ALICANTE. [Empiezo este artículo con una apelación a la captatio benevolentiae: pido disculpas por las inconsistencias e incoherencias en la utilización de los plurales genéricos, incoherencias a veces con lo tratado, inconsistencias las más de las veces por un vaivén no siempre bien fundamentado. Dicho esto…]
Partamos de premisas ciertas: el feminismo es una ideología; el feminismo es una ideología revolucionaria; el feminismo es la única revolución verdadera que establece puentes entre el siglo XX y el XXI, con una proyección de futuro que supera la identidad de género.
Ahora, el asalto a los cielos del feminismo requiere de la construcción de un corpus reflexivo que se encuentra en plena ebullición, cada vez más sólido en su vertiente historicista, con la recuperación de textos seminales que convergen en una línea de tiempo hasta ahora elidida de los discursos oficiales, incorporando el trabajo de pensadoras (y pensadores) contemporáneos que perfilan cada una de sus aristas, al tiempo que analizan diferentes acciones, el impacto de las cuales, debido a la aceleración del tiempo histórico, cada vez se pueden contextualizar con mayor acierto, ya que su propio carácter “en evolución” hace que no sea necesario tratarlos como sucesos cerrados y encapsulados en una cápsula temporal: #MeToo, #Manada, igualdad salarial, compensación de cuadros directivos, gestión del trabajo no asalariado, conciliación laboral, pasan de ser reivindicaciones de género a un movimiento sísmico que transforme las dinámicas sociales en su totalidad.
Uno de los nombres más visibles del pensamiento español contemporáneo es el de Marta Sanz (Madrid, 1967), novelista de larga trayectoria que ha trabajado diferentes registros narrativos, desde el género policíaco a la autoficción, en la consecución de un discurso personal, no exento de vindicaciones y vinculaciones exógenas: La lección de anatomía (2008), Black, black, black (2010), Un buen detective no se casa jamás (2012), Amor fou (2013), Daniela Astor y la caja negra (2013), Farándula (2015, Premio Anagrama de novela) o Clavícula (2017), construyen un yo narrativo cada vez más identificable, a pesar de la multiplicidad de yoes que los pueblan, creando sinergias con autores coetáneos como Rafael Chirbes, Isaac Rosa, José Ovejero, Sara Mesa o Cristina Morales.
De igual manera, su producción ensayística se entronca en una línea de pensamiento alejada de un cierto canon en plena reivindicación por los medios hegemónicos: “(Camille) Paglia abomina de cualquier tipo de proteccionismo: es una feminista muy neoliberal”, escribe en su ensayo de 2018 Monstruas y centauras. Nuevos lenguajes del feminismo, publicado como el número 12 de los Nuevos Cuadernos Anagrama, de la editorial fundada por Jorge Herralde.
En contraposición, reivindica la autoridad de pensadoras como la británica Mary Beard: “Si percibimos que las mujeres están totalmente fuera de las estructuras de poder, entonces lo que tenemos que redefinir es el poder, no a las mujeres”, cita en la misma obra.
Una obra con ciertas pretensiones enciclopédicas, en un diálogo (discusión a camino entre lo socrático, lo sofístico y lo aristotélico) constante entre las contradicciones de un movimiento plural y contaminado, generalmente, por la formación patriarcal de la mayoría de las activistas (a su pesar, evidentemente): “Yo soy de esas feministas que no saben separar el patriarcado del capitalismo”.
Y aquí está el quid de lo planteado por Sanz en estas 132 páginas que por momentos recuerdan la prosa metafísica de María Zambrano, en un cierto extrañamiento con la grupusculización, que no tiene nada que ver con la diversidad de perspectivas y planos de análisis, y sí, tal vez, con un intento de desactivación del núcleo de un movimiento mediante la atomización interesada.
La ponderación es el infierno de los estadísticos (aquí iba a utilizar el femenino en forma de genérico, pero entonces caíamos en otro infierno, el de las homonimias y los sentidos múltiples: la ponderación es el infierno de las estadísticas) y en términos morales, ser ponderado es una cualidad propia del equilibrio, casi de la equidistancia. Marta Sanz no intenta ser ponderada, sino mostrar un mapeado lo más completo posible de las diferentes tendencias de la reflexión feminista, siempre desde una duda metódica que cuestiona los intersticios de la modernidad: “Tampoco comparto esa forma de empoderamiento, característica del pensamiento positivo, que se regodea en la pronunciación de la palabra empoderamiento…”.
El próximo martes, 26 de marzo, en la librería 80 Mundos de la calle General Marvá de Alicante, se producirá un encuentro con la escritora, como apertura del Ciclo de Conferencias “La revolución ya estaba aquí”, organizado en colaboración con la Concejalía de Igualdad del Ayuntamiento de Alicante.