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el billete / OPINIÓN

El 8%

8/12/2019 - 

En febrero de 2016 publicamos en la revista Plaza un reportaje sobre el negocio de las resonancias magnéticas en los hospitales públicos valencianos, un regalo primero del gobierno de Zaplana y luego del de Camps a costa de la maltrechas arcas de la Generalitat —de nuestros impuestos— que dura ya 20 años y que ha beneficiado principalmente —hasta donde sabíamos— a dos familias encabezadas por Vicente Saus Mas (Eresa) y Carlos Paz Figueroa (Inscanner-Beanaca), este último fallecido en 2012. (Por si quieres leerlo, está disponible aquí: parte 1 y parte 2)

Nos parecía un escándalo que la UTE Erescanner Salud, controlada por Eresa (Grupo Ascires), la empresa de los Saus, explotara las resonancias públicas a un coste mucho mayor que en los pocos hospitales donde se mantenía la gestión pública —la colaboración público-privada se justifica por el menor coste—, con más resonancias por 1.000 habitantes que en ningún lugar de España, sin prácticamente ninguna vigilancia por parte de la Conselleria de Sanidad, con 'errores' de facturación a favor de la empresa... Todo esto se supo después de sendos informes de la Sindicatura de Comptes (2013 y 2016) y uno de la Intervención General. ¿Y qué pasó? Pues nada.

Cuando publicamos el reportaje faltaban dos años y tres meses para que terminara el contrato de diez años de la UTE y la entonces consellera de Sanidad Universal y Salud Pública, Carmen Montón, dijo con toda lógica que faltando solo dos años no valía la pena iniciar un largo proceso para anticipar la reversión, con suerte unos pocos meses, con el riesgo de recursos judiciales que ello conlleva.

El problema es que llegado el final del contrato, el día 31 de octubre de 2018, la reversión no pudo realizarse porque la Conselleria no estaba preparada, no le había dado tiempo en dos años y tres meses. Pero llegado el 8 de diciembre de 2019 seguimos igual y sin visos de que Ana Barceló vaya a hacerse la foto de la reversión antes de que la cesen, no por esto, que esto no preocupa en el Palau, sino por las listas de espera y lo de Dénia.

Así, la UTE Erescanner sigue haciendo caja ya sin contrato —y sine die— después de haber ganado en once años más de 125 millones de euros, con una rentabilidad cercana al 30%, eso sin contar los beneficios de Eresa, Inscanner y Beanaca, los tres partícipes de la UTE que realizan las pruebas. Cuando, acabado el contrato, Sanidad les rogó que rebajaran las tarifas un 50% para situarse en precios de mercado, los Saus y compañía solo accedieron a bajarlo un 17% a pesar de que ya tienen amortizadas las máquinas.

Decía que en el Palau de la Generalitat no preocupa esta sangría económica que sí preocupaba al principio de la legislatura. Pero como los Saus tienen don de gentes, igual que en su día se congraciaron con admirable discreción con los BlascoPaco en la Diputación, Rafa en la Conselleria y Sergio en el Hospital General— o con los consellers de Sanidad del PP, ahora se han camelado al PSPV gracias a intermediarios y conseguidores de dentro y de fuera, culminadas por una provechosa misión comercial de Ximo Puig a Canadá organizada por la Cámara de Comercio de Valencia hace dos años. Provechosa para Lorena Saus, que tuvo que recorrer 12.000 kilómetros para convencer a Puig cuando lo tiene a 1.200 metros de su oficina. Pero valió la pena.

Cada vez más solos, esta semana hemos revelado que cuando se adjudicó el concurso de casi 500 millones de euros en 2008 alguien se llevó el 8%. Pocos días antes de adjudicarse el concurso a la UTE Erescanner Salud —la oferta más cara—, los socios constituyeron la unión temporal de empresas y cinco minutos después modificaron su composición para dar entrada a una sociedad pantalla, Uvecuatro. Tres años después los Saus, que eran los asesores de Uvecuatro, compraron la empresa y la hicieron desaparecer, aunque algún rastro ha quedado en el Registro Mercantil. El precio, si se respetó lo establecido en el pacto de socios, fue de al menos 4,6 millones de euros.

La firma 'invitada' —me dice alguien conocedor del sector que "invitada" es el adjetivo que se utilizaba en aquella época, cuando era habitual 'invitar' a amigos a disfrutar del pastel de los grandes concursos— estaba administrada por empresarios distribuidores de material oftalmológico que olvidaron poner en el objeto social de Uvecuatro que se iba a dedicar a las resonancias magnéticas. Que el conseller que adjudicó el contrato, Manuel Cervera, fuera oftalmólogo de profesión es pura coincidencia. Lo relevante es que los administradores no eran los dueños de la empresa.

La revelación de que alguien fue invitado a disfrutar del 8% de aquel contrato no ha provocado ninguna reacción política en al amplio arco parlamentario valenciano. Ya ni Compromís se anima, y eso que Isaura Navarro está ahora dentro de la Conselleria y tiene acceso a todos los expedientes. Tampoco ha habido ningún seguimiento en el resto de medios de comunicación, lo que me lleva a pensar que el tema no interesa más que a nuestros lectores, que han sido muchos.

Tal vez se animen cuando publiquemos los nombres de los agraciados, que los publicaremos porque al final todo se sabe y tenemos mucha paciencia. La prueba de nuestra paciencia es que Valencia Plaza ya ha conseguido los papeles que lleva tres años buscando y este lunes publicará otro escándalo que a nadie importará porque hace mucho de eso y los protagonistas ya no están en el candelero. Seguimos.

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