ALICANTE. Antonia Rostoll es benidormense y una enamorada del arte que decidió fundar en su ciudad, en 1968, con tan solo 16 años, su propio negocio de venta de antigüedades y piezas cerámicas. Delfos-art era un intento de vivir de su pasión por la belleza de las cosas que ha resistido a lo largo de los años. Un proyecto que en aquel entonces estuvo motivado por sus ratos e intensas tardes en el estudio del pintor y profesor de bellas artes Manolo Gimeno Granell.
A pesar de su juventud, Antonia arrancó y en su pequeña tienda ofrecía, entre tesoros vintage, algunas piezas de Alcora, Benlloch o Pablo Sanguino. Pero los sistemas transfer y la industrialización de la cerámica le llevaron a enfocar el negocio hacia la pintura en la década de los ochenta. Y así hasta ahora que el establecimiento acaba de cumplir cincuenta años al servicio de los enamorados de la pintura, además de los visitantes que, al margen del turismo de sol y playa, deciden entregarse a las delicias que allí se muestran.
"Una galería siempre tiene un factor altruista y más en Benidorm", afirma Rocco Rodríguez, hijo de Antonia. "Realmente, si no sientes esa pasión por el arte, no te metes en esa locura", confirma. Sin embargo, asegura que poco a poco se ha conseguido hacer un hueco en el corazón de la ciudad, en una zona de mucho tránsito como es el casco antiguo, en la calle Santa Faz, y el tiempo les ha dado la razón. "Aunque sea ir a contracorriente, una galería de arte en Benidorm también tiene su fundamento", explica.
Esa vocación les ha llevado a abrir un nuevo espacio como es El oráculo de Delfos, una extensión de la tienda donde hora se centra la actividad de la galería para organizar allí diversas muestras y exposiciones. Un lugar que dirige el propio Rocco, mientras que Antonia continúa en la veterana tienda. Aunque se encuentran muy cerca, una frente a la otra, en la misma calle.
"Hay turismo de todos los lados y nos afecta muy positivamente aunque pueda parecer lo contrario", afirma Rocco. "El turista ruso, noruego u holandés es muy buen comprador de arte", explica. "Superan el prejuicio de Benidorm y se dan cuenta de la calidad de la pintura", añade. Y es que aunque ellos no se comprometen con ningún estilo en concreto, sí lo hacen con la calidad de las obras. "Como una galería comprometida con el viejo negocio de vender arte, el objetivo es tener obra buena de todos los estilos", comenta.
Los inicios de la tienda Delfos-art en el mundo de la pintura se desarrollaron con obra de artistas como Vicente Armiñana, catedrático de la facultad de Murcia y artista cumbre de la pintura paisajística, pero también con Paco Ugeda, uno de los grandes pintores hiperrealistas de principios de finales del siglo XX, Enrique Barcelona, un expresionista con garra, además del ya mencionado Granell, así como muchos otros, de un corte más comercial, procedentes de la escuela de Alcoy, de Alicante y de Valencia.
Pero el invierno es igual para todos. Y a pesar de que era una buena época para la pintura, en invierno bajaba el volumen de ventas, lo que obligó a incorporar la marquetería en la tienda. "En invierno no había público para los cuadros, por lo que fue cuando empecé con los marcos, algo en lo que nos hemos especializado y que nos ha permitido superar las tres crisis que he vivido en este medio siglo", afirma la propia Antonia Rostoll, recordando los momentos más críticos del negocio.
A principios de los noventa sí fue una época dorada para la venta de originales y es entonces cuando se incorporan a la galería otros artistas como Eugenio Mayor, uno de los mejores pastelistas de España y renovador de impresionismo a nivel europeo, Paco Mora o Burguete, retratista del rey Juan Carlos I. Momento que le permitió además invertir en obras de otros artistas como Pastor Calpena y Rafael Sempere, dos de los acuarelistas más reconocidos del siglo XX en la comunidad Valenciana, además de Henry Bargas, escultor fetiche de la época dorada del art deco de París, entre otros muchos.
"Al final te riges por lo que sabes que va a funcionar porque el criterio del galerista, además de admirar la belleza, tiende a intentar subsistir", comenta Rocco. "En muchos casos son artistas que nos gustan desde siempre, pero, en otros casos son artistas que vienen ellos a nosotros para enseñarnos sus piezas", explica. Y es que hay cosas que nunca fallan, como son las marinas hiperrealistas, por ejemplo. Pero además su afianzamiento en el sector les permite hacer en cierto modo de caza talentos. "La gracia está en descubrir cosas fantásticas", confiesa.
En los últimos tiempos han incluido entre sus piezas nuevos estilos de artistas modernos como Ivo Sirako, con procedimientos antiguos pero desde una visión figurativa y de ciencia ficción, además de Graham Maiden, autor de los efectos especiales de Mars Attack y La novia cadáver. Incluso exponen piezas del ilustrador Martín Salvador, uno de los autores míticos de la época dorada del cómic. Nuevos estilos para seguir renovándose y adaptándose a las necesidades de su público. Porque cincuenta años no son nada y ahí quieren permanecer otros tantos.