VALÈNCIA. Tras la calma del verano de transición, ha sido durante el último mes cuando Vox ha dado más pistas sobre la política cultural que quiere llevar a cabo en la Comunitat Valenciana. La vicepresidencia primera y Conselleria de Cultura y Deporte, liderada por Vicente Barrera, era una de las grandes incógnitas del gobierno del Partido Popular y Vox, pues el partido de Santiago Abascal se presentaba a las elecciones autonómicas sin ninguna medida en este ámbito. La revolución en el sistema de ayudas culturales, con la eliminación de partidas a entidades que el conseller considera que promueven el “pancatalanismo” o la creación de nuevas subvenciones dirigidas a la tauromaquia sentaban las primeras bases. Pero en este mapa es el quién y no tanto el qué lo que está marcando los primeros pasos del gobierno autonómico en materia cultural, un baile de caras en el que conviven tanto los cambios liderados por el actual gobierno como los procesos de relevo heredados, dejando una fotografía con no pocas cuentas pendientes de resolver.
El cambio en el Consorci de Museus (CMCV) y su sede, el Centre del Carme (CCCC), ha sido, sin lugar a dudas, el más polémico hasta la fecha. Hace apenas unos días el Consejo General del CMCV cesaba a su gerente, José Luis Pérez Pont, por “irregularidades y mala praxis”. La decisión se tomaba casi por unanimidad, con los votos a favor de los alcaldes de València, Castelló y Alicante, los presidentes de las tres diputaciones, el conseller de Cultura y la secretaria autonómica del ramo, Paula Añó, que ocupó el lugar de la directora general Pilar Tébar. La única representación no política, el Consell Valencià de Cultura, votaba en contra el cese. La bola de nieve no tardó en crecer. En apenas unas horas se remitían los primeros comunicados censurando la decisión -que hoy suscribe la práctica totalidad de asociaciones culturales- y se convocaba una concentración en la sede del CCCC en la que Pérez Pont acusó al gobierno autonómico de perpetrar un "golpe al modelo de gestión profesional, independiente y en libertad de la cultura", un parlamento en el que no hizo referencia explícita a las acusaciones concretas de Conselleria, que se referían a distintos informes negativos de la Sindicatura de Comptes o Intervención así como a la condena por un delito leve de daños imprudentes en el patrimonio.
Tras la primera ola de críticas, esta misma semana, durante la inauguración de la exposición de Felipe Pantone en el CCCC, fue Añó quien, preguntada por la cuestión, señalaba que quizá desde Conselleria no se había “explicado bien” la motivación de la destitución. “No es un Madrid-Barça, esto es ir con el reglamento, con el arbitro”, justificó ante la que supone la primera gran crisis en materia cultural del la legislatura. Con todo, ahora queda por concretar el futuro del centro cultural, algo que todavía no ha llegado a aterrizar el nuevo gobierno. Preguntado por el proyecto que tiene la conselleria para el CCCC, el conseller Vicente Barrera apuntaba el lunes en una entrevista con este diario que dependería del nuevo director artístico y se mostraba abierto a que cambiara de perfil siempre y cuando la programación fuera "atractiva". El jueves, sin embargo, Paula Añó modificaba el discurso y confirmaba que seguiría siendo un centro contemporáneo. La pregunta de inicio -¿qué es el CCCC?- no puede tardar en resolverse pues, de acuerdo con la propia secretaria autonómica, ya se están redactando las bases para elegir por concurso al director artístico, una figura de nueva creación que compartirá el liderazgo con el nuevo gerente, que también está pendiente de ser designado.
El IVAM eterniza su búsqueda de gerente y la cuenta pendiente del Belles Arts
Por el momento son dos trabajadores del centro, los historiadores del arte Vicente Samper y Lucía González, quienes han asumido de manera temporal las labores de gestión para evitar el bloqueo en la institución, aunque con la orden de no crear nuevos proyectos hasta que lleguen los nuevos líderes del centro. La estructura del organismo, pues, cambiará tras la salida de Pérez Pont, con una dirección bicéfala que separará las tareas administrativas de las artísticas, que hasta ahora asumía una misma persona, una unión de facultades que el nuevo gobierno ha censurado, señalando que era uno de los motivos del “caos” en el Consorci.
Precisamente uno de los modelos que ha servido como ejemplo para crear la estructura del nuevo Consorci de Museus es su museo ‘hermano’, el Institut Valencià d’Art Modern (IVAM), que también cuenta con una gran cuenta pendiente en este baile de quienes. El pasado mes de junio, en plena transición entre el gobierno saliente del Botànic y el entrante de PP-Vox, Cultura optaba por no prorrogar el contrato del entonces gerente del IVAM, Sergi Pérez, y abrir un nuevo proceso de selección para ocupar la plaza, un proceso que en un primer momento no se antojaba complejo. Sin embargo, la realidad ha acabado poniendo más de una piedra en el camino al centro cultural.
Con Pérez fuera del tablero en julio, el proceso daba sus primeros pasos, un camino marcado por algunos retrasos, siendo en septiembre cuando se aprobaba la selección de candidatos que pasaría de fase en el proceso. El documento se quedó solitario hasta que este jueves el Diari Oficial de la Generalitat Valenciana (DOGV) publicaba la siguiente resolución: “La Comisión de Valoración propone declarar desierta la convocatoria efectuada, por no adecuarse el perfil de las candidaturas con las necesidades del puesto”. Cinco meses después, toca volver a la casilla de salida. Esto deja al museo dirigido por Nuria Enguita en una situación compleja a nivel administrativo, pues obliga a la directora artística a asumir de manera accidental la totalidad de labores que la Ley del IVAM prevé estén separadas en gerencia y dirección artística, una situación que ahora se alargará en el tiempo más de lo previsto, en un momento, además, en el que todavía queda por resolver qué va a pasar con el proyecto de subsede presentado hace tres años y sin iniciar.
Entre las plazas heredadas por ocupar en la red de museos valencianos, la Conselleria de Cultura tiene otra cuestión por resolver, la presidencia del patronato del Museu de Belles Arts de València (Mubav). El escritor y periodista Fernando Delgado renunció en junio a la presidencia por motivos personales, una plaza que desde entonces está pendiente de ser cubierta. Preguntados por la cuestión, desde Cultura señalan su intención de resolver de "manera inmediata" la cuestión aunque, si bien, señalan que la norma no deja "claro" cómo se debe ocupar, lo que estaría retrasando la toma de decisión. Precisamente el museo dirigido por Pablo González Tornel tiene sobre la mesa una demanda histórica, la del cambio de modelo de gestión para reforzar su autonomía -hay que tener en cuenta que el un museo de titularidad estatal pero gestión autonómica-, un objetivo que el director ya ha planteado al nuevo equipo. Hace semanas, durante la presentación de una nueva exposición en el museo, la directora general Pilar Tébar admitía que era uno de los objetivos del nuevo equipo de gobierno. Barrera, sin embargo, se mostraba más cauto esta semana: "Es un tema que hay que estudiar con cuidado, no le puedo decir si pensamos que esa reivindicación va a ser positiva o no para el futuro del museo".
Una cultura "blanca" para el IVC
Antes de que se ejecutara el cese de Pérez Pont, aunque provocó menos ruido entre los sectores culturales, ya se había anunciado el cese de los tres directores adjuntos del Institut Valencià de Cultura (IVC), Marga Landete (Música), Roberto García (Artes escénicas) y Francesc Felipe (Audiovisual). La presentación parcial de la programación de la nueva temporada del Teatre Principal de València ya daba pistas de que se avecinaban cambios en el organismo, pues dejaba la mitad del calendario sin desvelar y un mensaje que no dejaba lugar a dudas: “Evidentemente, es probable que haya algunos cambios. No puedo engañar”, afirmaba el director general de Cultura, Sergio Arlandis, a preguntas de los medios convocados. Dicho y hecho. Pocos días después este diario desvelaba la intención de Cultura de cesar a los tres directores adjuntos, no así al director general del IVC, Abel Guarinos, que sí seguirá en su puesto. Sobre la motivación, en este caso, no se era tan explícito como en el caso de Pérez Pont, unos ceses en bloque cuyo proceso de relevo ya está en marcha, tras haber sido aprobadas esta semana a través del Consejo de Dirección del organismo las bases que regirán el nuevo proceso de selección.
Pero, ¿por qué se les cesa? La respuesta la dio Vicente Barrera este lunes en una entrevista concedida a Culturplaza: “Si usted ve la programación del IVC, mucha de ella ha sido politizada durante todos estos años. No creemos que sea justo, lógico ni asumible que con el dinero de todos se haga política y se intente colonizar conciencias. Nosotros creemos que la cultura, cuando además está pagada con dinero público, no tiene que ser un medio político. Y esto es lo que se ha hecho desde estas tres direcciones artísticas o hemos entendido que se ha hecho. Queremos ir hacia una cultura blanca, donde no sea un arma de colonización de conciencias y de adoctrinamiento político”. Preguntado por algún ejemplo de esa programación politizada se limitó a señalar: “No le quiero dar un ejemplo concreto de esto o de aquello, porque ahí está la programación y la puede observar cualquiera”.
Cabe destacar que los ceses de los directores adjuntos llegan cuando todavía quedan años para que finalizara su contrato, plaza a la que accedieron a través de una convocatoria pública y con un proyecto aprobado por el propio Abel Guarinos. Así, Marga Landete y Roberto García accedieron a sus puestos en el año 2017 con un contrato que fue renovado por el Consejo de Dirección del IVC en 2022 por otros cinco años. En ese mismo año accedió a la dirección adjunta Francesc Felipe, también con un contrato por cinco años. No son estas las únicas cuentas pendientes que tiene el IVC por resolver, también está sobre la mesa el nombramiento del delegado del organismo en Castelló, una plaza que en un primer momento iba a ocupar Nuria Felip, nombramiento que se frenó in extremis por "no llegar a un acuerdo" con varios dirigentes de Vox, tal y como comunicó ella misma.