EL SPRING FESTIVAL 2017 SE SALDA CON NÚMEROS DISCRETOS Y NO ACABA DE DESPEGAR 

Despedidas de Soltero 5 – Spring Festival 0

21/05/2017 - 

ALICANTE. El tiempo heróico de los festivales indie ya pasó. Como decía un amigo, ya no es hora de jugar a indios y vaqueros, juego ya obsoleto gracias a la corrección política  (aunque en serio, ¿quién quería ser un vaquero, a parte de los Boys don’t cry?). El tiempo en que se aceptaban los pedregales, los cenagales, los horarios con retraso, los sonidos muertos, los camareros sordos, las medidas de seguridad intimidadoras, el tiempo amateur acabó. Ahora mismo, cualquiera que asuma la responsabilidad de organizar un evento con las características de un festival pop-rock multi-escenario y al menos 16 horas de duración, tiene al menos un centenar de máximas de obligado cumplimiento, asequibles desde el capital intelectual acumulado de todas las experiencias habidas hasta el presente. Sólo hay que quedar y tomarse una cerveza con los que se llevaron los palos de los primeros envites, seguro que al menos un decálogo de imprescindibles sale. 

Con el Spring Festival de Alicante, nos encontramos no sabemos si ante un “quiero y no puedo” o ante un “puedo, pero no me da la gana”. Después de nueve ediciones, sigue manteniendo ese espíritu pionero, cuando los colonos ya tienen conexión a internet y agua corriente. La ambición es un gran motor, pero hay que distinguir entre ambición y avidez.

El Spring Festival de 2017 nacía con la ambición de llenar hasta el último de los rincones de la marina de Alicante,  con el público más indie y más bailongo de la ciudad y alrededores. Un espacio privilegiado y difícil a partes iguales. Llegado el día, de los 10.000, incluso 20.000 asistentes previstos con la boca pequeña de la ambición indomable, apenas 5.000 entradas vendidas y un goteo de afluencia a lo largo del día. 

Se jugó todo a la presencia en el cartel de pesos pesados en el indie-pop hispano,  como Love of Lesbian (con ellos se alcanzó el pico de afluencia, superando los 7.000 asistentes) , y algunos nombres a punto de entrar en este furibundo star system independiente, como Viva Suecia, el grupo que sustituye a Izal en la casuística del petardazo incomprensible (no por falta de calidad, sino por falta de madurez en su sonido y su identidad), Carlos Sadness (este sí con una identidad muy definida, pero también con el viento en contra de la crítica más purista) y Fuel Fandango (de quien pocos dudan, pero con una proyección internacional por encima de las entendederas patrias). Para completar el menú, apuestas de oído, como el inconmesurable Amatria, el miniescenario para los grupos emergentes surgidos del concurso convocado por la Escuela de Rock de la Universidad Miguel Hernández, o acoger en un escenario propio a la tournée de dj’s ibicencos, captando clientes para la temporada estival, con la guinda de un histórico internacional,  el house progresivo de John Digweed.

Los ilicitanos Aardvark Asteroid estrenaron el escenario principal, el IndieStage, con algunos titubeos todavía en los horarios, con su power-pop con gotas mod cada vez más sólido y adquiriendo personalidad definida. El modelo de alternancia, aprovechando el tiempo de cambio de bandas para insertar pinchadiscos de reconocido prestigio local en el mismo escenario, con la idea de mantener el público activo, fue ajustandose a lo largo de la tarde, Oscar Mina y Carlos B-Side a los mandos de la mesa. El ciudadrealeño Joni Antequera subió su proyecto Amatria a este IndieStage a una hora tal vez demasiado temprana para su electro-pop bailable y comprometido. Viva Suecia transitaron por su colección de temas coreables, ya con un nutrido grupo de público ante el escenario, pero demasiada luz a sus espaldas, mientras que Carlos Sadness ofreció una actuación pulcra, con buen sonido (buen sonido que osciló a lo largo de la tarde noche como las olas del mar que rodeaba el recinto), tocó canciones de todo tipo, con temas que no tocaba nunca porque decía que no le daba tiempo, y charló mucho con el público entusiasta que se agolpaba cerquita del escenario y su fabulosa melena, agradecido de lo especial del momento, ya que sus visitas a la ciudad habían sido a la sala Stereo, donde no podía convocar “tanta gente”. Consciente de que se encontraba en familia, con sus fans más fieles, les confesó que estaba trabajando en un nuevo disco. 

Con el último resplandor del día llegó el tumulto. Puede que todos los críticos del indie mainstream tengan en su punto de mira a Love of Lesbian, pero ninguna banda de pop-rock hispana ofrece ahora mismo un show como el de Santi Balmes y sus chicos. Su principal valedor es que demuestran que les gusta estar encima de un escenario, a todos y cada uno de ellos, Julián, Jordi, Joan Ramon, Oriol, cada uno tiene su momento de protagonismo y, por encima de todos o, más bien, por delante, más como un showman que como un frontman, Santi Balmes y su personalidad deshinibida. Con una estética de steampunk cachondo empezó jugando a las sombras chinescas desde detrás de un biombo que ocupaba el centro del escenario, sirviendo de pantalla de proyección durante todo el concierto. 

LOL son un grupo que gusta de las tablas y no se pone por menos de un par de horitas, que fue el tiempo concedido a los fans alicantinos, dos horas que les dieron para desgranar algunos temas de su último trabajo de larga duración, el Poeta Halley, como Bajo el volcán, Cuando no me ves, Los males pasajeros, I.M.T. (Incapacidad Moral Transitoria) o el cierre de la actuación, Planeador, junto a un selecto grupo de aaaaahhhs y ooooooohs, temas esperados y deseados por un público ávido de saltar y agitar manos en comunión coreográfica: el Noches reversibles de Cuentos chinos para niños del Japón, los Seres únicos de La noche eterna. Los días no vividos, o las memorables 1999, Allí donde solíamos gritar y Club de fans de John Boy, de 1999. Incluso hubo tiempo para el Manifiesto delirista del reciente Nouvelle Cuisine Canibal y, cómo no, para el comulgatorio Los toros en la Wii (fantástico), con su final de fuegos de artificio de oropel y un eterno “fantástico” coreado hasta la extenuación. LOL no defraudan a sus fans, sólo hay que ser uno de ellos. Se echó en falta un bona nit alacantins, en un Santi tan dado a estas sensibilidades, aunque no faltó alguna que otra puya al mal de los tiempos, los políticos cleptómanos.

Tras LOL vino el éxodo. El kilómetro largo de malecón que había que recorrer para llegar al recinto, sin apenas señalización, sin una mísera sombra, el camino de redención del peregrino que podía recorrer (con vuelta atrás) todo aquel que hubiera pagado los 5 euros extra de la pulserita para “entrar y salir”, sirvió para descompresionar la esplanada frente al escenario principal, con su zona de pedregal incluida, que fue ocupada por el irredento de incondicionales de Fuel Fandango.

Mientras tanto, en la otra punta del recinto, solapando a menudo el sonido entre los dos escenarios, el StageSpace on Tour mantenía a su público fiel, con una selección de los mejores Dj’s ibicencos, Gonzalo Menoyo, Mario Biani, una sorprendentemente fresca y contundente B Jones, que empezó a calentar los motores abdominales de los irredentos del techno, para seguir con Javi Bora, Marc Maya y Camilo Franco, hasta las sesiones definitivas, las de Coyu y John Digweed, tal vez demasiado tardías para el público festivalero, que fueron disfrutadas, principalmente, por aquellos que aprovecharon los descuentos de última hora para unirse a la fiesta. ¿Premeditado? , tal vez.

Volviendo al Indie Stage, Ale Acosta y Nita, junto a Carlos Sosa, ofrecieron un sólido y compacto set Fuel Fandango, con temas principalmente de su reciente Aurora, culminados con un bis a petición propia (“un tema más, ¿es que se han perdido las buenas costumbres?”), ese Salvaje de “caballos en la niebla”, con homenaje implicito al Riders on the Storm de Jim Morrison y The Doors. El techno-funk de los FF no tenía nada que desmerecer bass endiablado del stage electrónico, la presencia en el escenario de Nita es un sismo que no desmerece el de algunas divas del soul, aunque su interacción con el público se limitara al aullido ¡Alicanteeee!!!  antes y después de cada tema… a veces dio la sensación que incluso en medio de alguno de ellos.

El resultado de este Spring Festival 2017 ha sido una victoria total del tardeo y el turismo de despedidas de soltero/a. Al menos cinco populosas multitudes con camisetas de “Chocho se casa”, “Mi amigo Félix se casa, los lobos estamos disponibles” ,  “Vamos Olegario, que esto se acaba pronto”, o zapatillas estroboscópicas, habían decidido recurrir al evento, en un curioso paquete de “tardeo indie” o “despedidas indie”. 

Lo de las zonas VIP, los camareros quemados/malencarados, la cerveza escaseando ya al principio de la actuación de Fuel Fandango, o los miembros de seguridad a punto de hacer un involuntario stage diving, mejor lo dejamos para otro año. Long live bachelor parties Spring Festival.

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