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entre las viñetas de 'plan de huida'

Cuando València resguardó la "otra" Mona Lisa durante la Guerra Civil

4/11/2024 - 

VALÈNCIA. Falsificadores, mafiosos, militares y artistas. Todos estos “personajes” tienen cabida entre las páginas del nuevo cómic de Agustín Ferrer Casas Plan de huida, que publica junto a la editorial valenciana Grafito Editorial el próximo 7 de noviembre. En este viaja a la València del año 1936 para contar una de las tantas historias que pudieron haber sucedido cuando las obras de arte del Museo del Prado de Madrid buscaron el cobijo en València para huir de los bombardeos.

Una historia del momento en el que la ciudad sirvió de refugio para más de 2000 obras de arte, entre las que se encontraban algunas, como el retrato de la duquesa de Alba (pintada por Francisco de Goya), el Gaspar de Guzmán de Diego de Velázquez y otras más desconocidas como una de las copias de la popular Mona Lisa (La Gioconda). Esta última fue realizada por uno de los aprendices del taller de Leonardo da Vinci y es considerada como una de las copias más tempranas conocida hasta la fecha y también como una de las obras con más inestimable valor por la dificultad de replicar su “enigmática sonrisa”.

Entre iglesias, colegios y hasta en las mismísimas Torres de Serranos, las obras fueron catalogadas, restauradas y preservadas del peligro. Centrándose en la historia de un caza tesoros y un investigador, Ferrer elabora un relato basado en un contexto real y con tintes de ficción en el que imagina el desvío de la obra para ser vendida al mejor postor. “Escribo una historia sobre contrapuestos y sobre el arte, imagino a un investigador y un personaje antagonista para ver cómo viajan por València en busca de esa Mona Lisa para localizarla”. 

Para ello, el caza tesoros Borja Tramontana y el investigador Ledesma buscan dar con esta valiosa copia colándose en casales falleros, refugios y bibliotecas. Con motivo de ser fiel al contexto histórico de la obra, Ferrer consulta los archivos digitales de las bibliotecas valencianas -como la Nicolau Primitiu- para luego dibujar a acuarela algunos de los planos de la ciudad, dándole color a una época que tan solo se representa en blanco y negro: “Las imágenes de esta época se muestran todas en blanco y negro, pero yo quiero verter de luz, color y luminosidad esta historia que habla también sobre el arte. Intento ser lo más fiel a las fotografías de la época para tener una buena base y a partir de ahí imagino lo que hacen los personajes”.

A través de la historia real del traslado de las obras de arte, Ferrer sigue a sus protagonistas en un viaje lleno de errores, chascarrillos y mentiras entre ambos que solo llega a percibir el lector. Apoyándose en esta historia real se inventa un escenario ficticio en el que el robo de esta copia ayudará a financiar un plan de huida de las familias de los republicanos por mar.

“Nos basamos en la historia del traslado de las obras para poder contar la realidad de ambos protagonistas, que quieren acceder a la Mona Lisa por diferentes motivos. Me centro más en la historia de los ciudadanos que sufrieron esta parte del relato en primera persona. Intento bajar a tierra para contar una historia a través de la primera persona”, apunta el autor, quien destaca que apuesta por una historia humana a través de la que poder empatizar con los relatos de esta parte de la Historia de España. 


Las onomatopeyas modernas se combinan con el estilo clásico de la acuarela para contar un relato que se transmite de forma cercana y que en sus páginas finales desvela la parte de verdad que hay en esta en el capítulo Extras, en el que explica cómo junto al guionista Josep Busquet dan forma a esta historia sobre patrimonio e historia de una “guerra civil totalmente incivil y desastrosa”. “Contamos la historia de una manera cercana, pero honesta, viendo todo lo que hay detrás y dando cabida a varias visiones. Usamos una parte de realidad y una de ficción para poder sacar a la luz algunos relatos”. 

Entre viñetas, sirviéndose de la Historia y apoyándose en la ficción como recurso, Ferrer consigue replicar los cuadros que se resguardan en València mientras dibuja las calles de la ciudad, los escenarios típicos de esta y también un engaño que se vive por partida doble. Todo ello lo hace en un cómic en el que el objetivo de raptar a la Mona Lisa se convierte en un móvil para este excitante thriller que esquiva los ataques de los enemigos a través del humor, la emocionalidad y tintando la memoria con acuarelas. 

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