PENDIENTE DE ESTRENO SU NUEVO ESPECTÁCULO JUNTO A SHARON FRIDMAN

El bailarín Carlos Peñalver: "La cultura se está viendo muy afectada cuando más falta hace"

20/03/2020 - 

ALICANTE. La historia de admiración entre el bailarín alicantino Carlos Peñalver y su mentor isralí Sharon Fridman surge hace un par de años. "Lo conocí en un workshop que hizo en Madrid; siempre lo he tenido muy en mis ojos", relata Peñalver. "A la semana, Sharon anunció en Facebook que necesitaba un bailarín para una obra suya dentro del festival Dansa València". El coreógrafo alicantino —director de la compañía de danza Over&Out, entre otras muchas responsabilidades— fue el escogido. "Me inspiro mucho en él: tengo una libreta que es solo de Sharon Fridman; todo lo que habla lo tengo anotado". Algo sensorial, explica. Al movimiento y a las imágenes que crea, a los paisajes, su manera de enfocar el arte. "Es una conexión intangible, difícil de explicar. Como una atracción de amor, incluso", confiesa Peñalver.

Y de ese sentimiento nace precisamente Punto a.k.a. Punto, el espectáculo de ambos que está previsto que se estrene en el Paraninfo de la Universidad de Alicante con nueva fecha, a falta de confirmación —se fijó para el 25 de marzo—, tras ser aplazado a causa de la cuarentena. Espacio, el de la universidad, en el que Peñalver desarrolla su creación como director del Aula de Danza. "Hace años que hacemos cursos y workshops juntos por el mundo. Me lleva con él. Sharon estuvo planteándose volver a las tablas, ya que quería dejar de bailar", reconoce el bailarín alicantino. 

Explica que el israelí —doble Premio Max, al Mejor Espectáculo de Danza de 2015 por Free Fall (Cía. Sharon Fridman) y a la Mejor Coreografía de 2019 por Erritu (Cía. Kukai Dantza), entre otros— se estaba dedicando solamente a la coreografía en los últimos tiempos. Y de este pretexto nace precisamente el espectáculo, con un fuerte sentido pedagógico, y que prevé viajar a otras universidades de España. "Decidió subirse de nuevo a los escenarios y componer un dúo conmigo, en el que cuenta su técnica, que ha desarrollado en sus diez años de investigación o más", avanza Peñalver. Una creación única, casi en directo —contempla partes de improvisación—, que recoge esas "pautas de contacto" que son el trabajo de Fridman, y donde sucede "la magia", concluye.

La actuación pretende contemplarse con la proyección de la película-documental NIDO. Una obra que ha llevado al bailarín israelí por diversos puntos del mundo —desde Cali hasta Hong Kong, pasando por París, con la cita próxima prevista para Jerusalén-, donde recluta a gente local, sean o no bailarines, para generar una comunidad y crear una obra en algún lugar representativo. "Lo bueno de la danza es que, al final, el lenguaje que utilizamos es el del cuerpo; cualquier persona puede hacerlo, sea cual sea la capacidad que tenga", asegura Peñalver. En este sentido, el alicantino recuerda que su compañero acaba de llevar a cabo una obra en Israel con siete u ocho participantes, todos ellos con alguna discapacidad física. "Ha hecho algo brillante; el trabajo de Sharon, que es tan humano".

Humanidad. A eso huele la idea del tándem perfecto del alicantino y el israelí. "Más que evolucionar es volver a los orígenes del ser humano, a la parte más animal". Un lenguaje que, además de identificarse como "contemporáneo", es propio, personal. Y más obligado que nunca. "Ahora la danza es más necesaria por el tema de unir, y no separar: el tema del coronavirus ha dejado salir muchos puntos de vista, como el racismo", confiesa. "Se está creando una burbuja de miedo que deja aflorar extremos", sigue denunciando Peñalver, que recuerda que la Cultura ya sufre su particular crisis vírica

"Se está viendo muy afectada estos días, cuando más falta hace", añade. "Es cierto que no es lo más adecuado reunirse ahora en teatros. Confiemos en que, cuando todo vuelva a la calma, se producirá un progreso mayor, y los artistas dejaremos de tener solo críticas". Tras su viaje a Macedonia, y entre muchos otros proyectos, no ha podido viajar a Perú esta semana pasada, donde tenía previsto otro espectáculo. "Si no cierra nada más, en abril, tenemos workshops en Lyon, Torino y Toulose", actualiza.

El festí de les bèsties, el 19 de mayo en el Paraninfo UA

Peñalver empezó a estudiar danza en Alicante. "Como está tan cerrado en este tema, uno se tiene que ir de aquí si quiere aprender y desarrollarse". Fue entonces cuando se marchó al Conservatorio de Madrid. "Como buen alicantino, que me encanta mi tierra, intenté empezar mis proyectos en casa. Llegué a un desierto. Pero me uní con el resto de mi equipo y creamos la Asociación Cultural Over & Out". 

"Queríamos que la gente supiera qué es la danza". Empezó a estudiar el Superior de Pedagogía, y ya está en el tercer curso. Y comenzaron a crear. "Salió la propuesta de fijar un laboratorio, un aula, de danza en la Universidad de Alicante, y quisimos apostar por ella". Propusieron la primera obra, La última cena; una apuesta arriesgada. "No sabíamos la universidad cómo funcionaba con estos temas, pero fueron muy abiertos y nos dejaron investigar nuestra forma", asegura. Un trabajo que a día de hoy ya da sus frutos. "En la UA nos estamos desarrollando a pasos agigantados, podemos investigar con gente que viene muy motivada, de Alicante, del Conservatorio, que no tiene más salidas aquí. Es un oasis en Alicante para la danza", detalla.

Las clases se imparten dos días a la semana, seis horas, en el Pabellón del Polideportivo, teniendo el Paraninfo como alternativa. "Además, podemos traer, todas las aulas, a tres o cuatro directores de escena, para que los alumnos se formen, y nosotros también". Asegura Peñalver que el talento desborda el campus. "Hay mucho, muchísimo", insiste. Junto con Federica Fasano, su asistente, tienen un claro objetivo. "Que todo el mundo pueda crecer; todos estamos enamoradísimos del aula". Ahora, con una fecha que esperan que no se modifique: la propuesta de El festí de les bèsties para el 19 de mayo. 

"Es algo muy festivalero y elegante", desvela. Un espectáculo que promete trasladar al público asistente a una época barroca, a modo de "gran vals" de nobles en la corte. "Están danzando unos con otros y llegan a un punto de separar lo racional para irse más a lo espiritual, a la máxima plenitud, en busca de las sensaciones. Hay saltos, acciones físicas entre ellos, y un vestuario muy trabajado", prosigue el director del Aula de Danza de la UA. "Señorial pero también atrevido, muy animal. Un barroco muy contemporáneo", finaliza. "Igual nos ponemos mascarilla, no lo hemos pensado; que la gente esté atenta", comenta, en un intento de hacer más llevadero el asunto que más preocupa, también, a los creadores de nuestros días.

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