Leo al detalle la entrevista que le hizo el otro día en este mismo periódico Miquel González al diputado nacional de Cs Juan Ignacio López-Bas. Entrevista densa de un personaje que siempre ha transitado por los senderos de la sensatez y ese concepto tan manido como es el de la centralidad política: los asuntos gordos de Estado necesitan de acuerdos amplios y de consensos; es lo que ha hecho su partido apoyando la reforma laboral: tema aparte es que el elector medio agradezca o no esa actitud en un clima tan polarizado como el que se vive en estos momentos. Polarizado, violento incluso.
"Somos un partido necesario", proclama el diputado oriolano. El problema es que la necesariedad no la tiene que ver él, faltaría más, sino el resto, incluida la pequeña legión de tránsfugas que alberga la formación naranja con exponente máximo en Les Corts: 5, encabezados por Jesús Salmerón, de los 18 iniciales que salieron elegidos en las últimas elecciones autonómicas, superando en uno a Compromís. Teledirigidos casi todos por el senador tránsfuga Emilio Argüeso, que es quien urdió la estampida a mayor gloria del Partido Popular, de Teodoro García Egea, de Carlos Mazón, de Fran Hervías y, sobre todo, de sí mismo. Como Juan Ignacio es un caballero, pongo yo las apostillas (obligación de periodista).
Don López-Bas, sabio, se barrunta que al quinteto de marras el PP no le va a dar salida alguna: "No les va a dar ni la escoba para barrer la sede", afirma con sorna; mucha. Sí que cita expresamente al diputado nacional tránsfuga de Cs en el Congreso Pablo Cambronero, víctima de las maniobras orquestales de don Teodoro, el mismo que este jueves aterriza en Alicante, en los encuentros del diario Información, para disertar sobre "un proyecto de prosperidad en España". Bonito título, incierto desarrollo: todo a expensas de lo que pase hoy domingo, 13 de febrero, en los comicios de Castilla y León.
Hay un asunto especialmente relevante en la entrevista, cuando el oriolano asevera que Cs jamás entraría en un gobierno donde estuviera Vox e ironiza de paso sobre la posibilidad de que los de Santiago Abascal pudieran entrar en el gobierno de la citada autonomía cuando ni siquiera creen en el Estado de las Autonomías [sic]. No pretendo ser agorero ni agua-fiestas, menos aún con una persona que tiene la cabeza bastante bien amueblada, cosa rara en política. Pero Cs explosionó en el panorama nacional hace siete años con tres o cuatro ideas claves, y una de ellas era la supresión de las diputaciones como chiringuitos obsoletos, decimonónicos, fuentes de colocación de todo tipo y color, de nepotismo, y de duplicidades con otras administraciones.
No veo yo que hayan trabajado por aminorar el peso de las diputaciones, más bien todo lo contrario; en el caso de Alicante haciendo piña con Carlos Mazón (candidato del PP a la Generalitat) para que, con el pretexto de los fondos de cooperación, y otros, la diputación sea un contra-poder a la Generalitat presidida por Ximo Puig (PSOE). Donde dije digo, digo Diego. Siempre ha sido un poco así. Nos podemos remontar a los sonoros enfrentamientos de Antonio Fernández Valenzuela con su camarada Joan Lerma. O a Ripoll contra Camps, también camaradas.
Tampoco veo que en el Ayuntamiento de Alicante Cs haya peleado por el presupuesto de parte de las áreas que gestiona: Igualdad, Inmigración, Cooperación, LGTBI. Han asumido con absoluta naturalidad, sin despeinarse, las rebajas exigidas por Vox en estas materias que tildan de ideológicas (¿y qué no es ideología?) para que los dos ediles ultras no entorpezcan la aprobación de los Presupuestos Municipales. Vox no está del todo en el equipo de Gobierno de Luis Barcala: está un poquito nada más. Y es que hay muchas formas de estar.
El contexto no le acompaña, desgraciadamente, a López-Bas. La entrevista en Alicante Plaza ha coincidido con el monumental lío de interpretaciones mediáticas sobre la abrupta salida de Albert Rivera, y de José Manuel Villegas, del bufete Martínez-Echevarría. Un sector de la opinión lo ha interpretado como que Rivera había pedido el oro y el moro y a la hora de la verdad no ha cubierto expectativas de negocio. He leído hasta el calificativo de vago.
Un jarro de agua fría, a punto de congelación, para quien abandonó la política tras el monumental fiasco de las elecciones de noviembre de 2019, cuando Cs perdió 47 escaños. Se refugió en el citado gabinete de juristas pero, ojo, para seguir siendo un influencer, en la sombra....a favor del PP de Pablo Casado. Y dejando colocado al todopoderoso Fran Hervías en la sede de Génova para transferir conocimiento y, sobre todo, fontanería turbia (los tránsfugas, la moción de Murcia...).
No sé si remontará el índice reputacional de Rivera, a quien el PP le había encomendado trabajos jurídicos de envergadura (recurso contra la ley catalana del alquiler, otro contra la Ley de Educación). Lo que sí parece obvio es que en estos momentos don Rivera figura como un Ángel Caído, y con él, por extensión, el electo club de los que fueran sus lugartenientes, ya citados en estas líneas. Más razón tiene aún Juan Ignacio cuando proclama que a los tránsfugas no les van a ofertar ni un puesto de limpiadores en las sedes del PP.
CODA: Ajuste de cuentas de Esther Ferida , ex asesora de Miguel Ámgel Pavón, contra los dos concejales de Unidas/Podemos en el Ayuntamiento de Alicante: Xavi López y Vanessa Romero, la del aire acondicionado sexista. Intenso artículo en El Español en el que Teri, en compañía de Ignacio González (de Izquierda Unida ambos) reivindican a Pavón como el azote contra la corrupción en la era Castedo, denuncian su olvido por los intereses mezquinos de la izquierda, y tildan casi de medio lelos a los actuales ediles en asuntos claves como el del Cine Ideal. Pavón transmutado en San Miguel Ángel Pavón. Dinamita pa los pollos.