ALICANTE. Buena parte de la oferta cultural se ha caído o aplazado para más adelante. Muchos festivales y conciertos han sido reubicados en otras fechas. Lo mismo ha sucedido con las publicaciones de libro y sus presentaciones, sobre todo estas. En contraposición, en Crevillent, la Asociación de Creadores de Crevillent ha montado una doble exposición: Creadors 2020 y El cadáver exquisito, que se podrá ver hasta el 28 de septiembre en la Casa de Cultura José Lledó. El pintor Fran Javi Quesada explica la muestra El Cadáver Exquisito. “La iniciativa era un proyecto, de los muchos propuestos por la asociación, que requería un desarrollo más prolongado en el tiempo y una colaboración más activa entre los componentes de la Creadores de Crevillent (ACC)”, señala.
“En un principio se ideó para una exposición conjunta de los socios, pero debido a las medidas de prevención por la situación pandémica, decidimos integrarlo en un proyecto más global que llamamos Art al carrer, encaminado a espacios abiertos. La intención era acercar el arte al público volcándonos al exterior”, comenta. Por supuesto, todo esto tiene un inicio. “Partíamos del viejo juego surrealista Cadáver exquisito que intentaba liberar el arte de lo racional explorando el azar y lo inesperado”, comenta. “Aquellos artistas de hace un siglo se divertían en los cafés dibujando en la parte superior de una hoja en blanco, luego lo doblaban asegurándose que el siguiente participante no viese de su contenido más que algunos trazos. Este continuaba esos trazos para construir su propia imagen, y cuando terminaba doblaba su parte del papel y se lo pasaba al siguiente”, explica el pintor.
“Finalmente, se desdoblaba la hoja y lo que tenían ante ellos era una creación cooperativa que superaba en originalidad a la imaginación individual de sus participantes. La propuesta de la ACC en esta primera edición de Art al carrer, es un homenaje y reconocimiento a esa búsqueda de lo sorprendente, esa invocación al azar y a lo insólito”, señala Quesada. Pero el espectador también es participante. “Pero este juego participativo, donde a cada paso se pierde y se gana algo esencial, está incompleto. El último eslabón de la cadena es el más importante y el que le da sentido a todo: La persona que recorre este itinerario estético y emocional conectando las obras entre sí”.
El cadáver exquisito es un canto al descubrimiento, a la exploración, a acercarse al arte sin complejos ni miedos. “Cada persona está invitada, a solas o en compañía de amigos y familiares, a hacer el recorrido buscando las obras con la ayuda de un mapa que indicará su ubicación y el orden en las que se tienen que visitar”, comenta. “Una vez situado en cada emplazamiento se encontrará con una lona que muestra la imagen de la obra o una parte representativa, acompañada del título, autor y técnica o disciplina de la misma”.
El espectador es partícipe en todo momento, algo muy novedoso, una inmersión original para descubrir casi jugando. “En un extremo de cada lona figurará un código QR al que podrá tener acceso con su dispositivo móvil, y a través del cual podrá tener acceso a la obra completa en caso de que se trate de una producción audiovisual. Además este enlace revelará la palabra de origen y las conexiones de una obra con la anterior. O Se puede intentar descubrir estas conexiones por uno mismo y luego con la ayuda del código QR verificar si se estaba en lo cierto”, remata Quesada.
No es lo único que veremos en esta doble exposición. Creadors 2020, en la planta cero del complejo cultural, estará una exposición donde podremos ver los dioramas de Enrique Rosell. Un arte muy interesante el de recrear escenas en miniaturas. “Pues el tema de hacer maquetas me viene de niño”, comenta Rosell. “Recuerdo que con nueve años me regalaron las primeras. Luego me aficioné y compraba un montón, con el dinero que me daban mis padres, y a veces recogiendo botellas de cristal en las playas y metiéndolas en una máquina que había en un Centro Comercial, donde te las cambiaban por dinero. Estuve con este hobby hasta los veinte años más o menos, y luego por temporadas”, recuerda el autor.
El diorama resume una idea en una imagen, una narración en un instante. “Los dioramas o escenas son un paso más y me gusta mucho porque puedes desarrollar tu imaginación de modo casi ilimitado. Tienes que narrar una historia en un espacio muy reducido, con figuras, vehículos u objetos que venden en cajas comerciales y apoyarte también en la pintura, la técnica schasch (hacerlo por ti mismo) y cualquier material que se te ocurra”, comenta. Comenzar debe ser difícil, sobre todo para neófitos como yo. “Basta acudir a una página web o a una tienda de modelismo física, elegir algo que te gustaría montar, comprar pinturas y pegamentos especiales, tener un sitio donde trabajar (un escritorio o una habitación) y armarte de paciencia y desarrollar tu parte más creativa”. En el caso de Rosell ha presentado un búnker republicano que hay en Torrellano, y para lograr su realismo, también hay que documentarse. “Para los dioramas es interesante tener una mínima formación histórica o documentarte, en web o libros. Cada diorama es un trocito de historia, y con la práctica aprendes técnicas tanto de montaje como de pintura o de uso de diversos materiales”, apunta.
El mundo ha cambiado mucho, y en algunos casos Internet ha logrado ser el mejor escaparate para los artistas. “Creo que vivimos en una época de muchos cambios y posibilidades, ahora con Internet y las redes sociales las reglas del juego cambian”, señala el pintor, Pedro Piñero. “Lo que anteriormente te limitaba, en mi caso cerrándome muchas puertas, ahora la expansión de tus intervenciones puede alcanzar cualquier punto. La cantidad de posibilidades es abierta y tienes que decir “no” a muchas cosas”, comenta. Internet también ha sido bueno para el comprador de arte. “También hay muchas ventajas de comprar o adquirir una obra o encargo. La gente tiene la posibilidad de informarse sobre el artista, obra e intervenciones. El valor del arte está dentro de él, simplemente hay que saber dónde, cuándo, cómo y por qué”, señala Piñero.
La Asociación se mueve mucho y también han participado en el Primer Certamen de Corto de Crevillent. “Nuestra participación en este proyecto se debe a que la propuesta de la concejalía de cultura del Ajuntament de Crevillent, recayó en el cineasta de ACC, Roque Ortiz, que es en gran medida responsable del éxito del evento”, comenta Quesada. “Este a su vez fue ayudado por otro socio, Gonzalo Miralles, que es pintor, pero con experiencia en el ámbito del cortometraje, y que ejerció tareas de subdirección para este certamen. Gonzalo y yo también hicimos el cartel del certamen. Y en José Cuerda, presidente de la asociación, recayó el diseño de los galardones”, dice.
Un certamen que también contó con el premio de la Asociación. “Además la ACC por otorgó el premio que lleva su nombre al cortometraje con la propuesta más creativa e innovadora. El jurado de este premio estaba compuesto por los siguientes miembros: José Cuerda, Cristina Romero, Emiliano Mas, Antonio Pérez”. “Por ultimo destacar que el evento fue amenizado por los músicos Vanesa Belmonte y Fernando Más, que interpretaron bandas sonoras míticas del Cine, y que aunque no son socios, todavía, mantienen estrechos vínculos con la asociación”. Quesada, como ya ha dicho, también ha expuesto. “Podréis ver una pintura digital llamada Rubik I, que estaría dentro del circuito del Cadáver Exquisito en la planta intermedia de la casa de cultura. En la planta principal, como parte de la muestra colectiva de la ACC; tengo expuesta una obra en técnica mixta sobre tabla, llamada Scientists I”, explica el autor.
No podemos olvidar que esta exposición se está llevando a cabo en un nuevo contexto, un nuevo marco social. La nueva normalidad ha cambiado muchas cosas. “Es evidente que la gente, a pesar de las locuras del verano, sigue teniendo miedo… Es decir, mucha gente se lo piensa a la hora de acudir a eventos sociales, y no me parece ni bien ni mal. A nadie le agrada enfermar de nada”, comenta Rosell. La gente, pese a la situación, tiene ganas de disfrutar de eventos culturales. “El tema del Coronavirus aún está muy abierto, y no sabemos cómo va a evolucionar, si hacia esa supuesta normalidad o a un nuevo encierro. No creo que nadie lo sepa con seguridad. Pero me parece valiente y digno que el Arte y la Cultura en general, a pesar de todo, siga existiendo”, apunta el autor.
Parece que la cultura siempre es la primera en desaparecer en momentos de crisis, y la última en regresar, aunque siempre esté ahí. “Las crisis han atacado con mucha dureza y económicamente a muchos sectores sociales, y el Covid 19 ha rematado este panorama. Para mucha gente ya no se trata de si consumo arte o cultura, sino si voy a cenar esta noche o mañana tendré dinero para el alquiler, la luz o el gas… Y me cabrea profundamente esta situación, por lo injusta y cruel. El arte, sin una clase media formada y con unos buenos ingresos, como pasó en los 80, está tocado de muerte”, señala.
Y apostilla con amargura, “es difícil sacar proyectos que resulten rentables económicamente, en todas las disciplinas artísticas. Pero agradezco que, a pesar de todo, muchos ayuntamientos y medios se lo tomen en serio, y apuesten por asociaciones o artistas individuales, y crean (porque es cierto) que las personas no sólo necesitan pan y una manta, sino que necesitan alimentar también sus sueños, su sentido estético y su placer al contemplar algo que sea bello o que les de pistas o les resuelva conflictos internos… Hasta que la gente no entienda que los artistas somos las antenas de la sociedad, no se nos valorará como merecemos”, remata.
Con todo, una exposición colectiva siempre es muy valiente, por mezclar disciplinas, estilos y autores, una miscelania no siempre del agrado de todos. “Es muy enriquecedora”, apunta Quesada. “Ten en cuenta que entre las obras expuestas nos podemos encontrar con pinturas, cortometrajes, piezas musicales, cerámica, textos literarios, pintura de diferentes estilos, danza; hay piezas de artesanía en madera, vidrio, hierro…”, comenta el pintor. Es verdad que tantas destrezas y disciplinas juntas asombran por la cantidad de talento acumulado en un espacio. “A veces me quedo absorto mirando los trabajos de disciplinas que son muy distintas a la mía. Otras veces me quedo admirado por la técnica y los trabajos de mis colegas pintores. Intercambiamos ideas, surgen proyectos y siempre me quedo con algo interesante.
Y también abarca a un número más ingente de personas. “A nivel espectador, la variedad de las disciplinas y las distintas sensibilidades de los autores, aseguran que, como mínimo, este tipo de exposiciones no sean una experiencia aburrida. Siempre es posible encontrar algo que te guste y, con un poco de suerte, algo que te haga reflexionar o te conmueva”, señala.