Vienen las vacaciones, una ocasión idónea para poder reflexionar sobre las cosas de la vida entre tintos de verano, chapuzones y siestas. Llega el momento en el que nos ponemos al ralentí y, cuando por fin da comienzo el anhelado descanso, podemos dedicarnos a eso tan hermoso del “dolce far niente”, sin duda un arte que no está al alcance de todos. Muchos se tiran al monte en el período de descanso estival, otros a la playa. El caso es que está todo a reventar de gente.
En Alicante no queda un piso donde meterse, que a este paso vamos a estar en la playa como sardinas en lata, y eso a pesar de las nefastas obras que se le han ocurrido a nuestro querido Ayuntamiento, de manera alevosa, tras las elecciones municipales. ¿Tiene sentido este follón de tráfico, cuando estamos a tope de visitantes? Ya hay quienes están anulando sus reservas para estos días, con el consiguiente perjuicio para comercios y hostelería, y no me extraña, porque pretender cruzar la ciudad en estos días puede resultar un auténtico calvario. Algo así como lo que pasa en Hogueras, pero a lo bestia. ¿No han tenido otro momento para empezar, lo dicen en serio? Me da por pensar que tal vez Barcala no lo haya hecho antes por no cabrear a los votantes y garantizarse la reelección. Así las cosas, mi propósito es salir huyendo en cuanto empiecen los días inhábiles a efectos judiciales, y marcharme a ese sitio querido de la sierra de Gredos de mis ancestros, del que cada vez me da más pena marcharme. Les aconsejo que hagan lo propio, déjense un poco de la millor terreta y vayan adonde puedan, que cambiar de aires y alejarse de este calor sofocante está de maravilla.
Muchos son los que han decidido modificar su calendario vacacional, en vista del sorpresivo anuncio de la próxima cita electoral por parte de Sánchez, que nos dejó a todos anonadados. “¿En pleno verano? ¡Si esto no había sucedido nunca!”, dicen los más antiguos en esto de votar. La gente quiere ir presencialmente a meter su papeleta en la urna, pues hay una desconfianza generalizada en cuanto al voto por correo. Esta desconfianza tiene su origen en varias denuncias de compra de votos, que se fueron produciendo durante las elecciones municipales, y de las que no se ha vuelto a saber nada de nada. Ya saben que la información nos la suministran quienes mandan en este cotarro de los medios de comunicación y las agencias, a su voluntad. El proceso electoral tiene que funcionar a la perfección y garantizar sin fisuras que se cumpla el derecho al voto. Y por tanto es imprescindible blindar la seguridad de la opción del voto por correo, para que cada cual pueda irse de vacaciones si le da la gana y pueda, sin verse obligado a modificar sus planes porque Sánchez haya decidido fijar las elecciones en estas fechas.
Entre las reflexiones más interesantes que se nos pueden suscitar en estos días está la de a quién votar en las Elecciones Generales del próximo 23 de julio. Otra vez lo mismo de lo mismo, dos hombres al frente de los dos principales partidos. A mí esto ya me aburre y confieso mi simpatía por Yolanda Díaz, por el mero hecho de ser mujer, aunque, cuando me da por estos pensamientos, me acuerdo de otras féminas, como Irene Montero o Belarra, y se me pasa. No, el mero hecho de ser mujer no es argumento suficiente, por más que muchas queramos más candidatas, para poder elegir entre ellas y ver si por fin cambia algo en la política patria. Seamos sinceros, muchos votantes lo tenemos crudo en estas Elecciones, nos hemos quedado huérfanos de partidos de centro, el PP y el PSOE son más de lo mismo y los candidatos ídem y… ¡Qué pereza!
La campaña electoral ha empezado girando alrededor de los pactos del PP y Vox tras las municipales y autonómicas, y es obvio que ninguno de los dos mayores partidos va a tener una mayoría absoluta, así que ¿quién nos va a gobernar los próximos cuatro años? ¿Va a haber un cambio político en España? Muchos estamos hartos de la vieja política y creíamos hace unos años que los entonces nuevos partidos -Ciudadanos y Podemos- iban a cambiar el panorama electoral y a aportar frescura. Ya lo vimos, ambos están kaput. Ahora es el momento de saber si el bipartidismo va a regresar por sus fueros, o si ese Podemos blanqueado por Yolanda Díaz en Sumar va a darle a Sánchez la bombona de oxígeno que necesita este auténtico prestidigitador de la política -al que muchos subestimaron en su día-, para otros cuatro años. O si, por el contrario, el discurso de chico bueno de pueblo de Feijóo va a calar en la derecha moderada tradicional y en esos descontentos del PSOE de toda la vida, que tal vez no se atrevan a votarle, pues son más que reacios a los pactos con Vox. A ver qué pasa, ¡se admiten apuestas!