ALICANTE. La cascada de movimientos políticos desencadenados tras la moción de censura registrada en la comunidad autónoma de Murcia ha forzado al grupo municipal de Ciudadanos (Cs) en el Ayuntamiento de Alicante ha reafirmar la continuidad de su pacto de gobierno con el PP al frente de la segunda ciudad de la Comunitat en tamaño demográfico. La portavoz del grupo municipal de Cs y vicealcaldesa, Mari Carmen Sánchez, ha descartado este miércoles, a través de un comunicado, que los cinco concejales de su formación puedan presentar una moción de censura para promover un cambio de alcalde en sustitución del popular Luis Barcala.
La vicealcaldesa, "en sintonía con su homóloga en Madrid, Begoña Villacís, y otros dirigentes del partido" ha manifestado su "apuesta por la solidez del pacto" que mantiene el bipartito para asegurar que "esto no es lo que necesitan los ciudadanos que están reclamando estabilidad desde hace tiempo y es justo lo que estamos ofreciendo. No hay motivos para estar pensando en mociones de censura. La sintonía que existe en el equipo de gobierno es sólida, es buena y lo que necesitamos, más que nunca, es seguir trabajando para los alicantinos e intentar salir de esta crisis que vivimos".
Sánchez ha insistido, así, en su apuesta por la solidez del pacto de gobierno que se firmó tras las elecciones de 2019. "Sigue siendo el mismo: trabajar por y para los alicantinos, no hay motivos para llevar adelante una ruptura", ha señalado. En este sentido, ha añadido que "no creo que sea el momento más adecuado para pensar en mociones de censura porque no es lo que lo necesitan los alicantinos". En este sentido, el comunicado incide en que el grupo municipal defiende la "salud inquebrantable del pacto de gobierno que está más fuerte que nunca".
PP y Cs alcanzaron un acuerdo de gobernabilidad en la capital de la provincia tras las municipales de 2019, en las que los populares se convirtieron en la fuerza política más votada y ganaron un concejal más (de 8 pasaron a 9). Cs, por su parte, perdió un representante y se quedó con 5 de los 6 ediles obtenidos en los comicios de 2015, cuando quedó en la oposición tras la formación de un tripartito conformado por PSOE, Guanyar y Compromís. Por su parte, en la cita electoral de hace dos años, el PSOE logró 9 representantes (tres más de los obtenidos en 2015), Unides Podem otros dos (Guanyar, la confluencia precedente apoyada por Podemos había obtenido 6 en 2015) y Compromís se quedó en dos (uno menos). Por último, Vox entró por primera vez a la corporación municipal con otros dos concejales.
Ni las fricciones internas en el seno del bipartito, ni los acercamientos entre Cs y PSOE han propiciado una crisis capaz de desencadenar un cambio de signo político en el Ayuntamiento
Desde el inicio del mandato, PP y Cs se han mantenido fieles a ese acuerdo de gobierno con algunos episodios de discrepancia interna, relacionados con la gestión del Teatro Principal (en concreto, con cómo debía comunicarse la propuesta para la elección de un nuevo director); con la confección de sus primeros presupuestos en común (los de 2020); con la presentación de un recurso de apelación contra la sentencia que obliga al Ayuntamiento a acordar una ZAS en las calles del Centro Tradicional; o con iniciativas de contenido político como la declaración institucional relacionada con los cargos públicos que se saltasen el orden establecido por la Conselleria de Sanidad para recibir la vacuna frente la covid-19, por citar algunos ejemplos.
En ese proceso, también se han producido acercamientos entre Cs y PSOE en asuntos como la tramitación y aprobación del catálogo de protecciones, la elaboración del primer Plan LGTBI municipal o el acuerdo para impulsar la retirada de la propuesta de ordenanza de convivencia cívica y la inclusión de determinadas medidas en el presupuesto de 2021. Con todo, ni las fricciones en el seno del bipartito ni los gestos de aproximación con el PSOE se han traducido en una crisis capaz de generar un cambio de color político al frente del Ayuntamiento. Al menos por ahora.