El decreto del plurilingüismo no resuelve que el sistema educativo sea mejor o peor, lo que viene a resucitar son las antiguas batallitas de antes sobre el nivel valenciano que hay que dar o si la lengua es un obstáculo pedagógico
El fin de semana pasado fue efervescente para las publicaciones del grupo Plaza. Tanto www.alicanteplaza.es como www.valenciaplaza.com recogieron tres entrevistas en las que se abordaba la polémica cuestión del decreto del plurilingüismo. Cada una defendía su postura, libremente, como no podía ser de otra manera, pero cada una de ellas tiene su intrahistoria, entre otras cosas, saber dónde fue más leída cada una.
Se podrá estar de acuerdo o no, pero la apuesta de Vicent Marzà, por este decreto, con el respaldo del PSPV -no lo olvidemos- ha sido valiente. Está claro que el documento no contenta a todos, a tenor de las reacciones generadas. Quizás peque de lo que está pecando la política de Marzà al frente de su departamento: querer hacer tantos cambios de manera tan rápida, algunos justificados o otros no tanto.
Pero los principales errores de Marzà han sido, a mi modesto entender, dos: no convencernos de los cambios y, sobre todo, no demostrar que los cambios que plantea -y que va a introducir- son mejores. Ese ha sido el pecado capital de Compromís. Y ya puestos a pedir, consensuarlo pero creo que eso es pedir demasiado.
Fui el encargado de realizar las entrevistas a los dos docentes. María Josep, profesora de valenciano en Torrevieja, y de Roberto, profesor de un instituto de Secundaria del Baix Vinalopó. He de reconocer que fue dificultoso encontrar testimonios que no representaran a la plataformas o fueran dirigentes de las mismas y, sobre todo, que ambos dieran la cara, algo que no se pudo conseguir a tenor de las imágenes de uno de ellos (sobre todo, por las represalias de que sus opiniones se pudiera derivar).
Pero creo que el nivel de reacciones delató a todos, a los que están a favor del decreto y a los que no, mucho más que las respuestas o aseveraciones que hizo cada uno de los entrevistados. De todos ellos, me quedo con las palabras de Amparo Gil, la directora de Caxton College: "La gente suele tener miedo a los cambios, así que también conviene hacer una labor previa de concienciación entre los docentes y los padres".
Defender el valenciano en Valencia ciudad o en la Marina Alta es muy fácil. Que lo aprendan en la Vega Baja debería ser una oportunidad que nadie debería desaprovechar. Exigir que los niños tengan un buen nivel de castellano en las zona valencianoplarlantes, es una obligación. Y que todos tengan un óptimo nivel de inglés, lo preferible.
Pero el tema de la lengua es la punta del iceberg de que lo sucede en la Comunitat Valenciana: siguen faltando más líderes políticos que tenga una visión global de todo el territorio, que hagan pedagogía de la cooficialidad de las dos lenguas, y no demagogia; y de la necesidad de una descentralización administrativa para que todas las partes se sientan parte del conjunto. En definitiva, que nos conozcamos más entre nosotros mismos, algo que, por las razones que fuere, no se da. Y si se da es porque no se han hecho las cosas bien en el pasado.
Y de ahí que el decreto del plurilingüismo no resuelva que el sistema educativo sea mejor o peor, lo que viene a resucitar son las antiguas batallitas de antes, de si valenciano o no en las zonas castellanohablantes; o de si se persigue a la concertada o no. Parece que en eso hayamos retrocedido en años. Y a estas alturas de la democracia y de la autonomía, esas peleas dialécticas deberías estar superadas. Y si no lo están es por falta de pedagogía y mano izquierda a la ahora de aplicar los cambios. Y también a los 20 años de un mismo gobierno, todo sea dicho, circunstancia que obliga, más si cabe, a reforzar las explicaciones del nuevo texto normativo.
Creo que lo único positivo de todo esto es que las nuevas generaciones, esas que ya ejercen su derecho de voto, ya no entienden de debates del pasado, para lo bueno o para lo malo. Afortunadamente, lo tienen superado.