ALICANTE. "El problema de las pensiones públicas en España, más que si son dignas o indignas, es que son demasiado altas para lo que el sistema puede sorportar". Con esta primera sentencia, el economista castellonense Juan Ramón Rallo marcaba la línea de su intervención este miércoles en el foro 'El futuro de las pensiones', organizado por Alicante Plaza y la Diputación de Alicante con la colaboración del Instituto de Estudios Económicos de Alicante (Ineca) en el Marq. El profesor de IE Business School ha protagonizado varias polémicas recientes a cuenta de sus críticas al sistema de pensiones actual, cuya sostenibilidad pone en duda, y al que ha llegado a comparar con una "estafa piramidal". Sus recetas apuntan a transitar desde el modelo público actual a un modelo mixto con ahorro privado obligatorio, como el que se aplica en los países nórdicos.
El debate sobre si las pensiones actuales son dignas queda eclipsado, a juicio de Rallo, por el hecho de que son "demasiado altas para lo que el sistema puede sorportar". ¿Tienen derecho a sentirse estafados los pensionistas? "Lo entiendo, porque durante toda su vida han estado quitándoles casi el 40% de su salario para cotizaciones, con la promesa de que luego lo iban a recuperar". Sin embargo, "el sistema está mal montado, porque no es así". Lo que propone Rallo es un modelo de pensiones en el que el trabajador retenga esas cotizaciones para ahorrar. "No recomiendo hacerlo en el sistema financiero porque son malos gestores de las pensiones, sino en activos". De esta forma, "cuando me jubile, cobraré en función de la riqueza de esos activos que he generado durante mi vida laboral".
El economista castellonense ha comparado el modelo público de reparto con una estafa piramidal como la que llevó a la cárcel a Bernard Madoff. "Porque tienen una estructura similar a la piramidal, que está prohibida por la legislación mercantil", subraya. "Te haces la idea de que estás metiendo el dinero en una hucha, pero no hay ninguna hucha, porque lo que pagas hoy sirve para pagar las pensiones de hoy, y las de mañana se pagarán con las cotizaciones de mañana". Rallo lo ejemplifica con una cola en la taquilla del cine en la que cada espectador paga la entrada del que le precede, a cambio de que quien le sigue pague la suya. "El sistema funciona hasta que la cola se acaba, porque al último no le paga su entrada nadie". Algo así sucede en estos momentos con el sistema de pensiones, a su juicio. "¿Qué vamos a hacer cuando la pirámide se invierta?"
"Prácticamente todos los países tienen un sistema de pensiones diferente al español", señala Rallo. "A mi el modelo que más me gusta es el chileno, porque es casi de capitalización pura". Esto quiere decir que, en lugar de entregar parte de su salario al Estado, los trabajadores chilenos ahorran "un 10%, que es el mínimo legal, o más si así lo desean", y cuando llega la jubilación cobran en función de lo que hayan generado sus activos. "En la Unión Europea hay un modelo mixto, en el que el Gobierno te obliga a ahorrar, pero no te lo quita, como en España". Rallo cita dos ejemplos, el de Islandia ("calcado al chileno") y el de Dinamarca: "El Gobierno paga una pensión mínima para todos, y la sobrepensión depende del ahorro privado, gestionado además en muchos casos por los sindicatos". Es decir, que el ahorro es obligatorio.
Los modelos que propone Rallo se basan en la capacidad del trabajador para gestionar su ahorro. ¿Es posible algo así en España, donde nos quejamos de que no somos capaces de ahorrar? "En España, en contra del tópico, ahorramos bastante, aunque menos de lo que deberíamos", asegura. "Y ahorramos en un activo concreto: el ladrillo". Según el economista, "el 88% de los pensionistas actuales tiene vivienda en propiedad, y casi la mitad de ellos tiene una segunda vivienda". ¿Quién tiene ahora problemas para ahorrar? Los parados y los trabajadores temporales. "Pero eso es porque nuestro mercado laboral es un desastre, y eso sucede porque la legislación laboral es un desastre, aunque la reforma de 2012 la mejoró algo".
Para Rallo, la evidencia más clara de que el sistema de cotizaciones para pagar las pensiones está mal ideado la encarnan los trabajadores autónomos. "Son los únicos que pueden decidir su base de cotización, y la mayoría decide cotizar por el mínimo, porque saben que es mejor poder administrar su ahorro". En este sentido, considera que si los trabajadores asalariados, que no pueden decidir su base de cotización, tuvieran esa oportunidad, también decidirían rebajarla. "A cambio, evidentemente, de saber que a la hora de cobrar la pensión pública esta sería también mínima".
El economista castellonense aborda también uno de los mantras que se repiten desde ciertos sectores de la izquierda, al poner en relación la reducción del fondo de pensiones con el dinero del rescate a la banca. ¿Se ha usado el fondo para otras cuestiones? "Todo el dinero que había en el fondo se ha gastado en pagar pensiones", afirma rotundo. "Entra en déficit en 2009, y en 2012 éste se dispara. Podría haberse mantenido con el recurso a la deuda, pero nos habríamos quedado igual porque deberíamos el dinero que no hubiéramos gastado". "Hay quien lo relaciona con el rescate a la banca, porque nos costó 60.000 millones y del fondo han salido 58.000 millones". Pero ese rescate "a las cajas, no lo olvidemos", se pagó con un préstamo europeo con condiciones muy estrictas. "Lo que no vale es pedir que se suban las pensiones y luego criticar que se haya gastado el fondo, o una cosa u otra".
Rallo es abiertamente contrario a mantener el sistema actual, pero sugiere tres posibles soluciones para poder mantenerlo incrementando los ingresos, todas 'cojas' a su juicio. La primera, "empezar a pagar las pensiones con impuestos generales, lo que supone pasar del sistema contributivo al sistema asistencial". La segunda, "subir las cotizaciones", cuya consecuencia sería "la destrucción de empleo". Y si, como Podemos, se apuesta por destopar las cotizaciones (subirlas mucho más a las rentas más altas), también caería "porque esos sueldos son los que pueden decidir cuánto cobrar: un empresario puede subirse o bajarse el sueldo". La tercera, una de las más populares, apunta a la población: ganar cotizantes para pagar las pensiones actuales. "¿Pero qué pasará cuando les llegue la hora de cobrar la suya? Tendríamos que hacer crecer la población de forma exponencial y continua, o el problema se reproduciría a medio plazo".
Tampoco es partidario Rallo del impuesto a la banca que propone el PSOE. "La banca es un oligopolio, hay diez actores que pueden ponerse de acuerdo y a los que los españoles tenemos que acudir por obligación", señala. "De esta forma, para el sistema es fácil trasladar ese impuesto al consumidor final, tienen el poder para hacerlo". Es decir, si se implanta ese impuesto, "al menos una parte lo volverán a pagar los trabajadores". En Francia, ante un problema similar, se implantó un impuesto expresamente para las pensiones, que en los años 90 era el 1% del salario. "En 20 años ha subido hasta el 10% de los salarios, y casi el 7% de las pensiones, que se añade a las cotizaciones que ya se pagan de por sí". Un modelo que "no se puede defender políticamente".
Para que el pensionista medio viva "igual que el asalariado medio", es necesario "complementar la pensión con el ahorro, pero hay que empezar ya", advierte. "Ahora no nos jubilamos a los 65, sino a los 67. Pero curiosamente por esa reforma no se protestó, se protesta ahora porque se suben solo un 0,25%, en lugar de vincularse al IPC". En cualquier caso, Rallo considera que "es un debate falso, porque tenemos un déficit de 18.000 millones".
El economista advierte sobre la próxima reforma, que va a entrar en vigor en breve y que vincula la pensión a la esperanza de vida del país. "Por cada año que suba la esperanza de vida en España, se rebaja la pensión entre un 4 y un 5% sobre el total al que tenía derecho". Es decir, "que si cuando te jubilas la esperanza de vida es de 79 años, pero al año siguiente sube a 81, tu pensión se ve recortada en un 10%". Rallo defiende que, pese a la "cuasi congelación" de las pensiones en un contexto de inflación, los pensionistas "aún no han perdido poder adquisitivo en comparación a 2010, pero lo van a perder".
¿Puede cambiar la tendencia económica con una gran revolución tecnológica que dispare la recaudación? "Puede, pero no podemos basar el futuro en una incertidumbre". Así que, concluye, "es mejor que nos preparemos".