ALICANTE. Eusebio Sempere (Onil, 1923 - 1985) es uno de los artistas de esta provincia más ilustres del pasado siglo y, ahora, dará nombre a la estación ferroviaria de la ciudad. Su trayectoria está estrechamente ligada a la de otros compañeros de vocación que también dejaron aquí su huella, en virtud de las relaciones profesionales y personales que entablaba el insigne autor. Entre ellos está quien recientemente ha sido seleccionado por el Ayuntamiento de Alicante para inaugurar el galardón de nueva creación que también lleva el nombre del alicantino. Gustavo Torner (Cuenca, 1925) ha sido reconocido con el primer Premio Eusebio Sempere, el cual recibirá en enero en su tierra natal, ya que a sus 97 años le será imposible desplazarse.
Torner, que recibió en 2016 el Premio Nacional de Arte Gráfico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, fue uno de los fundadores y de los principales integrantes del Grupo Cuenca, junto con Zóbel y Gerardo Rueda. Como artista multidisciplinar, exploró también el campo de la pintura y experimentó con otras materias. Uno de los ejemplos de su obra como escultor se puede ver en la plaza de los Cubos de Madrid, donde se ubica una importante pieza de estilo constructivista geométrico en gran formato que realizó en 1972. Sin embargo, en Alicante también se pueden ver algunas de sus piezas emblemáticas.
A pesar de estudiar Ingeniería Técnica Forestal, su pasión y destreza con el dibujo, unido a su amistad con Antonio Saura, le llevaron a decantarse por el arte y a convertirse en uno de los principales precursores de las nuevas corrientes del arte moderno en España. El autor, que se integraba en la corriente Informalista y trabajó elementos figurativos a través de los materiales y las texturas, impulsó en la década de los sesenta la creación del Museo de Arte Abstracto de Cuenca, que se inauguró en 1966. En esa época su obra se inclinó por lo constructivo tratando la madera y el metal, así como la piel sintética, el nylon, el plástico o el cartón, entre otros materiales. Etapas artísticas que están reflejadas en las obras que se conservan en la ciudad.
Blanco - Chatarra negra (1961) es la pieza más antigua del artista que se puede ver en el Museo de Arte Contemporáneo de Alicante (MACA). Un cuadro de 192 centímetros de altura, por 162 de ancho, que está hecho en metacrilato opaco mateado, con chatarra negra sobre madera. Un regalo que Sempere le hizo en 1976 tras haberla restaurado y modificado, puesto que originariamente la había hecho con látex, feldespato y chatarra, pero después sustituyó el látex por plexiglás opaco, y un año después volvió a ser restaurada para formar parte de una exposición sobre el Grupo Cuenca en Madrid. En esa muestra de 1997 fueron expuestas otras obras de Sempere, quien después donó toda su colección particular de obras de arte al Ayuntamiento de Alicante, una colección con la que se fundó el Museo de la Asegurada, precursor del actual MACA.
En esa colección particular de Sempere se encontraba esta valiosa pieza de Torner que ahora se puede disfrutar en el museo alicantino, donde también se conservan dos serigrafías de su colección Sur-Geometries, la cual se compone de hasta nueve obras que el autor dedicó a arquitectos de todos los tiempos. Y es que, además de ser un apasionado de las matemáticas, quiso dedicar gran parte de su obra a resucitar figuras clave en el proceso artístico. La estampación de esta serie de serigrafías sobre papel corrió a cargo de Abel Martín y esas dos piezas que se encuentran en Alicante son V. A Juan Herrera y IX. A Etienne-Louis Boullée, realizadas en 1971.
Sin embargo, una de las grandes obras de Gustavo Torner que se pueden ver en Alicante con un simple paseo por la ciudad es el mural Gran cosmos (1974) que realizó en colaboración con el arquitecto Juan Antonio García Solera. El artista y el arquitecto trabajaron conjuntamente para elaborar un majestuoso hall de entrada al Edificio Alicante, en su parte interior, así como un mural exterior que rodea la parte trasera de esta torre, compuestos ambos por grandes piezas de mármol rectangular en vertical para crear diferentes planos con sus respectivas luces y sombras.
La gran torre del Edificio Alicante se ubica en la confluencia de la avenida Doctor Gadea y el Parque de Canalejas, en plena fachada marítima de la ciudad, y linda en su parte posterior con la avenida Doctor Gadea, así como las calles Ramón y Cajal, y Arzobispo Loaces. Cuenta con un total de 24 plantas y se encuentra sobre un podio que alberga oficinas, un salón de actos, una biblioteca y una sala de exposiciones. Un espacio en el que se encuentra actualmente la sede alicantina de la Fundación Mediterráneo.
El mural de la parte interior está expertizado por la propia Fundación Torner, pero no la obra que configura la parte exterior del edificio. El objetivo de la Fundación Mediterráneo es lograr esa misma certificación también para la segunda parte de la obra de Torner y, posteriormente, restaurarlo, ya que se encuentra en peor estado de conservación debido a la exposición. Una situación que, pese a haber experimentado hace años una restauración, ha hecho que la obra quede deteriorada al degradarse el barniz que se le aplicó en dicha restauración.