales, universitarios, emprendedores … De un hospital se pasó a tres o cuatro. De una carretera estrecha y parcheada, a grandes autopistas con un sinfín de niveles de comunicación. En gran medida el turismo trajo a nuestras tierras el progreso, fue la guinda que nos faltaba para dar ese salto que con él se pudo dar.

Hoy día hay mucha gente que denosta en contra del turismo, sin darse cuenta de que las comodidades con las que contamos se deben en gran medida a él. En España las zonas turísticas alcanzan un mejor nivel de vida que aquéllas otras donde la economía se basa en otros sectores. Además, seamos sensatos, ¿alguno de los que se quejan está dispuesto a manejar el azadón de sol a sol?

Obviamente una sociedad no puede asentar su economía sólo en un sector, sino desarrollar alternativas diferentes que permitan el flujo de riqueza desde diversos manantiales. Y como en el resto de sectores productivos, el turismo debe ir al ritmo de los tiempos, adaptarse a las nuevas realidades, mejorar sus prestaciones, evolucionar y modernizarse, como lo debemos hacer incluso a nivel individual en el camino de nuestras vidas.

Yo creo que hay que seguir apostando por el turismo porque, además de habernos librado de muchos sudores, sustenta un intercambio cultural y social  y es la rama económica que mejor se adapta a las condiciones de nuestra tierra: mar, sol y calor.

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