ALICANTE. Toda iniciativa tiene un por qué. Y esta la tuvo. Y a veces también una necesidad. Y con ese por qué y con la necesidad, nació una oportunidad de emprender una acción. Y así se lo voy a contar.
Esta vez tiene que ver con el barrio de San Gabriel. El cronista provincial Gonzalo Vidal Tur lo menciona en su libro Alicante, sus calles antiguas y modernas. También con su pulmón verde y el protagonista que da título a esta crónica.
Este barrio está situado al oeste de la ciudad de Alicante, cerca de las ramblas de Agua Amarga y del barranco De las Ovejas, que tantos dolores de cabeza dieron a sus vecinos en las riadas de 1982 y 1997, separándoles de la ciudad por una rápida y profunda correntera de agua, como si se tratara de un río caudaloso que bajaba al mar con mucha fuerza. Barrio cercano al Mediterráneo con su malograda playa, tuvo un origen popular y obrero. Ya verá.
Las primeras casas de este barrio son de principios del siglo veinte a iniciativa del terrateniente Enrique López Vidal quien, con otros grandes propietarios y un grupo de amigos, crearon la sociedad llamada “La Amistad de los Cincuenta”. Sentaron las bases de lo que hoy es el barrio de San Gabriel. Inicialmente en sus casas se alojaron los empleados de las fábricas de Babel, como la de Cros. Todo este desarrollo económico necesitaba de trabajadores y a estos les venía bien vivir cerca de allí. Así, uno detrás de otro, fueron creando el barrio con sus casas populares.
Al principio de la guerra civil al barrio se le cambió el nombre por el de Armonía. Dos años después, antes de terminar esta contienda, ya había recuperado su nombre original. Y Armonía es una de sus calles.
Destacable es su palmeral, un pulmón verde con muchas sorpresas para el visitante. Ya lo verá si va algún día. Un pequeño lago, una cascada visitable… En el palmeral se rodó en 1929 El héroe de Cascorro, de Emilio Bautista, quien rodó en él escenas de su película simulando paisajes de la guerra de Cuba. También se rodó allí en 1959 Molokai, la isla maldita, de Luís Lucía. A su vez, el famoso pintor Joaquín Sorolla tomó apuntes a la sombra de estas palmeras para lo que sería después su colección titulada El palmeral de Elche.
Por no privarse de nada, se encontró un yacimiento paleontológico en la sierra del Porquet con más de un centenar de huellas de ictiofósiles de mamíferos, aves y peces de hace miles de años, nada menos. El vecindario presentó al ayuntamiento la iniciativa de que se declarara parque natural para preservar este legado tan antiguo.
En la actualidad este barrio ha evolucionado mucho, especialmente por las torres y urbanizaciones construidas cerca de la autovía y entrada a la ciudad por la plaza de México. Pero aún conserva ese carácter de pueblo que tuvieron las primeras casas populares que se construyeron en su fachada marítima.