ROMA. El 2 de julio de 2016 Italia se rendía en Burdeos ante Alemania en los cuartos de final de la Eurocopa tras la tanda de penaltis. Casi cinco años después, y tras una clasificación fallida al Mundial de Rusia 2018 que obligó a reinventar por completo su movimiento futbolístico, los "azzurri" volvieron a sonreír y a regalarse una alegría en una vitrina internacional, con un contundente 3-0 endosado a Turquía para arrancar su camino en la Eurocopa.
Las lágrimas de Burdeos, en el último partido de la Italia de Antonio Conte, dejaron espacio a las sonrisas vistas en el Olímpico de Roma, donde la selección de Roberto Mancini debutó con una prestación autoritaria, brillante y ofensiva, dando un paso más en su renacimiento.
Un gol en propia meta de Merih Demiral y las dianas de Ciro Immobile y Lorenzo Insigne lanzaron a una Italia que ahora cuenta con una identidad de juego clara, una filosofía ofensiva que no impide mantener una excelente solidez defensiva.
Los "azzurri", que llegaron a esta Eurocopa con una fase de clasificación inmaculada, con diez victorias en diez partidos, encadenaron su noveno triunfo consecutivo, todos sin recibir gol alguno.
Los 16.000 aficionados del Olímpico vieron a una defensa sólida, liderada por dos baluartes del Juventus como Giorgio Chiellini y Leonardo Bonucci, y un portero como Gianluigi Donnarumma, siempre atento en los momentos de necesidad.
"Chiellini y Bonucci te hacen sentir más tranquilo, porque tienen carisma. Leen bien los partidos, el simple hecho de tenerles cerca te ayuda mucho. Yo jugué un año con Chiellini (en el Juventus) y sé cómo trabaja, cuánto está concentrado", aseguraba Leonardo Spinazzola al acabar el encuentro, para explicar las razones de la fortaleza defensiva de su equipo.
Pero esa solidez se debe al trabajo de todo el equipo, que cuenta con centrocampistas dinámicos, liderados por Nicoló Barella y Jorge Frello "Jorginho", y dos extremos que siempre dan su aportación.
Y a nivel ofensivo, Italia es "bella" y se divierte. Cuenta con jugadores técnicos, como Insigne o Berardi, potentes, como Federico Chiesa o Federico Bernardeschi, y con centrocampistas capaces de hacer daño arriba.
Si también el delantero centro, Immobile o Andrea Belotti, consigue aumentar sus registros goleadores con la camiseta "azzurra", Italia puede mirar al futuro con optimismo.
"Somos un equipo que juega bien, mejoramos mucho en estos años. Los partidos no se ganan por casualidad. Hay que jugar con seriedad, con la actitud correcta. Estoy convencido de que podemos seguir mejorando mucho", afirmó un satisfecho Mancini al acabar el partido.
Su trabajo está dando grandes resultados a una selección que, antes de su llegada, estaba hundida en una profunda crisis y falta de ideas.
Mancini, con optimismo y capacidad, ha liderado un cambio generacional y ha armado a una plantilla que ahora sueña con llegar hasta la fase final de esta Eurocopa.
El objetivo fijado por el seleccionador es jugar las semifinales en Wembley, aunque para hacerlo será necesario mantener alto el nivel, a partir del enfrentamiento de este miércoles 16 de junio a Suiza.