VALÈNCIA. En abril del año 2000 comenzaban las emisiones de Gran Hermano en Telecinco, la versión española del formato Big Brother y el reality que más audiencia ha tenido durante más de veinte años, veinte años de participantes de todo tipo y donde la casa y cada una de sus estancias terminaron por acaparar protagonismo como si de un personaje más se trataran, desde el confesionario al salón pasando por las escenas más tórridas en los dormitorios, los espacios ocultos, el jardín o ese lugar propenso a las discusiones grupales llamado cocina.
Cada habitación se convirtió así en un escaparate para el prime time o para los seguimientos 24 horas del programa, y empresas del sector del mueble, el textil o la iluminación encontraron en la casa de Gran Hermano una nueva forma de exhibir su producto. El product placement de las series o el cine aplicado a la telerrealidad donde sofás, lámparas o edredones pasaban a veces a tener más protagonismo que los concursantes que se comportaban como auténticos muebles. Eran los otros habitantes de la casa de Gran Hermano.