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Cuando el ADN se convierte en partitura: así es ‘CRISPR’

22/09/2024 - 

VALÈNCIA. La música es capaz de explicarlo, casi todo, de dar nota sobre los sentimientos mallá de las palabras. Con una simple melodía se puede entender desde la intensidad del primer amor hasta conceptos más abstractos como la muerte. Hay quienes, dando un paso más allá, intentan que las melodías sirvan para traducir conceptos gigantescos, como la historia del editor genético CRISPR, que ahora cuenta con su propia banda sonora. 

Este es el reto del colectivo Bromo, capitaneado por Paloma Peñarrubia y Azael Ferrer, quienes han dedicado más de tres años a investigar esta herramienta genética para trasladarla a su espectáculo CRISPR The Pattern of Life, que podrá verse el próximo lunes 23 de septiembre en València, dentro del programa del festival Ensems, en Les Arts.

El reto es el siguiente: ofrecer una explicación melódica sobre el CRISPR, conocido también como “la tijera genética” dentro del universo científico. Pero, ¿qué significa esta palabra impronunciable? Este acrónimo se refiere en realidad a un sistema de defensa que se encuentra en las bacterias, que cuando se enfrentan a los virus son capaces de reconocer una secuencia invasora del DNA y cortarla para defenderse de esta. 

Esta secuencia genética fue descubierta por primera vez en los noventa por el investigador alicantino Francisco Martínez Mojica, quien la encontró analizando los residuos de la laguna de Santa Pola. Treinta años más tarde las investigadoras Emmanuelle Charpentier y Jennifer A. Doudna descubrieron un método para editar el genoma a través de la herramienta CRISPR/Cas9, las llamadas “tijeras genéticas” con las que se puede cambiar el ADN de animales, plantas y microorganismos de forma precisa y que les valió el Premio Nobel de Química en el año 2020. 

Foto: ELENA DE LA FUENTE

Con motivo de hacer justicia con Mojica, quien nunca recibió su reconocimiento en el Nobel -a pesar de ser el primero en descubrir el sistema- el colectivo Bromo emplea la música, el arte generativo y el espectáculo para hablar sobre esta herramienta capaz de modificar cualquier organismo dentro del ADN: “Queremos visibilizar que este descubrimiento es parte de un español. En el espectáculo hablamos de la tecnología y como revoluciona la genética, para ello combinamos el arte generativo al unísono con la música y con el mensaje que queremos transmitir”.

“Es un espectáculo sobre ingeniería genética que se traduce para el público en una experiencia única e inmersiva”, añade Peñarrubia. Para que esto funcione introducen al espectador en un espectáculo que se guía a través de locuciones y se divide en capítulos en los que hablan de la herramienta, de sus características y de sus posibles aplicaciones.

Foto: ELENA DE LA FUENTE

“Lo hacemos con un carácter innovador y buscando un poco de reflexión a través de la música y las visuales. Queremos que se pueda asimilar el mensaje y que se comprendan estos conceptos científicos que ahora se transforman a un lenguaje universal”, señala Peñarrubia, “son temas que nos trascienden a todos como sociedad y como especie, que son de actualidad y que están revolucionando el mundo que nos rodea. Conforme el público avanza entre los capítulos de CRISPR The Pattern of Life contempla como se “musicalizan secuencias del ADN” y se transforman en partituras legibles. Por ejemplo, desde Bromo dotan de sonido a la bacteria en la que Mojica descubrió estos sistemas.

“Vemos esa secuencia de ADN que se va interpretando y leyendo simultáneamente, vemos como suena y cómo se arquea”. A través de la música elaboran un viaje respecto a la evolución de algunas plantas, hongos… todo ello siguiendo el asesoramiento de dos científicos que le han ayudado en todo momento.

“Las locuciones explican lo que está pasando en la pantalla, son textos escritos por nosotros y revisados por los asesores con los que trabajamos desde hace tres años”. Involucrando a científicos reales, haciendo justicia con Mojica y tendiendo puentes entre la cultura y la ciencia, Bromo sigue la espiral del ADN para trasladar al lenguaje universal de la música un concepto al que seguro que no se le han dedicado tantas canciones como al amor. Un concepto que, aunque a simple vista no lo parezca, forma parte de una ciencia menos compleja que la de los sentimientos. 

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