BENIDORM. Nada. El arquitecto catalán Carlos Ferrater no cambiaría nada del Paseo de Poniente. Un proyecto que gestó hace dos décadas, se inauguró hace 10 años, y a día de hoy sigue siendo uno de los más reconocidos a nivel mundial, cosechando numerosos éxitos en el sector. Un paseo que cambió el modelo de la primera línea marítima que tenía la ciudad hasta entonces, con un diseño calcado al que sigue estando en el paseo de Levante. Y que como todos los cambios, supuso un aluvión de críticas que ahora ya no lo son tanto.
Este jueves Ferrater volvió a la ciudad para analizar el proyecto dentro de las jornadas organizadas por el Colegio Territorial de Arquitectos de Alicante, bajo el título "Benidorm, una visión".
Lo primero que advirtió al tomar la palabra es que faltaba el 50% de la idea del paseo, Xavi Martí, su socio y yerno, como él mismo aclaró para explicar el carácter familiar que tiene su estudio OAB, en el que también están sus dos hijos, Borja y Lucía Ferrater.
"Poniente era un lugar muy deprimido", señaló Ferrater refiriéndose a locales cerrados y sin apenas movimiento turístico y residencial. Tenían la sensación que sería "difícil tirar para adelante" el kilómetro y medio que discurría por la avenida en cuestión. Con todo, decidieron participar en el concurso público que se lanzó para presentar las ideas sobre el proyecto. Un concurso que terminaron ganando: "A partir de ahí vinieron seis años de mucho trabajo", aseguró Ferrater.
Durante el estudio de la zona, se dieron cuenta de que "el tráfico era un problema, una barrera", indicó Ferrater. Se plantearon la construcción de un parking, pero rechazaron la idea por "no crear un problema donde no lo había". Así que decidieron rebajar los seis carriles con los que contaba en ese momento, a uno de una sola dirección.
El proceso creativo pasó por diferentes estados, hasta pensar en tendones y músculos entrelazados del ser humano. Con el paso de los días, terminó en el proyecto circular que se ha materializado. Respecto a las complicaciones en el tráfico, destacó la evolución social que está suponiendo el transporte público y la peatonalización de las calles, en detrimento del uso de los vehículos.
Entre las numerosas fotografías que acompañaron el relato de Ferrater, se encontraban las propias maquetas de seis metros e incluso borradores del proceso creativo. El afamado arquitecto recordó que algunas de los modelos a pequeña escala se las quedó el Centro Pompidou de París, donde han estados expuestas.
"¿Por qué no construimos un lugar?" Ésta es la pregunta que se hicieron para concebir el diseño del paseo, cuyo proyecto estuvo marcado entre otras cosas, por tratar de recortar gastos para entrar dentro del presupuesto estipulado. Para ello, optaron por bancos creados por el mismo hormigón que dibujaba las formas de los casi dos kilómetros de frente marítimo.
Y entró también en él un concepto que ahora está más en boga que hace 20 años: la sostenibilidad. En este sentido, explicó que los materiales eran de lugares cercanos, como el hormigón blanco de Cemex, con oficinas próximas, así como moldes creados en Villena.
Por último, habló sobre el color, uno de los aspectos más importantes y llamativos de esta joya arquitectónica. Según indicó, atiende a la tradición cultural de la ciudad, ligada a la fiesta y el ocio. Además, pensaron en que sería interesante que se identificara cada zona con un color, pensando por ejemplo cuando alguien dijera: "Quedamos en el Paseo de Poniente, en la zona amarilla".