El fútbol no es un deporte y no lo es hace mucho tiempo, por lo menos el fútbol profesional, que es precisamente del que solemos hablar, el que ocupa el 90 por ciento del espacio de los medios de comunicación en la sección de deportes y en cualquier comentario y conversación sobre competiciones deportivas.
Esta pasada jornada se produjo un hecho lamentable y no precisamente aislado, en el partido Cádiz-Valencia: un jugador del Cádiz llamó a otro del Valencia “negro de mierda”.
Probablemente este insulto ha tenido que ser escuchado por más de un jugador negro, este y otros como “mono” que en algún momento se ha llegado a corear en las gradas. La diferencia es que en esta ocasión, el jugador que recibió el insulto racista, Mouctar Diakhaby, de 24 años, está muy comprometido con la lucha contra las actitudes racistas y xenófobas, aprovechando la posición privilegiada que tiene como futbolista de élite. El jugador al ser insultado de esta forma decidió salir del campo, sus compañeros le siguieron también como protesta, pero 20 minutos después tuvieron que volver ya que había demasiado en juego y no precisamente el balón. El jugador francés ya no volvió al campo y fue sustituido.
Durante estos días ambos clubs están contraponiendo versiones y por supuesto, el jugador que presuntamente profirió el insulto lo niega. Sigo atentamente la evolución del caso, porque me temo que pase lo que pase, los “poderes fácticos” del todopoderoso business del balompié están intentando apagar el incendio y que no salpique a sus intereses. Económicos por supuesto.
Si ese hecho se hubiera producido en cualquier otro contexto habría derivado en situaciones muy distintas, pero sobre todo, en pocos espacios deportivos y sociales se podría haber producido un insulto así sin consecuencias, sin imponentes titulares y sin tweets de apoyo de presidentes de gobierno y políticos de todo tipo. ¡Ay, que no era un partido en Madrid, disculpen!
Los futbolistas se saltan confinamientos y se sienten tan intocables que lo publican, y hasta podrían justificarlo… “estoy trabajando todo el año tenía derecho a dar una vuelta con la familia…” como todos pero sin contratos millonarios, guapi.
Otros futbolistas conducen sin carnet, se saltan normas de circulación, hasta la edad para conducir pero la gran maquinaria del fútbol lo minimiza o lo intenta tapar. Su “trabajo” es tan esencial para la sociedad que la maquinaria del show lo arrolla todo y los protege como la gallina a sus polluelos (de oro).
No menciono a aquellos futbolistas que son condenados por delitos gravísimos y de nuevo entran en un circuito diferenciado al resto de mortales que, al no dar patadas millonarias a un balón deben apechugar con sus actos. Busquen en Google y verán casos de condenas a jugadores por violación en España y en varios países y no se sabe muy bien porqué, están en la calle y las víctimas revictimizadas
El fútbol no es un deporte y por eso se retomó la liga mientras los críos no podían ni ir a jugar al parque. Por eso se les permitió entrenamientos grupales pero las nadadoras de sincronizada no podían ni saltar al agua. Se les autorizó jugar, incluso sin espectadores y mira que lo están intentando sin parar. Lógico, por ahí les vienen parte de los millonarios ingresos, aunque con los patrocinios y las televisiones no van mancos precisamente.
El Elche club de fútbol es propiedad de un señor de Argentina que no ha estado en la ciudad ni dos domingos seguidos. Pa qué. Es el propietario y, que nadie se engañe, su objetivo es ganar dinero con el club o utilizarlo para ganar dinero con otros clubes o jugadores, y tiene todo el derecho. La afición le reclama, le escriben cartas, comunicados, los periodistas locales le instan, se habla de sentimientos pero no nos engañemos. Este señor es el dueño y hace lo que quiere.
El alcalde de Elche twiteaba esta semana tras el empate ante el Betis una frase de ánimo: “Paso a paso, caminando hacia la solución. Entre todos el Elche será de Primera.” Esto vale para hoy, hace tres años o dentro de cuatro. El alcalde sabe que el fútbol es un negocio, pero que mueve pasiones y que hay una amplísima parte de esta sociedad que cree que los equipos son de las ciudades, que los jugadores pelean por la camiseta y que los partidos se ganan o se pierden por las ganas, la ilusión, el esfuerzo, la justicia… Así que hace un guiño a los futboleros para alinearse en esas emociones, lo mismo que asistió a misa este año en Semana Santa que es lo único que se ha podido hacer de esta celebración que también mueve pasiones...
Y si los aficionados al fútbol se congregan apretados, centenares y con las mascarillas en el sobaco a jalear a su equipo y se incumplen todas las medidas de seguridad por el Covid-19, no pasa nada. ¡Otra cosa sería que fueran feministas!. Y si las mujeres no han podido jugar de manera profesional hasta anteayer, no pasa nada tampoco. Esto es así.
Al fútbol profesional le queda menos de deporte que a mi de gimnasta de rítmica.