socialmente inquieto / OPINIÓN

El castillo Santa Bárbara no se vende

17/02/2020 - 

El castillo Santa Bárbara es una de las señas de identidad de Alicante. Desde su atalaya ha visto nacer y desarrollarse a la ciudad a la que siempre le dio amparo y es hoy lo que es gracias a su protección.

Contra unos y a favor de otros sus murallas han sido protagonistas de muchos avatares a lo largo de su historia. Ambicionado por todos, cambió de manos en reiteradas ocasiones. Con este bagaje, ¿quién es el propietario de este castillo?

Viéndolo ahí arriba tan protector, tan cercano, tan nuestro, uno piensa que siempre fue de la ciudad de Alicante. Pero siendo fácil imaginarlo, no siempre fue así. A principios del siglo XX el propietario del castillo era el Estado español. El 2 de julio de 1927 el Ministerio de la Guerra anunció que ya no tenía uso militar y decidió buscar comprador para venderlo por 700.000.- pesetas. Desde el Ayuntamiento se movilizaron con rapidez para impedir su venta por lo que el Alcalde Julio Suárez Llanos solicitó al Ministerio de Hacienda “la donación gratuita al Ayuntamiento de Alicante de la antigua fortaleza denominada Castillo de Santa Bárbara para convertirlo en parque de esta ciudad, completando la obra de repoblación forestal iniciada por el Estado en el Monte Benacantil”. De esto se hizo eco la prensa local (14 de octubre de 1927) en los periódicos El Correo y El Luchador. La preocupación era grande y mayor el deseo que el castillo fuera patrimonio de Alicante.

Por su parte, diversas personalidades de la ciudad y personajes del mundo de la cultura solicitaron por escrito al Gobierno la cesión gratuita propuesta por el Ayuntamiento de Alicante en sesión plenaria el 18 de septiembre de 1928. Así se reflejó en el Diario de Alicante de esa fecha. Esas personas fueron Manuel Senante, Rafael Altamira, Gabriel Miró, Oscar Esplá, Carlos Arniches, Luís Pérez Bueno, Manuel Díe Mas, José Franco Rodríguez, Salvador Canals, Fernando Alfaya, Señores Condes de Casas Rojas y Tomelloso y Marqués de la Hermida, Rafael Álvarez Sereix y Federico Carlos Bas. A su vez, desde el Ayuntamiento se solicitó al rey Alfonso XIII su intervención y se suplicó al gobierno para que el castillo Santa Bárbara no se vendiera y se cediera a la ciudad de forma gratuita.

En reunión del Consejo de Ministros del 26 de septiembre de 1928 se propone por Calvo Sotelo, Ministro de Hacienda, la cesión gratuita al Ayuntamiento de Alicante del castillo Santa Bárbara. Todo parecía indicar que se iba por el buen camino con esta cuestión. El 4 de octubre de ese año el Alcalde Julio Suárez Llanos recibió un telegrama de Calvo Sotelo en el que le comunicaba que “tengo el gusto de manifestarle que Su Majestad el rey ha firmado hoy el Real Decreto por el que cede a ese Ayuntamiento gratuitamente el castillo Santa Bárbara”. La noticia corrió como la pólvora generando un gran alivio y una gran satisfacción por todos los componentes del Ayuntamiento y representantes de la sociedad alicantina. La respuesta del Alcalde Julio Suárez Llanos fue inmediata: “Recibido telegrama anunciando V.S. firmado por S.M. Decreto cesión gratuita castillo Santa Bárbara, apresúrome en nombre de Ciudad y Ayuntamiento reiterarle honda gratitud, profundo reconocimiento. Alicante debe a V.S. esa gran merced que nunca olvidará porque ello satisface antigua espiritual aspiración”.

El acto de entrega efectiva se hizo el 7 de marzo de 1929 en el despacho de Francisco de A. Orengo, Delegado de Hacienda de Alicante, estando presentes autoridades civiles y militares. Entre las primeras participaron el alcalde Julio Suárez Llanos, el teniente de alcalde Ramón Guilabert, el arquitecto municipal Francisco Fajardo y el secretario Enrique Ferré; el jefe de la Abogacía del Estado Juan Martínez Blanquer, el administrador de Rentas Públicas Jesús Villazón y el tesorero José Cánovas; y entre las autoridades militares asistieron el teniente coronel José Mexía, el comandante de Ingenieros Eladio Ramírez y el comandante de Intendencia Arturo Sequeros. En el acta de este acontecimiento consta el traspaso del Ministerio de la Guerra al de Hacienda del monte Benacantil y del castillo y, a su vez, del Ministerio de Hacienda al de Fomento del mencionado monte. El cambio de titularidad del castillo a la ciudad de Alicante aún se demoró un poco porque antes tenían que hacer escritura pública e inscripción en el Registro de la Propiedad, así como había un trámite pendiente porque el Ayuntamiento había solicitado que se eximiera de la tributación de 168.000.- pesetas en concepto de derechos reales.

Por su parte el Conde de Guadalhorce, Ministro de Fomento, comunicó el 10 de abril la cesión del monte Benacantil a la ciudad, declarando “que, sin perjuicio que el monte quede sujeto al régimen vigente para los montes de utilidad pública del Estado, sea considerado como compatible con este carácter y quede destinado a parque urbano para uso del vecindario de la ciudad de Alicante, facultándole al efecto al municipio que le representa para realizar por su cuenta cuantas obras y trabajos estime convenientes para los servicios que ha de prestar, siempre que se lleven a efecto con sujeción a proyectos que previamente han de ser autorizados por este Ministerio y que se garantice, además, en todo momento la suficiente custodia requerida para el libre acceso que a él debe tener el vecindario”. Ya ven, no dejaban nada a la improvisación.

El 25 de abril el Ministerio de Hacienda denegó la exención en el pago de los derechos reales. La pela es la pela y a esto Hacienda no quiso renunciar. Por lo tanto, el 9 de mayo de ese año el Ayuntamiento de Alicante comunicó su conformidad de realizar el pago correspondiente. Qué remedio. Aunque ya saben que lo que bien empieza, bien acaba, y aquí la pretensión inicial era evitar la venta del castillo y conseguir su donación gratuita a la ciudad, como así fue.

Gracias a aquellas gestiones de unos y de otros, hoy la ciudad ostenta con orgullo la propiedad del castillo Santa Bárbara desde el que se hacen multitud de actividades públicas y privadas que engrandecen los ecos de la mucha historia que se ha producido entre sus muros.

La silueta del castillo Santa Bárbara, con su famosa cara del moro recortada sobre la roca, forma parte de la imagen de la ciudad desde tiempo inmemorial y así figura en su escudo. La ciudad es propietaria de un bien muy preciado por la ciudadanía alicantina y por todo el que nos visita. Bienvenido sea.

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