Gonzalo Villar está de moda. El murciano se ha convertido por méritos propios en un jugador a tener en cuenta y en torno al cual puede girar el futuro del fútbol español. La eclosión del canterano franjiverde le ha puesto en el escaparate mundial gracias a la paciencia y a la constancia. No ha sido fácil ser Gonzalo Villar durante los últimos meses. La llamada de la selección española sub-21 ha marcado un antes y un después, como punta de un iceberg, en el que el murciano nunca ha bajado los brazos, gracias a la inestimable ayuda de quien le ha guiado; José Rojo 'Pacheta'.
El centrocampista del Elche CF está recogiendo lo sembrado. No hace mucho, un año concretamente, el murciano tenía que dar un paso atrás en forma de lesión que el tiempo le ha demostrado que ha servido para coger impulso. Un salto hacia la titularidad en el que, la mezcla de casualidades y casualidades, han hecho del canterano un titular necesario para la propuesta que su entrenador traslada de la pizarra al césped cada fin de semana. La confianza del burgalés a la hora modelar a suave golpe de cincel la incipiente personalidad futbolística del murciano, ha permitido que Gonzalo Villar sea lo que es.
Dicen que la paciencia es un árbol de raíces amargas pero frutos dulces. Gonzalo Villar está saboreando el manjar. Preso de su talento, el murciano siempre ha estado cuestionado por el indudable pensamiento de que siempre ha podido dar más, para ponerse a un nivel más propio de lo que se sabe puede dar por las condiciones innatas de su fútbol, que por lo que ofrecía sobre el tapete. La alargada sombra de Javi Flores ha sido un estímulo que, más allá de hacerle perder la confianza, ha forjado una identidad que afloraba en sus botas. El centrocampista tiene madera y el tiempo ha acabado por concederle todo lo trabajado.
Y debe ser precisamente esa paciencia, el antes mencionado cincel con el que Pacheta ha dado forma al actual Gonzalo Villar, el que guíe el camino del murciano; al menos hasta final de temporada. Todo lo que sucede, sucede por una razón y si el fútbol italiano ha tentando al centrocampista franjiverde, bien debe saber el jugador medir los tiempos bajo el espejo de otras operaciones, no muy lejanas en el tiempo y distancia, que le ha tocado vivir. Un ejemplo de prisas, Sory Kaba. La impaciencia juega malas pasadas, más aún si está malaconsejada. Gonzalo Villar debe saber tener la cabeza tan limpia como rodearse de aquellos que le presten consejos alejados del interés.
El murciano tiene un mundo por descubrir y, aunque dicen que los trenes sólo pasan una vez, el futuro del centrocampista será lo que el centrocampista quiera. Ahora o en verano, Gonzalo Villar está llamado a ser un futbolista que si sigue manteniendo su progresión y evolución tendrá mucho que decir pero, para eso debe jugar. Qué mejor que hacerlo en donde ha recuperado las sensaciones que le abrieron las puertas del Valencia CF. Si por algo atendió esa llamada de Chema Monzón, hace más de un año en la capital del Turia, fue para vivir situaciones como la actual. Para volver por sus fueros y saber que el fútbol sí da segundas oportunidades.
Roma, Valencia, Turín o Londres. Da igual el dónde, lo importante es el cómo. Gonzalo Villar tiene todo el tiempo que quiera para entender que, desde el Elche ha conseguido hacerse un nombre en el mundo del fútbol y su decisión debe tomarse desde las bases que le han llevado hasta su privilegiada situación. Se lo ha ganado a pulso y merecidamente por creer. Por fallar y volver a intentarlo. Respaldado siempre por la figura de Pacheta, pero respondiendo en el terreno de juego a aquellos que le pedimos más y que, cada fin de semana, por un jugador que ha sabido ir subiendo peldaño a peldaño la escalera que le lleve hacia su futuro; pasando de ser Gonzalito a ser Don Gonzalo Villar.