ALICANTE. El fin de semana del 7 al 8 de abril volverá a las instalaciones de la Institución Ferial Alicantina (IFA) uno de los eventos más celebrados, coloristas y multitudinarios de los celebrados en el ámbito de la cultura. El Salón del Manga y Cultura Japonesa de Alicante, cuyos organizadores se esfuerzan, desde 2011, un trocito de Japón, dando especial importancia a su cultura tradicional pero sin olvidar el manga y el anime. La riqueza de la cultura japonesa es el canal perfecto para conseguir una forma de entretenimiento didáctica y divertida. El objetivo es difundir y enseñar la cultura japonesa a través de las más de 200 actividades que se desarrollan durante el evento.
16 zonas donde encontrar un lugar donde desarrollar tu estima por el imaginario nipón:
El Escenario Principal, sede de los concursos de cosplay, karaoke, dance y conciertos; el Escenario Secundario, donde se podrán ver conciertos de pequeño formato, concursos de conocimiento o exhibiciones; el Auditorio, zona reservada a los invitados, con las conferencias y actuaciones, que contará con la presencia del Cónsul General del Japón en Barcelona, el Hble. Sr. Naohito Watanabe, diplomático, novelista y traductor, Kei Matshushima, encargado de Asuntos Culturales del Consulado General del Japón en Barcelona, o el artista experto en caligrafía japonesa shodou y sumi-e Mitsuru Nagata, entre otras; la zona Polivalente 1, destinada a conferencias sobre manga y Japón; la zona Polivalente 2, con masterclasses, talleres de artistas o pequeñas conferencias; la zona Matsuri, una de las más concurridas, seguramente, un festival con juegos y gastronomía tradicional japonesa; el Tatami, con exhibiciones y talleres de artes marciales japonesas; la zona de Videojuegos, con más de 100 puestos de juego libre y torneos; 2 zonas de Talleres didácticos, dedicadas respectivamente a la lengua y escritura japonesa y otros temas de esta cultura, el primero, y al manga, el anime y el cosplay, el segundo; 4 Talleres de manualidades de carácter general, dedicados al cosplay, el manga y el anime, a las manualidades rápidas, y uno especialmente dirigido al público infantil; la zona de Juegos de mesa y rol, ya que no todo es Japón, un pequeño rincón donde disfrutar de la épica; y para los participantes más atrevidos, la Zona de combate, con torneos de soft-combat, exhibiciones y otras actividades ajenas a Japón.
Dos días repletos de aroma de ramen, crisantemos y cerezos en flor.
La cultura japonesa es un imán del que es difícil sustraerse. En fechas recientes, una conocida superficie de venta de libros tenía en su mismo centro una isla dedicada a bibliografía nipona, libros de arte, de gastronomía, literatura, cómic. Ante la pregunta por la razón de esta selección (tal vez por la cercanía del propio Salón), la respuesta fue mucho más sencilla: "Muchos de los trabajadores de la tienda estaban interesados en Japón, y decidieron que seguro que tendría interés para los clientes".
Tal es el interés que ahora mismo no se hace difícil convertirse en nipón por unos días, consumiendo en exclusiva diferentes productos de su factoría cultural, aunque no se hable ni se lea una sola palabra de japonés. Hemos hecho la prueba y aquí está la muestra, una pequeña selección del deseo de ser nipón.
Tras el traumático final de la Segunda Guerra Mundial, más de medio millón de soldados estadounidenses fueron desplazados a Japón, como fuerzas de ocupación, para su formación, la Office of War Information y la Office of Strategic Studies encargaron a una de las antropólogas más eminentes, junto a Margaret Mead, Ruth Benedict, autora de Patterns of Culture, la elaboración de un "estudio para describir el idioma y la mentalidad japonesas". De este encargo surgió El crisantemo y la espada. Patrones de la cultura japonesa, editado en castellano por la editorial Alianza, en su colección El libro de bolsillo. Obra de lectura imprescindible para una primera aproximación a la mentalidad nipona, en él se puede leer el siguiente fragmento: "El modo japonés de enfocar la vida es justamente aquel que expresan las fórmulas del chu, ko, giri, jin y los sentimientos humanos. Para ellos, ‘el deber total del hombre’ está parcelado, como un mapa que se divide en distintas provincias. Según afirman, la vida individual consiste en el ‘círculo de chu’, el ‘círculo de ko’, el ‘círculo de giri’, el ‘círculo de jin’, el ‘círculo de los sentimientos humanos’ y muchos más. Cada círculo tiene su código especial detallado, y un hombe no juzga a sus semejantes atribuyéndoles una determinada personalidad, sino diciendo de ellos que ‘no saben lo que es el ko’, o ‘no saben lo que es el giri’. En lugar de acusar a un hombre de ser injusto, como haría un occidental, especifican el círculo de comportamiento que no ha cumplido. En lugar de acusarle de egoísta o despiadado, los japoneses nombran la provincia particular cuyo código ha violado. No invocan ningún imperativo categórico ni ninguna regla de oro".
Estas características socioculturales hacen que, a pesar de las muchas coincidencias de comportamiento que el avance de la tecnología ha estrechado entre japoneses y occidentales, a veces sea difícil entender algunos códigos de conducta, y su narrativa sea considerada exótica.
Ejemplos de ello lo podemos encontrar en algunas novedades editoriales recientes.
La editorial barcelonesa Sajalín ha acometido la publicación de la obras del autor Osamu Dazai (Kanagi, 1909- Tokio, 1948), que alcanzó notoriedad justo al publicar tras la Segunda Guerra Mundial dos obras capitales, Indigno de ser humano -editada por Sajalín en 2010 y reeditada con éxito en 2017), y El declive (Sajalín, finales de 2017). En esta última se narra en primera persona la rebelión de Kabuko, una joven descendiente de una familia noble del barrio tokiota de Nishikata, caida en desgracia tras la guerra, que decide luchar contra la vieja moral en una última tentativa de escapar de una asfixiante existencia. La prosa directa y desnuda de Dazai se nutre de la mitología japonesa y de la modernidad a partes iguales, lo que no le sirvió para digerir su éxito, ahogado en alcohol.
En el campo de la filosofía, un grupo de pensadores de la Universidad Imperial de Tokio, se preocuparon por sintetizar la cultura oriental y occidental, desde la Grecia antigua a Heidegger, desde el budismo a la cultura japonesa contemporánea. Kitaro Nishida, Hajime Tanabe y Tetsuro Watsuji fueron sus principales valerores. Watsuji (Himeji, 1889- Tokio, 1960), dedicó parte de sus reflexiones a la climatología y su importancia en la formación del carácter. "La geografía y el clima conforman la realidad individual y social (relaciones con la naturaleza, carácter, arte, religión), es decir, su sistema de actitudes y valores". Las propuesta de Watsuji tomaron forma de libro en Antropología del paisaje. Climas, culturas y religiones, editado por la salmantina Ediciones Sígueme en 2016.
La poesía es, sin duda, uno de los géneros que más ha traspasado las fronteras de la lengua, a pesar de su dificultad, precisemante gracias a aquella máxima de traduttore, traditore, con una proliferación de autores occidentales dedicados a pergeñar haikus como si fueran sudokus literarios. Pero recientemente se da cada vez más el caso de excelentes traductores y traductoras de japonés occidentales, que trabajan junto a traductores japoneses, para dejar constancia lo más precisa posible de la delicada lírica oriental. Ejemplo de ello es la reciente publicación por la valenciana Editorial Pre-Textos del poemario En la quietud del mundo, de Shinkichi Takahashi (Ehime, 1901-Tokio, 1987), introductor, junto a Jur Tsuji, del dadaísmo en la literatura japonesa, en traducción de José Luís Fernández Castillo y Kyoho Mizoguchi: "Oigo el eco del martillo, / el pleno eco, esperanzado, del martillo".
En el mundo del cómic ha penetrado como la afilada hoja de un cuchillo Gyutoh la fortísima industria del manga japonés, pero no todo el manga es acción, ni infantil, como gran parte del público conoce, y dos ejemplos magníficos de ello se encuentran en la edición por parte de las editoriales Astiberri y Gallo Nero de dos clásicos de los subgéneros manga gastronómico y gekiga (movimiento alternativo de cómic japonés), de los que ya hemos hablado por aquí, en las figuras, respectivamente, del tándem Jiro Taniguchi (Tottori, 1947- Tokio, 2017) / Masayuki Kusumi (Tokio, 1958), y su El gourmet solitario, y Masahiko Matsumoto (Osaka, 1934-Tokio, 2005), con La chica de los cigarrillos.
Para acabar, un par de referencias al audiovisual. La primera, aún, en forma de libro, ya que la ya citada editorial madrileña Gallo Nero publicó en 2017 los escritos sobre cine de uno de los grandes mitos de la cinematografía nipona, Yasuhiro Ozu (Tokio, 3 de diciembre de 1903-Tokio, 3 de diciembre de 1963), en un volumen titulado La poética de lo cotidiano. Escritos sobre cine.
Con una naturalidad y una honestidad pasmosas en el autor de obras cardinales en la historia del cine, como Primavera tardía (1949), Cuentos de Tokio (1953) o El sabor del sake (1962), declara que se hizo director simplemente por hambre: "Hoy en día los jóvenes lo tienen difícil para convertirse en cineastas. Yo he sido verdaderamente afortunado porque lo conseguí gracias a un plato de arroz con curri", el plato destinado a los directores, y que los asistentes ansiaban.
Y la última, sí, una propuesta puramente audiovisual. Tal vez podría considerarse un subgénero, dentro de la ficción japonesa, el cine y la televisión dedicadas a la gastronomía, tal vez emparentada como en ninguna otra tradición con el cómic. Si hay una serie que se está llevando el gato al agua ahora mismo es la producción propia de Netflix japón Midnight Diner: Tokyo Stories, basada justo en el manga gastronónimo homónimo de Yaro Abe. Una pequeña izakaya con solo 12 asientos, llamada Meshiya, en el barrio de Shinyuku, Tokio, un pequeño santuario gastronómico que abre cuando el resto de restaurantes cierran, de doce a siete de la mañan, regentada a los fogones por el Maestro, que únicamente ofrece en su carta para noctámbulos sopa de miso con cerdo, pero que si tienes los ingredientes, te prepara lo que te apetezca. La noche, la cocina, las pequeñas historias familiares, un lugar donde confesarse, un lugar donde refugiarse. Protagonizada por Kaoru Kobayashi como The Master, Joe Odagiri y Mansaku Fuwa como parroquianos habituales, y una extensa nómina de peculiares y fascinantes clientes de paso. 4 temporadas, 40 episodios, sin doblaje, sólo con los subtítulos como guía. Los diálogos son importantes, también la narración en off del Maestro, pero casi ni haría falta, con la gestualidad contenida y la magnífica puesta en escena de cada episodio, que cuenta con sus guionistas y directores propios. Japón condensado en un plato de sopa.