ALICANTE. El Elche rompió en el año 2018 con el ascenso a Segunda División un trienio marcado por las noticias negativas, tanto a nivel deportivo como institucional, que llevaron a la entidad de estar consolidada deportivamente en Primera a Segunda B.
El conjunto ilicitano lograba en el pasado mes de junio, tras una recta final de campeonato espectacular, regresar al fútbol profesional de la mano del entrenador José Rojo 'Pacheta', quien había tomado las riendas del equipo en febrero.
Desde su llegada, el preparador burgalés sumó 16 partidos consecutivos sin perder, sufriendo solo una derrota esa temporada, intrascendente, en el último partido de la eliminatoria final de la fase de ascenso ante el Villarreal B.
El entrenador castellano había heredado una gran plantilla de sus dos predecesores, Vicente Mir y Josico Moreno, pero él supo sacarle el rendimiento esperado y, sobre todo, hacerla competir en los escenarios exigentes de la categoría.
Pacheta, cuyo mensaje conectó con el vestuario y la afición de forma instantánea, se convirtió en el líder indiscutible del proyecto junto a Juan Francisco Martínez 'Nino', mito viviente del club, quien fue decisivo en el momento cumbre del campeonato con varios tantos decisivos en las eliminatorias ante Sporting B y Villarreal B.
El ascenso del Elche permitió en 2018 recuperar la comunión del equipo con sus aficionados y aparcar durante algunas semanas las controversias con el consejo de administración, muy cuestionado por un sector de la hinchada al considerarlo aún dirigido por el expresidente José Sepulcre, máximo accionista individual.
El ascenso alivió las arcas del club ilicitano, pero no lo suficiente para diseñar un proyecto ambicioso para la siguiente temporada 2018/19, en la que la entidad se vio sujeto a un estricto límite salarial que apenas le dejó margen de maniobra para reconstruir su plantilla.
Con un grupo formado en dos terceras partes por los jugadores que lograron el ascenso, y con muchos problemas para inscribir futbolistas, el Elche retomó la Segunda con algunas dudas, ya que la primera victoria no llegó hasta la octava jornada, pero la imagen del equipo fue, salvo excepciones, buena y la conexión con la grada positiva.
El conjunto ilicitano despedirá el año fuera de la zona de descenso y con la sensación de que el ejercicio 2018 puede marcar un punto de inflexión en la trayectoria de un club que comienza a recuperarse de un trienio nefasto que llegó a amenazar incluso su supervivencia.