ALICANTE. Cambiar de localización es una apuesta arriesgada para todo evento, sea de manera voluntaria u obligado por una andanada de salvas no precisamente de fogueo, por parte de los responsables del emplazamiento original. Para el Spring Festival, abandonar la perspectiva marina de los músicos desde el escenario, en el Puerto de Alicante -para grabar en la memoria el ‘joder’ de exclamación admirativa de Santi Balmes en la edición de 2018-, para ocupar el parking de la Institución Ferial Alicantina ha sido una solución de continuidad voluntaria solventada gracias a la engrasada maquinaria de Producciones Baltimore, que tiene empaquetado un producto acreditado, modulado y adaptable casi a cualquier espacio, con unos estándares de calidad bastante altos en los aspectos principales: escenarios, backstage, sonido, seguridad, comunicación, sin poder evitar sufrir los males endémicos de este tipo de eventos, transporte, circulación, tiempos muertos.
Visto lo visto en la primera jornada, con el pico de 15.000 asistententes en el concierto de los cabeza de cartel, Love of Lesbian, un numeroso y por momentos bullanguero público acompañando a Viva Suecia, y las ganas de fiesta contagiadas por Carolina Durante, Miss Caffeina y Las Chillers, las expectativas se han cumplido.
Lo que cada vez queda más claro es que el artículo “festival indie” es un producto consumido principalmente por treintañeros y cuarentañeros, pobladores efímeros del 80% del espacio del recinto ferial. Si utilizáramos una de las técnicas de medición de asistentes a manifestaciones -esas técnicas que no utilizan ni la policía ni la organización de la manifestación-, y calculáramos la densidad de personas por metro cuadrado, multiplicándola por el área total, encontraríamos metros cuadrados ocupados en su totalidad por jóvenes personas de mediana edad. La relación calidad-precio de los festivales se ha impuesto sobre otras modalidades de ocio musical, puede que por efecto de la crisis, puede que por cambios en el modelo de consumo. Vaticino/aconsejo, para próximas ediciones, especialmente en el caso de Alicante, una evolución del modelo, hacia el Festival/Tardeo, conciertos que empiecen a las 12 del mediodía, y cabezas de cartel a las 5 de la tarde. Si no puedes con el enemigo, únete a él: Alicante, pionero del “festival indie tardeísta”. Ahí lo dejo.
En esta temporada radiofónica, el Hoy Empieza Todo radiotresero, en el segmento conducido por Ángel Carmona, ha introducido una competición para el comienzo de la segunda hora del programa, justo después de que Carmona se desgañite con sus “¡las ochoooooooo!”. Gus Iglesias selecciona las dos canciones contendientes, que van desde dos que comparten impacto generacional, dos emblemáticas de un mismo grupo o género, o dos pasiones personales llevadas a las ondas. De vez en cuando, deja que meta algo de baza el propio Carmona. El otro día, el duelo volvió a ser entre Viva Suecia y otro grupo indie español contemporáneo. Y volvieron a ganar por mayoría aplastante. El voto telemático, en el mejor estilo eurovisionero, se realiza a través de twitter e instagram, en las cuentas oficiales de @HETradio3 -a no ser que Carmona vuelva a equivocarse con la app y suba la encuesta a su cuenta personal-. “Impresionante lo de Viva Suecia, han vuelto a ganar, los hemos puesto con Lory Meyers y han ganado, los hemos puesto con Second, y han ganado,...” se asombraba el locutor madrugador. Ayer, en el Spring Festival, se pudo vivir en directo un playoff entre Viva Suecia y Love of Lesbian, en el que empezaron golpeando los primeros, que con dos largos y un EP, ya cuentan con material hitoso suficiente como para llenar una hora de festival, manteniendo en vilo a un público expectante de escuchar los himnos festivaleros de la banda, Bien por ti, Hemos ganado tiempo, A dónde ir o el definitivo Amar el conflicto (Todo lo que importa), popularizado en su versión junto a Elyella, manteniendo el buen rollo natural de la banda, que apuesta por un directo de sonido compacto y contundente, envueltos de un juego iconográfico de fácil mercadotecnia. La naturalidad de estos chavales murcianos empuja a la empatía, sobretodo cuando escuchas a Rafa Val dirigiéndose al público, preguntando “¿qué tal las luces, os gustan, suena bien,...?”, y a continuación homenajear a los técnicos de luces, sonido y mesa.
Pero no fue suficiente. Enfrente tenían un monstruo fagocitador, una banda hace mucho tiempo en estado de gracia permanente, con un directo de escenografía teatral y fina dramaturgia, liderada por un frontman que genera oleadas de empatía nada más aparecer en el escenario, con unos pantalones blancos ajustados a las cachas y una trinchera beige, unos tíos que se permiten empezar un concierto con una canción que dice “Putas ganas / De seguir el show / Ni de continuar fingiendo”, para pegarse a continuación un autohomenaje de hora y media a los veinte años de ese disco que fue su consolidación, 1999, empezando la setlist con la canción homónima, y acabando con un estentóreo Allí donde solíamos gritar.
La presencia escénica de Santi Balmes no eclipsa la solidez y exuberancia sonora hacia la que el grupo ha ido evolucionando con el tiempo, la doble percusión, los vientos, las guitarras de Jordi y Julián, y la incorporación del robaplanos Ricky Falkner, responsable, con seguridad, de algunas de las circunvoluciones sonoras del grupo. Además, LOL tienen suficiente background como para llenar tres setlists de canciones coreables a voz en grito, sin repetir una sola siquiera. Sonaron Planeador y John Boy, sonaron Incendios de nieve y Bajo el volcán. Pero desde los primeros compases de 1999 que decantaron el playoff a su favor, demostrando que Love of Lesbian es una apuesta segura, si quieres arriesgar en todo lo demás.