ALICANTE. Hace unas semanas, en este mismo espacio, escribí sobre el origen de la festividad de la Santa Faz o día de la 'Peregrina', celebración que hunde sus raíces en el 17 de marzo de 1489, fecha en la que, durante una rogativa, la reliquia de la Santa Faz protagonizó el conocido como “milagro de la lágrima”. El suceso tuvo lugar donde hoy se levanta el templo donde se venera, junto al antiguo cauce del barranco de Lloixa. Desde entonces, el pueblo de Alicante ha celebrado el día de la Santa Faz con una romería que, en las últimas décadas, se ha convertido en una celebración multitudinaria y muy popular.
Según el calendario litúrgico de la diócesis de Orihuela Alicante, esta romería se celebra el jueves de la segunda semana de Pascua, es decir, dos jueves después del Domingo de Resurrección. De esta forma, la fecha de la festividad de la Santa Faz puede oscilar entre el 2 de abril y el 6 de mayo. Tal como expliqué en el artículo del pasado 20 de marzo, el día de la Santa Faz se celebró coincidiendo con el 17 de marzo hasta el año 1751. A partir de 1752 y salvo un breve paréntesis entre 1811 y 1813, “la Peregrina” pasó a celebrarse 11 días después del Domingo de Pascua, fecha en la que sigue celebrándose en la actualidad.
Mas, si el primer milagro atribuido a la Santa Faz tuvo lugar un 17 de marzo y durante más de 260 años la festividad se celebró en dicho día (entre 1490 y 1751), ¿por qué razón actualmente se celebra el segundo jueves después de Pascua? Durante mucho tiempo, se atribuyó erróneamente el cambio de fecha a una disposición acordada en el tercer sínodo de Orihuela, celebrado en 1663. Sin embargo, el historiador Enrique Cutillas Bernal (1940-2003), demostró en 1995, en su tesis doctoral, que, pese a la disposición sinodal de 1663, la festividad de la Santa Faz siguió celebrándose durante décadas el 17 de marzo, concretamente hasta que en 1752, el obispo Gómez de Terán decidió hacer efectivo el mandato del sínodo de 1663.
Pero, vayamos por partes y dirijamos nuestra atención, en primer lugar, a lo ordenado por el III sínodo de Orihuela, inaugurado en dicha ciudad el 29 de abril de 1663. Un sínodo diocesano era (en aquel entonces) una junta o reunión a la que concurría el clero de una diócesis, y en la que bajo la presidencia del obispo -que era quien también lo convocaba- se trataban asuntos eclesiásticos concernientes al gobierno de la diócesis. Las disposiciones adoptadas en el seno de dicha asamblea eran las Constituciones Sinodales. En el capítulo XIII de las correspondientes al sínodo de 1663, consta una que lleva por título o rúbrica “Transfierese la Fiesta de la Verónica de Alicante”. Recordemos que, durante siglos, a la Santa Faz se la denominó Santa Verónica o Verónica.
De la lectura de dicha disposición, se deduce el motivo por el que se ordenó transferir la celebración del día de la Santa Faz: “Para evitar los pecados, que en la Ciudad de Alicante y su huerta se cometen el día de la Santa Verónica, que se celebra a diez y siete días de Marzo, quebrantando muchos el ayuno (por venir siempre en Quaresma)”. Así pues, la festividad de la Santa Faz se celebraba, ya en el siglo XVII, con tanto júbilo y alegría, que suponía un quebrantamiento del rigor y austeridad que caracterizan al tiempo de Cuaresma. Esto, lógicamente, no era bien visto por el obispo. A ello, se añadía esta otra razón: el día de Santa Verónica en las iglesias de la ciudad de Alicante no se podían celebrar “los Oficios Divinos con la debida solemnidad, por ir en procesión al Convento, donde está la Santa Reliquia”. Por decirlo mediante una expresión llana: en Alicante, ese día, no quedaba ni un alma y, en consecuencia, los fieles no acudían a las iglesias a las celebraciones cuaresmales. Para evitar tal circunstancia, el sínodo dispuso lo siguiente: “ordenamos, estatuimos, y mandamos, que en adelante no se celebre dicha festividad en diez y siete de Marzo, sino que se transfiera para el Jueves inmediato después de la Dominica in albis”. Dominica in albis es una de las denominaciones que recibe el segundo Domingo de Pascua.
Pese al tono imperativo de dicha disposición, su contenido no se cumplió. Cutillas Bernal lo explicó así: “El Sínodo había dictado unas normas y la Ciudad, como fundadora del Monasterio no las había acatado”. Sin embargo, 89 años después, en 1752, la presencia en la sede de Orihuela de Gómez de Terán, un obispo con gran personalidad, rigorista y celoso de sus prerrogativas, iba a cambiar las cosas. El prelado sabía que el cambio de fecha decretado por el sínodo de 1663 debía haberse llevado a la práctica por los entonces jurados de la ciudad, lo que estos no hicieron. Eso no debió extrañarle demasiado a Gómez de Terán que, unos años antes, en 1743, había mantenido un durísimo enfrentamiento con los regidores alicantinos, con ocasión de cambiar de hora la celebración de la procesión del Corpus, de la tarde a la mañana y negarse aquellos a cumplir lo ordenado por el obispo, respondiendo este con la excomunión de los regidores.
Así las cosas y dado que en 1752 el 17 de marzo caía pocos días antes de la Semana Santa, Gómez de Terán aprovechó para ejecutar lo ordenado por el III sínodo diocesano. ¿Qué se pensaban estos alicantinos? ¡Ya estaba bien de tanta permisividad! Y efectivamente, mediante un decreto ordenó que, a partir de ese año, la festividad de la Santa Faz se celebraría según lo establecido en 1663: el segundo jueves después de Pascua. Respecto a la reacción de los regidores alicantinos ante este golpe de autoridad del obispo, en relación con la fiesta más querida por la ciudad, Cutillas Bernal escribió: “No debió gustar a la Ciudad la nueva intromisión del obispo en un tema que siempre habían manejado los regidores, pero el ambiente en 1752, no les dejaba otra opción más que acatar la nueva disposición, obedeciendo sin discusiones las disposiciones de Gómez de Terán”.
Y, efectivamente, así sería. En 1752, la Santa Faz pasó a celebrarse en la fecha decretada por el sínodo de 1663, que ese año recayó en el jueves 13 de abril. Así lo acredita el acta capitular de 8 de abril, en la que consta que habiéndose “trasladado la festividad de la Santísima Faz, con Decreto del señor Obispo de esta Diócesis…” y estando próxima su celebración, el Cabildo municipal se afanó en adoptar los acuerdos necesarios para dejar en el mejor estado posible los caminos por los que debía transitar “la procesión peregrina que sale de esta Colegial asistida de ambos Cavildos y Comunidades y termina al Monasterio”. No convenía volver a irritar a su ilustrísima.
La Santa Faz es, además de una reliquia sagrada, algo muy querido y popular para la ciudad de Alicante. Un símbolo en el que confluyen muchas sensibilidades y también intereses. No es de extrañar por ello que, a lo largo de la historia, quienes han escrito sobre la preciada reliquia lo hayan hecho desde diferentes prismas y adoptando posturas de todo tipo. Desde el punto de vista del rigor histórico, quien firma este artículo defiende la obra del doctor Cutillas Bernal, por encima de la del resto de autores que han escrito sobre la Santa Faz. Su obra está escrita con el rigor y la solvencia de un buen historiador, pero también desde el prisma de una persona que amó Alicante. Por eso, al evocar su memoria, reivindicamos también su obra y recomendamos su lectura a todas las personas que quieran conocer la historia de esta reliquia de honda raigambre popular y social en Alicante y su huerta.
¡Faz Divina! ¡Misericordia!