No somos un cuerpo muy corporativo. Es más, nos gusta ir por libre y presumimos de independencia y autonomía en la mayoría de los casos. No sé si es porque en la actualidad la profesión está pasando un momento de desprestigio y queremos enderezar las cosas o bien porque nos hemos acordado de que tenemos unos principios y queremos recuperarlos. El caso es que en la Asamblea de la Federación de Asociaciones de Periodistas de España (FAPE), celebrada recientemente en Algeciras, donde nos han tratado con auténtico cariño, hemos estado de acuerdo casi al 100 % y hemos aprobado las resoluciones presentadas, la mayoría por unanimidad.
El presidente de la FAPE, Nemesio Rodríguez se dirigió al medio centenar de representantes de distintas asociaciones de toda España para alertarnos sobre un problema que ya tenemos instalado y que, en su opinión, va a ir a más en los próximos meses. Se trata de la polarización que se vive en la política española y que ha conseguido contagiar a periodistas y medios.
Si seguimos la senda de este “estás conmigo o estás contra mí”, lo único que estamos alentando “es al odio, y el odio lo que consigue es dividir a la sociedad. Debemos estar muy atentos a los discursos de odio, que son la antesala de los delitos de odio”, en palabras de Nemesio Rodríguez. Aviso a navegantes, porque hay que parar la bola de nieve antes de que se haga más grande y arrastre en su caída a todo lo que encuentre en su camino.
Pero no nos engañemos. Tanto medios como periodistas queremos la atención del consumidor de información y si no tenemos una buena historia, pues recurrimos al titular que llame la atención para sumar otro click en nuestra noticia y fomentar la confrontación. Es un tema goloso porque arrastra a mucha gente. En este punto el presidente de la FAPE nos recordó algunas cuestiones de nuestro Código deontológico que a veces guardamos debajo de un cajón para no verlo: veracidad, fuentes fiables y contextualizar la noticia.
También estuvimos absolutamente de acuerdo en un asunto que no habría ni que haber mencionado por evidente. Que somos los periodistas los que tenemos que decidir qué preguntamos o no a los políticos. Que tengamos que decir esto para que los políticos entiendan que nosotros tenemos que hacer nuestro trabajo, que es preguntar y que ellos tienen que hacer el suyo, que es contestar, parece mentira. Contestar significa una respuesta; si la saben, darla, y si no, reconocer ese vacío. No contestar no es una opción para quiénes, como nosotros, los periodistas, nos dedicamos a transmitir a la sociedad las noticias de interés. Información es conocimiento. Conocimiento es capacidad de decisión y capacidad de decisión es democracia.
Y la lucha contra estos atropellos pasa necesariamente por la alfabetización mediática. Necesitamos sí o sí una población con recursos suficientes que les permita contrastar una noticia, poder verificarla, saber si es un bulo y conocer dónde encontrar información veraz. Que sepamos que todo lo que nos llega a través de nuestros dispositivos no siempre es verdad, que hay intereses detrás de muchas de las informaciones que nos mandan para alterar nuestra visión de la realidad.
Y ya vamos tarde en esa alfabetización mediática. Poco a poco vamos conociendo relatos de antiguos trabajadores de grandes plataformas que reconocen que algunas informaciones difundidas en sus redes están afectando a los jóvenes y no tan jóvenes. Y esa maquinaria manipuladora no para de crecer. Los centros educativos y las administraciones deben ponerse en marcha ya para que esto no se nos vaya de las manos y que poco a poco, sin darnos cuenta, nos volvamos una sociedad sin criterio y consumidora de todo lo que le llega sin cuestionarse nada.
La Asociación de periodistas de la provincia de Alicante (APPA), consciente de esta necesidad, ha organizado en Elda un curso para la tercera edad donde se han impartido clases sobre detección de bulos, verificación o desinformación, entre otros contenidos. Nuestros padres y abuelos están deseando aprender, así que ayudémoslos.
Y que esta necesidad no caiga en saco roto. Que la duda esté presente en nuestras cabezas para que una mentira no nos tape la verdad.
Ransomware, ataques a las cadenas de suministro, explotación y uso indiscriminado de 'fake news'… son conceptos que hay que tener muy en cuenta