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El PSPV carga contra Cs para retener Alicante: del desprecio a la búsqueda hasta llegar a la presión

El partido de Albert Rivera insiste en que no habrá negociación posible hasta que el alcalde formalice su dimisión, el 9 de abril

25/03/2018 - 

ALICANTE. El PSPV dirige ya toda su artillería política contra Ciudadanos (Cs) para tratar de retener el Gobierno de Alicante una vez que se formalice la anunciada salida de Gabriel Echávarri. Lo hace sin disimulos y sin demoras, un día después de que se pusiese fecha fija para su marcha. Lo cierto es que la cúpula regional de los socialistas viene repitiendo el mensaje de que el signo político de la Alcaldía depende fundamentalmente del partido de Albert Rivera desde que, el pasado miércoles, tanto su portavoz municipal, Yaneth Giraldo, como su dirección autonómica, trasladasen al secretario de Organización del PSPV, José Muñoz, que no había nada de que hablar sobre su posible apoyo a la investidura de Eva Montesinos hasta que Gabriel Echávarri presentase su dimisión.

Esa respuesta tajante -e inesperada por los socialistas por su rotundidad- dejó al PSPV en un callejón sin salida: no existía posibilidad de reunir una mayoría absoluta de 15 concejales sin depender de los votos de los dos ediles no adscritos, Nerea Belmonte (exedil de Guanyar) y Fernando Sepulcre (exconcejal de Cs). Y el PSPV no podía supeditar la continuidad de su gobierno al incierto apoyo de dos concejales considerados tránsfugas. Así que, ese bloqueo a toda opción estética de suma llevó a la cúpula socialista a pedir la dimisión voluntaria del primer edil sólo un día después, el jueves. Ya no valían las condiciones que había tratado de defender el propio alcalde para controlar el proceso de su hipotética renuncia. Echávarri debía dar un paso al lado sin esperar a que se dictase el auto de apertura de juicio oral, aunque no existiese garantía de 15 votos para investir a su sustituta. Precisamente porque se les había dejado claro que no podría haberlos antes de que el alcalde renunciase.

Este sábado, con Echávarri ya en proceso de salida, tanto Muñoz (número 3 del PSPV) como el propio (aún) primer edil redundaron en el mismo discurso y trasladaron toda la presión sobre Cs. Muñoz elevó el tono y calificó la situación de Alicante como un examen crucial para los de Rivera: "Cs tiene ante sí su primera prueba de fuego para que la ciudadanía sepa si siguen apostando por la regeneración o ahora ya amparan definitivamente la corrupción y a quienes están fuera de las estructuras de los partidos", dijo, en una llamada para que sus cinco concejales cerrasen el paso a un posible regreso del PP al poder (algo que podría suceder si no hay 15 votos para la elección de Montesinos, ya que su lista -la del PP- fue la más votada en las municipales de 2015). 

Echávarri abundó en esa línea al descartar cualquier tipo de negociación con Belmonte o Sepulcre, puesto que el PSOE "no puede investir una alcaldesa con el voto de una persona que solo se representa a sí mismo". "La clave la tiene Cs, que tiene la pelota en su tejado y nos puede pedir cosas políticas; buscamos el apoyo de Cs", insitió, tras su intervención ante la asamblea local del partido en la que se debía elegir al nuevo secretario general.

Los socialistas tratan de obligar a Cs a decidir y posicionarse: o PSPV o PP

La cuestión es que el nuevo escenario obliga a otro nuevo giro en las relaciones que los dos partidos han mantenido desde el inicio del mandato. Durante el primer año y medio, con José Luis Cifuentes (ahora dimitido) como portavoz de Cs, prácticamente no hubo fricciones. De hecho, a Cifuentes se le reprochó exceso de sintonía con Echávarri, aunque lo cierto es que, en su mayor parte, se trató de una fase en la que el tripartito todavía manejaba el Ayuntamiento con mayoría absoluta, antes de que se precipitase la expulsión de Belmonte. 

Después, las relaciones se truncaron por completo en el momento en el que el tripartito necesitó apoyo externo para aprobar el presupuesto municipal de 2017. El propio Echávarri abrió una ronda de contactos con Cs para invitarles a formular aportaciones. Pero ese gesto se tornó en desprecio: el primer edil llegó a poner en duda públicamente la capacidad de trabajo de sus concejales. Cs presentó entonces un documento con propuestas de contenido político (más que propuestas contables en sí mismas) que el tripartito consideró inasumibles, de modo que ese intento de negociación saltó por los aires. El presupuesto de ese año 2017 se aprobó después gracias a la abstención de Belmonte y Sepulcre

Para las tramitación de las cuentas de 2018 no hubo trato preferente hacia Cs: no se intentó ninguna negociación. Las relaciones seguían truncadas desde el año precedente. Con el agravante, además, de que Cs también había apretado para que se esclareciese el supuesto fraccionamiento de contratos de la Concejalía de Comercio por el que Echávarri parece abocado a juicio, mediante el impulso de una comisión de investigación (que se dio por cerrada sin que se aprobasen conclusiones). Así que en este ejercicio, el PSOE tuvo que contar con la abstención de Sepulcre para que la propuesta económica prosperase. Cs, por su parte votó en contra.

Con el auto de procesamiento de Echávarri conocido este mes, el PSPV ha tenido que arremangarse para tratar de sumar los votos de Cs: del desprecio se pasó a su busca. Y, después de que Muñoz se encontrase con una respuesta negativa, a los socialistas no les ha quedado otra que cambiar de estrategia: de la búsqueda se ha llegado a la presión. El objetivo es responsabilizar a Cs de lo que pueda pasar con el gobierno de la segunda ciudad de la Comunitat. Forzarles a posicionarse, a que salgan de la "zona de confort" (Echávarri dixit) que, según las encuestas, les estaría generando rédito ante las municipales de 2019.

No obstante, Cs sigue sin variar de posición. Su portavoz municipal, Yaneth Giraldo, reiteró este sábado a Alicante Plaza que el anuncio de la dimisión de Echávarri no conlleva ningún cambio, por lo que "no hay nada que negociar hasta que realmente se produzca su renuncia", subrayó, como ya había deslizado el mismo viernes. "Si presenta su dimisión el 9 de abril, estamos dispuestos a escuchar y hablar de lo que resulte necesario, pero hasta entonces no hay negociación posible; esto es una pérdida de tiempo más", insistió. Por el momento, eso sí, no se ha producido ningún nuevo intento de acercamiento. 

¿Cuál podría ser la posición de Cs a partir del 10 de abril? Según Giraldo, en el partido se han barajado todas las opciones posibles, partiendo de la base de que el problema lo había generado el propio tripartito (PSOE, Guanyar y Compromís) y que eran esas tres formaciones quienes debían solventarlo. Sin embargo, según Giraldo, ninguna de esas posibles soluciones sobre las que Cs ha reflexionado tiene sentido hasta que no haya dimisión. "No hay nada preestablecido" más allá de eso, insistió, aunque se pueda especular sobre el posible perjuicio electoral que podría ocasionarles que el PP tomase la Alcaldía. 

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