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la yoyoba / OPINIÓN

El Diluvi que viene

El Diluvi no suena en las radios, ni en grandes conciertos de esos que se anuncian a bombo y platillo ni tampoco en televisión (claro que aquí no tenemos). Sin embargo, todos coreaban sus letras, “paraules sense sentit, paraules sense sentit”.

14/10/2016 - 

ALICANTE. “Hay otros mundos y no son del PP”, me dijo mi amigo cuando acabó el concierto. La noche, sin embargo, no invitaba a la reflexión. Hacía demasiado calor y además, había clavado el titular. Habíamos ido al concierto organizado por los jóvenes de Compromís en una plaza de Sant Joan d’Alacant. El plato fuerte era el grupo Manel, “els del boomerang”, pero en los aperitivos apareció El Diluvi. “No els coneixes? Són de la Foia de Castalla”. Me avergoncé de mi ignorancia y de formar parte de un pueblo que desconoce y ningunea sus músicos autóctonos. El Diluvi no suena en las radios, ni en grandes conciertos de esos que se anuncian a bombo y platillo ni tampoco en televisión (claro que aquí no tenemos). Sin embargo, todos coreaban sus letras, “paraules sense sentit, paraules sense sentit”. ¿Dónde he estado yo todo este tiempo, me preguntaba con cara de estar totalmente out?
El público era mayoritariamente joven. Gente que accede a la música a través de la red, que consume online lo que les gusta sin discriminar entre lenguas. El Diluvi canta en valenciano, sin proclamas ni banderas. Lo hacen de manera congénita, porque así les enseñaron sus padres y sus abuelos en la ladera norte del Maigmó. Su música sabe a Mediterráneo y a Caribe. Aires de cumbia y reggae con raíces valencianas que consiguen levantarte el ánimo y los pies apenas oyes los primeros acordes de la bandurria, el violín, la guitarra flamenca o el acordeón. Son más conocidos y reconocidos en los circuitos musicales catalanes que en los de su propia tierra. Como La Gossa Sorda, como Obrint Pas. Quizá porque aquí no existe más circuito que la plaza del pueblo y seguimos asociando la música valenciana al folklore popular de “les albaes”, los pasacalles con “dolçaina y tabalet” y la canción protesta.
Pues bien, El Diluvi se nutre de todas esas raíces para crecer sin ataduras en un mundo sin fronteras. Nació versionando poemas de Ovidi Montllor en la inauguración del Casal del Tío Cuc en Alicante y en apenas tres años ya han publicado tres álbumes (Alegria, Motius y Ovidenques). Y claro que protestan, porque aún quedan muchos motivos para protestar.
Reivindican la rebeldía femenina: “Seràs aquella que vas voler ser, seràs la tres voltes rebel, seràs un puny alçat al vent i tu, sols tu, faràs vibrar cinc continents”. Canciones donde caben Rigoberta Menchú, Malala Yousafzai o Berta Cáceres. Mujeres que podrían volver a inspirar hoy a Maria Mercé Marçal su poema Divisa por haber nacido mujer, de clase baja y nación oprimida. Reivindican el nombre de Alicante en su canción “Alacant, bandera clara”, una ciudad musicalmente sin nombre propio. Reivindican el poemario de Ovidi Montllor, casi clandestino en la tierra que le vio nacer. Alicante, tan benévola con la cultura de los otros, suele ignorar con demasiada frecuencia la suya propia. ¿Conocen ustedes a Mugroman, a La Caixa de Gel? Grupos autóctonos que permanecen recluidos en catacumbas donde se refugian los disidentes de las culturas hegemónicas. Excluidos de las programaciones culturales institucionales, es el pueblo, a través de casales populares o asociaciones cívicas, el que está cerrando los paraguas para dejarse empapar por los acordes multicolor que derraman El Diluvi y tantos otros en sus actuaciones. Parece que hay que triunfar más allá del Sénia para romper el silencio que estrangula la música en valenciano entre el Turia y el Segura.  

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