MADRID. La financiación de la lucha contra el cambio climático alcanzó una media de 632.000 millones de dólares en 2019 y 2020, una cantidad impresionante a primera vista. Sin embargo, frente a estas estimaciones aproximadas, la Climate Policy Initiative calcula que, para cumplir con el objetivo de limitar el calentamiento global a 1,5 ˚C, el gasto de capital en proyectos de sostenibilidad debería multiplicarse por cinco o por seis, hasta superar los 4 billones de dólares en 2030. ¿De dónde debería proceder este dinero y cuáles son las prioridades en términos de inversión?
Aún no está claro si los gobiernos lograrán avances reales en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP26), pero sí sabemos que cuentan con el respaldo de un amplio número de empresas, instituciones financieras y grupos de jóvenes que abogan por acciones más decisivas. Con las políticas públicas adecuadas, el sector privado podrá comprometer capital de inversión más rápidamente.
Pese a que la financiación contra el cambio climático ha aumentado y se han anunciado nuevos compromisos, el secretario general de la ONU ha tildado de "ilusión" pensar que estos compromisos serán suficientes. Casi la mitad de la reducción de emisiones necesaria para 2050 depende de tecnologías que aún están en las primeras fases de desarrollo. La iniciativa Mission Innovation reúne a gobiernos, empresas e inversores con el objetivo de comercializar y desplegar tecnologías de última generación.
Pero no basta con limitar las emisiones futuras. El cambio climático ya es una realidad, por lo que hace falta destinar capital a controlar los daños más inmediatos: el año pasado, la financiación para adaptarse a los efectos físicos, como las inundaciones, fue de tan solo 46.000 millones de dólares, una cantidad entre cinco y diez veces inferior a la inversión necesaria en este ámbito.
En lo que se refiere a las fuentes de capital, las empresas cotizadas podrían resultar determinantes. Según estimaciones de Goldman Sachs, un tercio del gasto de capital adicional para iniciativas de sostenibilidad podría proceder de las empresas cotizadas existentes, basándonos en sus balances contables y su exceso de capacidad de reinversión. Aunque esto pueda parecer una carga adicional para las empresas, es posible que sea todo lo contrario.
Partiendo de la base de que muchos proyectos sostenibles generan rentabilidades sobre el capital positivas, creemos que las empresas con un porcentaje elevado o creciente de ingresos, I+D (innovación y desarrollo) y gasto de capital 'verde' podrían superar a sus competidoras en bolsa y beneficiarse de unos costes de financiación más bajos, lo que reduciría su coste de capital. Como ya reveló un estudio publicado por DWS hace unos meses, las empresas centradas en los combustibles fósiles están destruyendo valor para sus accionistas, por lo que no sorprende que muchos estén animando a las empresas a reorientar sus inversiones de capital hacia iniciativas más sostenibles.
¿Y qué hay del rol de los gobiernos ante este reto? Aunque hay que reconocer que no se irán de Glasgow con las manos vacías, como se temía, han dejado pasar una oportunidad para repensar las políticas de estímulo vigentes que, en muchos casos, han contribuido a dañar el medioambiente en vez de favorecer una recuperación más sostenible. En nuestra opinión, la financiación y las políticas públicas deben promover de forma más decidida las inversiones en sostenibilidad de todas las áreas del sector privado.
Equipo de Análisis de DWS