Que en verano apetezcan bebidas frescas para soportar mejor la sed producida por el intenso calor no es ningún secreto. Ya sea un limón granizado, un agua cebada, un café helado, todos son bien bienvenidos. Pero en Alicante hay además una que es singular, la horchata elaborada inicialmente en lo que fue La casita azul. Han pasado muchos años desde entonces. Actualmente es un lugar de culto por el sabor de su horchata, por su calidad, por el trato que dan a sus clientes. En todo esto está su secreto. Y en su receta, guardada con celo de generación en generación.
De lejos de Alicante, y de cerca, vienen clientes a llevarse litros de esta horchata, tal es su fama y su reconocimiento. Este negocio familiar se convirtió en Horchatería Azul desde 1930 cuando Alejandrina Candela Carbonell se puso al frente del mismo y compró la patente del jarabe de horchata. Emprendedora, con carácter y visión de futuro, puso las bases de un próspero negocio.
Permita un inciso. ¿Qué pasaba en España, y en Alicante en 1930? El año se inició con el nombramiento del General Berenguer al frente del Gobierno, siendo Alfonso XIII el Rey de España. Sitúese a nivel local, en ese año el alcalde de Alicante era el monárquico Gonzalo Mengual Segura, en una ciudad próspera, inquieta y emprendedora gracias a las iniciativas de sus habitantes y sus autoridades, en donde había pleno empleo, que no era poca cosa.
Mire como la definían sus admiradores. “Alicante era una ciudad laboriosa, que iniciaba una gran carrera evolutiva. Ya gozaba nuestra ciudad de románticos apelativos, que compendiaban sus virtudes. Torcuato Luca de Tena la denominó Costa Azul. Años antes los comediógrafos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero le llamaron Ciudad Cristalina. Y a la terreta llegaban buscando unos su clima y otros sus playas”, en palabras de Raúl Álvarez Antón – locutor informativo en la Ser - en su artículo “Recordando el 1930” que forma parte del libro “Alicante 1930”, en el que también escribieron los escritores o periodistas Fernando Gil Sánchez, Francisco Aldeguer Jover, Raúl Álvarez y Miguel Martinez-Mena.
Era esa época donde el maestro Torregrosa triunfaba con la banda de música municipal desde el templete de la Explanada, y cuando el barítono Pedro S. Terol empezaba a destacar en el difícil mundo de la lírica. Era el año que el popular escultor Daniel Bañuls estaba construyendo la “fuente de los caballos” que le encargó en Ayuntamiento, y se estaba trabajando con ahínco en lo que sería el Palacio de la Diputación Provincial en la entonces avenida de Alfonso XIII, así como el Hospital Provincial en el barrio del Plá del Bon Repós, ambas del arquitecto Juan Vidal.
En ese periodo de tiempo, el puerto de Alicante era el corazón de la ciudad desde donde se exportaban allende los mares vinos, cerámicas, textiles… Y a su vera, había una gran actividad empresarial. La Sociedad Anónima CROS, grandes fundiciones como las de Tomás Aznar o la de Limiñana, fabricación de maquinaria como la fábrica de Francés Berenguer, cerámicas como la de El Sol o la de Santo Tomás, las fábricas de hielo de la avenida de Elche produciendo más de 40.000 kilos en un solo día, muchas agencias consignatarias… Ya eran famosos los dátiles El Monaguillo, así como los fabricantes de chocolates, jabones, muebles, tabaco…
En este entorno, Alejandrina tiró para adelante. Después su hijo Manuel y María, su nuera, fueron los que tomaron las riendas del negocio y lo impulsaron especializándose en la horchata. Antes vendían otros productos y es donde tomaban café a las seis de la mañana los trabajadores que iban al puerto o las cigarreras que acudían a su puesto de trabajo en Tabacalera. Luego siguieron la saga sus nietas Mari Ángeles e Inmaculada. Y Pepo, hijo de Mari Ángeles. Casi un siglo desde 1930, esta empresa sigue viva y con futuro. Cuando las cosas se hacen con ilusión, cariño y empeño, ahí está el resultado.
La Horchatería Azul está situada en la calle Calderón de la Barca en Alicante. Su horchata, hecha a mano, es muy popular y se ha convertido en un referente del verano alicantino. Su receta es secreta, más incluso que la Coca Cola, ya ve, ha pasado de padres a hijos de generación en generación sin saber nada de ella.
Tiene mucha fama, y eso que la Horchatería Azul sólo abre cinco meses al año, de 1 de mayo a 31 de agosto, por lo que, si quiere visitar pronto este establecimiento para probar esta horchata, tendrá que esperar unos meses. Así, el deseo por conocerla será mayor. No se apure que no queda tanto, deje que refresque un poco, que demos la bienvenida al otoño, que luego el invierno pasa deprisa, quizá con algunas nieves en la sierra Aitana, y después llega la primavera para encontrarnos de nuevo con el verano. Es la rueda de la vida, la ruleta de la fortuna que diría más de uno. Lo importante es que ruede, para poder contárselo.
A finales de este mes de agosto la Horchatería Azul ha recibido el “Solete de la Guía Repsol”, junto con Livanti-Gelato di Sicilia, en su sección de Heladerías. El Solete es una distinción con la que la Guía Repsol premia la calidad, peculiaridad del negocio y trato con su clientela. Una pegatina amarilla en la puerta del establecimiento comercial corrobora esta categoría.
Hay otras heladerías que venden horchata en la ciudad de Alicante. Según la web horchatas.net las 10 mejores son las siguientes: el legendario Kiosko Péret en la Explanada de España, Helados Verdú en la calle San Mateo, Horchatería Carmen en la plaza Manila, Horchatería Espí en la avenida Alfonso X el Sabio, Heladería Borgonesse en la Rambla de Méndez Núñez, Helados Laneu en la calle San Francisco, Heladería Sirvent en la calle Pérez Medina, El Xixonenc en la calle Pinoso y Heladería Masiá en la calle Mayor de San Vicente del Raspeig. Para elegir y disfrutar, además de la Heladería Azul que esta web pone la primera. Que le aproveche.