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a partir del mismo se fortalecerían el resto de capacidades

El palmeral a debate, un patrimonio débil y con un potencial infraexplotado: la clave, el uso agrícola

1/04/2022 - 

ELCHE. Este jueves empezaban en el Centro de Congresos unas jornadas-taller sobre paisajes culturales agrícolas que se extenderán hasta el viernes y en las que el grueso de mesas e intervenciones tienen al palmeral como protagonista de una forma directa o más tangencial. Una de ellas versaba sobre el potencial de este patrimonio natural de la Unesco en muchos aspectos: el alimentario, el medioambiental, el turístico, entre otros. En común, posibilidades económicas que precisamente fueron las que han permitido su supervivencia durante más de un milenio porque vertebraba la vida de Elche. La progresiva construcción y pérdida del palmeral ha supuesto una disociación del mismo como valor cultural y apego con la sociedad, lo que ha supuesto durante décadas un bien cada vez más débil, cuando no enfermo. Precisamente, una de las ponencias defendía que el rescate como uso agrícola puede ser una opción de fortalecimiento para todas sus potencialidades. 

La pérdida de conciencia asociada a la pérdida de uso agrícola como actividad económica

El encargado de la ponencia fue el jefe de la sección de Patrimonio Cultural de la concejalía de Urbanismo, Gregorio Alemañ, quien inició su ponencia con la sencilla descripción que da la Unesco de este Patrimonio de la Humanidad: “Ejemplo único de técnicas agrícolas árabes en continente europeo con sus complejos sistemas de regadío estructurados desde finales del siglo VIII”. Unas técnicas que se han ido quedando en un segundo plano al perder el municipio ilicitano su peso agrícola en favor del industrial, que fue generando espacios dotacionales (colegios, jardines) e incluso edificios para dar cabida a la migración que llegaba a mitad del siglo XX por la incipiente industria zapatera, a través de la cesión privada de los huertos a cambio de edificabilidad.

Así, planteaba el técnico municipal que estos cambios fueron desvirtuando el propio palmeral, pasando esos huertos de tener su función agrícola y de regadío a ser entendidos en muchas ocasiones como meros bosques de palmeras, jardines o plantaciones ornamentales. Precisamente la reciente Ley del Palmeral se centra en ese uso, además del cultural, pero se entiende como clave para poder rescatarlo, ya que esta incide en la tradicional estructura bancalaria, el cultivo asociado y qué plantaciones puede haber dentro, los caminales... Desde el siglo VIII en el que se habla del palmeral y su sistema de irrigación, y en el que había una relación estrecha entre los huertos —que ocupaban la mitad de la ciudad— y la ciudad, que vivía de la economía que generaba sus cultivos, así como de su generación de bienestar, ese binomio se ha ido deshaciendo. "Había un respecto perfecto entre la ciudad y el campo, lo construido y el espacio vacío y dependían uno del otro; uno comercializaba y el otro generaba y daba calidad de vida. No hacía falta criterios patrimoniales, a nadie se le ocurría destruir agua ni palmeras porque había una identidad popular".

Aunque durante el siglo XX ha habido legislación, se ha perdido esa identificación del beneficio entre la ciudad y el huerto y se ha ido perdiendo la conciencia sobre esos vínculos. Recuperar ese valor cultural y de uso se puede antojar clave, y la nueva legislación da las herramientas para hacerlo, aunque queda un largo recorrido como el desarrollo normativo pendiente (el Plan Especial y otros sectoriales), el desarrollo Bien de Interés Cultural (BIC) de los elementos que forman el sistema de irrigadío, que son muchos, desde el pantano hasta las acequias —es BIC hasta el archivo histórico de propietarios del pantano, que data de 1300—, o catalogar las palmeras del campo, que ahora serían Bien de Relevancia Local (BRL).

¿Cómo rescatar ese uso agrícola?

Para Alemañ, la clave es que la nueva ley convierte el suelo de los huertos en suelo rural de especial protección, cosa que se recoge además en la Lotup: hay que cuidar esas 'zonas verdes'. Una forma de empezar, propone, podría ser el trabajo en los 400.000 metros cuadrados de los huertos urbanos sin uso. Frente a ello están los casi 4 millones de metros cuadrados del campo y que tienen uso agrícola, y los 1,8 urbanos (de 96 huertos), que de forma paradójica no tienen uso agrícola, y son los protegidos por la Unesco. De los urbanos, el 32% están en uso y el 12% son viveros para ir rotando y renovando un patrimonio vivo, pero el resto son de uso educativo (12%), servicios (12%), jardines (12%), o residencial (17%). El 67% públicos y el 32% privados.

Como consecuencia de estos datos, los huertos han perdido funcionalidad y recursos: pérdida de trabajos agrícolas, riego inadecuado y de baja calidad (riego a cabañones y no a manta), lo que hace que a la palmera no le llegue bien el agua y que en tiempo de mucha humedad la raíz se constriña, se pierda y pueda caer la palmera; pérdida de nutrientes y propiedades del terreno, que se apelmaza, aumento de la salinidad y en última instancia, plagas biológicas recientes por esa debilidad como el picudo rojo o la paysandisia. No obstante, estos años se han estado promoviendo los huertos urbanos para esos usos agrícolas, aunque en alguno como el Hort de Felip sigue habiendo problemas y contradicciones, como riego con agua potable.

Como se hacía antiguamente, es conocida la cantidad de rendimiento que se podría sacar del palmeral: cultivo de cítricos en el interior de las parcelas, los troncos para mobiliario, el dátil como alimento, las palmas para la palma blanca o compost tras su trituración... Y otros productos o manufacturas no tan evidentes como abonos y fertilizantes, acolchados, bioplásticos, embalajes, pellets. Lo que se podría considerar según la FAO como Sitio Sipam, patrimonio de agroecosistemas singulares que concentran un valioso patrimonio cultural, biodiversidad agrícola, conocimiento tradicional... Es el caso de la huerta valenciana.

El enorme potencial de productos derivados del palmeral

En este sentido, la UMH a través del Departamento de Agroquímica ha desarrollado, y recogido por la Cátedra del Palmeral, varios estudios y líneas de negocio innovadoras con posible salida, por ejemplo en el ámbito médico, aunque la mayoría se perdieron, el dátil se sigue utilizando en técnicas para productos diuréticos, se pueden generar patés, galletas, bizcochos o hamburguesas, además de pasta industrial y aplicación en piensos; desarrollo de tableros comerciales con fibra de palmera a través de residuos de podas; y el evidente uso turístico o de la palmera como elemento ornamental que está reflejado en vasijas y pinturas antiguas. Y aparte, obviamente, su papel medioambiental como gran catalizador de CO2. 

A otros niveles de opciones económicas, solo con predicciones conservadoras en base a estimaciones de esas palmeras de huertos sin uso, se podrían generar al año 56.000 toneladas al año de biomasa, 50 kilos de dátil por palmera y 185 toneladas al año, 455 toneladas de granada mollar (cultivada en estos huertos), 300 toneladas de palma... En definitiva, un mundo de posibilidades que se conocen desde hace tiempo pero en los que no se acaba de dar un paso adelante desde las administraciones, tan solo desde el turismo. "Tenemos una infraestructura verde que depura gases y nos devuelve biomasa, oxígeno y alimentos", zanjaba el técnico. 

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