Es indiscutible. Y cada vez va a peor. El equipo de gobierno de la ciudad de Alicante ya no es un equipo. Cada uno de los tres partidos gobierna sus concejalías y actúa como si fuera la oposición de las demás. No estoy en contra de los gobiernos de coalición. Más bien al contrario. Las mayorías absolutas tienden a perpetuar a los políticos en el poder y da pie a gobiernos oscuros, donde la transparencia y la participación ciudadana son meras quimeras. Aquí en Alicante y en la Comunidad Valenciana lo hemos comprobado a base de bien durante los últimos años.
Pero para que un gobierno multicolor funcione hay que seguir una regla de oro. Se ha de saber jugar en equipo. Como si de un club de fútbol o una orquesta se tratase. Identificar a tus compañeros como socios, y no como enemigos.
Por el contrario, cada semana vemos que el actual tripartito necesita menos motivos para pelearse. Antes lo hacían con pequeños toques de atención. Luego empezaron las declaraciones cruzadas. “Echávarri torpedea mi concejalía”, “gobierna con cacicadas” o “tiene formas dictatoriales” llegó a decir Pavón.
Luego pasaron a los actos. El propio alcalde decidió cesar a uno de los miembros de Guanyar en la Junta de Gobierno, curiosamente justo cuando más críticas le dedicaban por el nombramiento de dos nuevos directores generales. Más que una casualidad, suena a represalia.
Lo que era un problema de dos, pasó a ser de tres. Porque al principio parecía todo un asunto entre PSOE y Guanyar (o entre Echávarri y Pavón), mientras que Compromís eran los únicos capaces de intermediar y poner un poco de sensatez en la situación. Pero con el tiempo, diría que se les está pegando el estilo de sus socios.
Y todavía les queda el pleno. Al menos aquí si intentan aún aparentar ser un equipo unido frente a la oposición. Aunque vista la última bronca ocurrida entre el alcalde y la edil Angulo en el Salón Azul, no se cuanto les queda de seguir con esta mal aparentada “unidad”.
En ningún momento pretendo insinuar con esto que el tripartito tenga que estar de acuerdo en todo. Es lógico que discrepen. El problema reside en su total incapaz de solucionar sus diferencias internamente y por la vía dialéctica. Lejos de eso, ahora cada partido decide actuar por su cuenta, y luego recibe las críticas públicas de los otros dos. Así es imposible que un equipo funcione.
Optan por la opción más fácil: echar la culpa a los otros de los problemas de la ciudad. Si por ejemplo, Compromís mete la pata con el tema de las calles y la memoria histórica, Echávarri se lava las manos “El PSOE no lo habría hecho así”.
Siguen en campaña electoral. Son incapaces de asumir los errores de los demás (o al menos de no destacarlos). Prefieren seguir librando esta carrera de quien llega menos quemado al final de la legislatura.
Quiero recordar que en Elche también tuvieron un tripartito muy convulso al principio de esta legislatura. Ilicitanos por Elche denunció sufrir un trato discriminatorio por parte del alcalde socialista Carlos González. ¿Y qué hicieron entonces? Se fueron. Abandonaron sus cargos y pasaron a integrar la oposición. Una opción muy coherente con sus declaraciones.
Pero no es el caso de Alicante. Los tres partidos se quejan de sus socios, pero no quieren dejar sus sillones de poder. Será que tampoco están tan mal, ¿no?
En definitiva, a cada uno de los alicantinos nos parecerá que este gobierno puede ser mejor o peor, y que hace las cosas bien o mal. Pero supongo que todos estaremos de acuerdo en que Alicante estaría mejor gobernada si nuestro Ayuntamiento funcionara como un equipo y no como si tuviéramos tres alcaldes sin coordinación.
El mítico Equipo A de los años 90 estaba integrado por cuatro personas bien distintas, pero siempre sabían trabajar en excelente armonía. También en política, los grupos variopintos pueden funcionar perfectamente. Prueba de ello son los países escandinavos, probablemente los mejor gobernados de toda Europa desde hace décadas.
Nuestro particular “Equipo A” debe de esforzarse mucho más en recuperar aquel efímero espíritu inicial que les unió. Solo así Echávarri podrá terminar esta legislatura fumándose tranquilamente un buen puro y pronunciando aquella frase de “Me encanta que los planes salgan bien”.