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tribuna libre / OPINIÓN

El alcalde que no amaba a los escritores

14/09/2022 - 

Muy pocos de ustedes saben que el grupo municipal socialista presentó una iniciativa al pleno del Ayuntamiento de Alicante para que se le otorgara una calle a Almudena Grandes. Digo muy pocos porque los plenos municipales o los artículos de política tienen muy pocos seguidores. Así que comenzaré diciendo que este no es un artículo de política. Tampoco es un artículo sobre literatura: este artículo va de Kim Kardashian.

Menos de ustedes sabrán que el bipartito votó en contra de designar una calle a la gran escritora (me refiero a Almudena Grandes), si bien es cierto que las Juntas Municipales de Distrito pueden, de manera autónoma, iniciar ese expediente, y tampoco lo han considerado, por el momento. En mi intervención, no esgrimí razones de ideología, puesto que si Grandes merece una calle, flaco favor le haríamos si dijéramos que lo merece por roja y feminista. Qué feo que un político esgrima razones de ideología, proponga triquiñuelas partidistas desmereciendo el trabajo brillante de un científico, escritor, música o deportista. Qué feo y mezquino utilizarlo como ariete contra su adversario, lanzándolo al foso del olvido inmediatamente después de haberlo hecho astillas. Qué feo y ramplón exprimir el buen nombre de alguien para ponerlo en la palestra partidista, qué feo orillarlo por esa misma razón. Qué quinqui resulta. Dijo la presidenta del Congreso Meritxell Batet en 2019 ante la promesa o jura de la Constitución: “No se les pregunta por sus fobias, filias y aspiraciones. Sólo si prometen o juran acatar y defender la Constitución. Por favor, limítense a eso. Por qué o por quién lo hacen, es superfluo” (lean el artículo “Congreso o guardería” de Marías).

Pero yo les quería hablar de Kim Kardashian y a ello voy: hace muy poco murió Javier Marías. Su desaparición nos ha dejado huérfanos de esa “honda penetración en la naturaleza humana”, que escribía Domingo Ródenas en El País. Marías no era precisamente de izquierdas y yo no coincidía mucho con él en sus columnas, sin embargo, le alabo, entre otras cosas, su valentía por criticar al, según Marías, “megalómano de Aznar” en los oscuros tiempos de la Guerra de Irak. Leer cada domingo a quien te hace sentir incómodo porque no piensa como tú, produce el placer indescriptible del engrandecimiento de tu córtex cerebral.

Su valor como escritor es indiscutible, y su propuesta como Nobel, justa.  Escribe Antonio Lucas en El Mundo que “Marías deja un desacuerdo contra algunas cosas del presente”. En eso fue un hombre de estos tiempos inmediatos. No había domingo propio que no empezara con Millás y acabara con Marías. Ahora me resignaré solo a lo primero. Así que me he preguntado cómo nuestro alcalde no ha salido ya en uno de esos vídeos suyos a decirnos si disfrutó más con Corazón tan blanco o con Mañana en la batalla piensa en mí, cómo no ha anunciado que Javier Marías dará nombre a una calle en Alicante, la más oxfordiana que tengamos, por supuesto, para valorizarlo sin necesidad de reivindicarlo desde una u otra barricada. Pero no pasará, sostengo.

Y ahora me permito recordar que fue la II República la que colocó en 1935 una calle a Valle-Inclán, que tampoco era alicantino; fue la dictadura de Franco la que se la arrebató y fue un concejal franquista de apellido Peral el que la recuperó para la ciudad en los años sesenta. A ver si es que ahora, en la época de la mayor alfabetización digital somos más brutos que en la época de menor alfabetización analógica. Eviten responderme.

De la izquierda se pide creatividad, imaginación, porque la derecha ya es autora de dos obras maestras: la explotación de los trabajadores y la acumulación de la riqueza en unos pocos. Así que deberíamos pensar que quizá a los vecinos les gustaría mucho más vivir en la calle Los aires difíciles o en la calle Los enamoramientos. De esa manera es posible que algunos, aunque solo algunos, se pregunten por qué demonios se llama así su calle, y quizá alguna vecina lectora se lo termine aclarando, y así de vecino en vecino, y hasta termine alguno de ellos en una librería comprando una de esas dos novelas, orgulloso de vivir en una calle de título tan evocador.

Así no caeremos en la mezquindad de utilizar el nombre de nadie para nuestras cuitas en un pleno, haciendo del Salón Azul otra escoleta. Dice Pilar Reyes que Javier Marías “tenía una novela si tenía el primer párrafo”. Quizá va siendo hora de que empecemos a tener el primer párrafo de unas calles con nombres que reflejen el respeto y la admiración por las personas que lo merecen sean de izquierdas o de derechas; o en caso contrario, quizá sea hora de desabrocharnos la blusa, buscar nuestro corazón con la punta de la pistola y dispararnos justo ahí, como escribió Marías.

 Si se da ese último y fatal caso, pronto tendremos una calle en Alicante dedicada a Kim Kardashian, que es de lo que venía a hablarles.

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