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SOLO LA CIUDAD DE VALÈNCIA Y el ALT MAESTRAT SUPERAN EN NÚMERO A ESTA COMARCA

Del Vinalopó a Mauthausen: un homenaje a 32 víctimas del campo de concentración nazi

9/06/2021 - 

ELDA. Entre 1940 y 1944, los valencianos que habían luchado en el bando de la República durante la Guerra Civil y que se alistaron después al ejército francés para seguir combatiendo el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial fueron deportados a los campos de concentración alemanes. Allí, la dictadura franquista los olvidó y la maquinaria nazi los sometió a trabajos forzosos. Al menos 32 procedían de la comarca del Vinalopó. Solo 14 de ellos consiguieron salir con vida; los 18 restantes fueron exterminados. Desde entonces, ha transcurrido casi un siglo, pero sus historias han traspasado generaciones.

Por todo ello, como en el resto de la Comunitat Valenciana, la conselleria de Calidad Democrática y el Ayuntamiento de Elda (la capital comarcal) organizaron este martes, 8 de junio, un homenaje a las víctimas de Mauthausen registradas por ahora en el Vinalopó Mitjà. El acto, que se celebró en el Teatro Castelar y está enmarcado en el proyecto de la Generalitat ‘Construint memòria’, contó con la presencia de la consellera de Participación, Transparencia, Cooperación y Calidad Democrática, Rosa Pérez Garijo, los alcaldes y las alcaldesas de los municipios de la comarca y los familiares localizados de algunos de los deportados.

La gala arrancó con los discursos de los representantes políticos y estuvo conducida por el concejal de Patrimonio y Memoria Histórica de Elda, Amado Navalón, quien apuntó que una sociedad como la actual “o es justa o no es democrática”. De ahí, la necesidad de homenajear a “los héroes anónimos” con un “sencillo pero sentido acto”, agregó el edil. Así, 32 placas conmemorativas con 32 nombres y apellidos diferentes fueron entregadas a sus descendientes o a las autoridades de sus respectivos pueblos: la Algueña, Aspe, Elda, el Fondó de les Neus, Monforte del Cid, Monòver, Petrer, el Pinós y Novelda.

De esta última localidad partió José Abad Segura, cuya biografía consiguió reconstruir la nieta de su hermano, Irene Abad, gracias a los documentos y las anécdotas que pudo ir recopilando. Como muchos otros, acabado el conflicto español, este noveldense se marchó a Francia. Luego, fue internado en un campo de concentración, donde sobrevivió durante cinco años por ser “joven, alto, fuerte y albañil, lo que lo convertía —en palabras de Irene— en un trabajador útil”. Fue uno de los pocos “afortunados” que logró salir con vida de aquel infierno, encontrar un amor, formar una familia y morir siendo un anciano, pero, por supuesto, siempre alejado de su país natal. Su libertad no fue, ni mucho menos, como la había imaginado.

Sin embargo, no todos los familiares de quienes sufrieron una situación similar han podido recuperar sus vivencias, por lo que, como recordó el técnico de Memoria Democrática de Elda, Juan Carlos Márquez, “la lista no está cerrada”. Aun así, lo cierto es que el inconformismo de descendientes, asociaciones e investigadores ha permitido reunir cada vez más información e ir conociendo todas las historias. “Seguiremos buscando la verdad como vacuna contra la indiferencia. Así, evitaremos repetir tragedias y conseguiremos la reconciliación”, sentenció Márquez con una conclusión final: “Hoy estamos construyendo memoria”.

Por su parte, el alcalde de Elda, Rubén Alfaro, señaló que, desde diciembre de 2018, una escultura situada enfrente del Mercado Central no solo rememora a las 11 personas de la ciudad que fueron torturadas en aquel campo de concentración, sino que invita a la reflexión y a seguir trabajando por la igualdad. “En demasiadas ocasiones, el ser humano olvida los errores cometidos. Nos encontramos en uno de esos momentos. Por ello, es importante recordar que el odio puede convertir al hombre en su peor enemigo”, apuntó. En esta línea, quiso subrayar la necesidad de seguir reivindicando la justicia: “Hacemos este homenaje para mantener encendida la llama de la memoria democrática y los derechos humanos, y para recordar que, aún hoy, en pleno siglo XXI, muchas personas siguen sufriendo estas situaciones”.

La representante de la Generalitat, Rosa Pérez Garijo, también fue contundente en sus declaraciones: “El régimen nazi fue un sistema basado en la exterminación de sociedades”. Y como consecuencia de ello, con el acto del Vinalopó, son ya más de 150 los azulejos grabados que la conselleria de Calidad Democrática ha entregado a los ayuntamientos en memoria de sus vecinos. “Solo la ciudad de València y el Alt Maestrat superan en número de víctimas a esta comarca”, lamentó. Por este motivo, insistió en que la sociedad actual tiene con ellos una doble deuda: “La del reconocimiento a su sacrificio y la de mantener la lucha que emprendieron”. Con todo, la consellera remarcó que “los homenajes no son ejercicios de nostalgia”. En realidad, aclaró, estos deben servir para “hacer justicia a la memoria de unas personas, pero también para asumir como propias unas biografías que son auténticos ejemplos de vida”.


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