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La historia se repite en una pyme familiar. José Carrillo e Hijos, y sus marcas, Conservas y Congelados. El Miñarro, Ultracongelados Carbonera y Grupo Carrillo Alimentación, creció de manera paralela al negocio turístico y hotelero de la Marina Baixa. Nació en 1996 en Finestrat, de la mano de la familia Carrillo Cerdá e hijos, y se convirtió en un distribuidor de hoteles y restaurantes. Sin embargo, el sueño familiar de los Carrillo Cerdá se ha esfumado y ya tiene sentencia: la crisis del convid disparó sus deudas: en 2023 la firma solicitó el concurso de acreedores voluntario con el fin de buscar una salida financiera, pero la empresa ha ido a la liquidación tras el cese de la actividad. El juez de lo mercantil, en un fallo del pasado 12 de agosto, ha considerado a los responsables de la firma culpables del concurso, lo que ha provocado una condena a dos años de inhabilitación.
La familia de José Carrillo, además de la actividad económica, adquirió notoriedad en la ciudad de Benidorm en los veranos de 2013 y 2014 cuando corrió con todos los gastos del comedor solidario implantado por el ayuntamiento de la ciudad para niños procedentes de hogares sin recursos o que se encuentren en riego de exclusión social.
Pero en menos de 10 años, el futuro de la empresa es otro, totalmente diferente. De acuerdo con el informe concursal, las razones por las que el grupo de empresas Carrillo Cerdá acudió al concurso fueron la crisis del Covid y el aumento de los costos derivados de la guerra de Ucrania, lo que llevó al grupo Carrillo a un acuerdo de refinanciación bancaria "con diversas entidades bancarias, constituyendo para ello diversas garantías e hipotecas".
Así, como ha sucedido a otras empresas del sector, "la subida generalizada de precios a partir de 2022 y el incremento de los suministros tras el inicio de la guerra en Ucrania, provocó una caída del margen comercial que no ha podido repercutirse vía precios, lo que hizo insostenible la situación económica de las empresas y la imposibilidad de atender los pagos de la financiación bancaria, provocando el cierre de líneas de crédito, pólizas, etc., careciendo la sociedad de liquidez para poder hacer frente a la marcha de la empresa", según el administrador.
De forma paralela, las empresas presentaron expedientes de regulación de empleo de todo el personal, alrededor de unos 40 trabajadores, con el fin de evitar el devengo de salario. La empresa cesó la actividad, a excepción del subarriendo de las cámaras frigoríficas de sus naves, con el fin de mantener un mínimo de ingresos para hacer frente a los gastos del concurso.
Conservas y congelados El Miñarro presentó importantes pérdidas en los ejercicios 2022 y 2023, debido principalmente a la reducción de la propia actividad de la explotación de la empresa. De los cuatro millones de euros que el grupo Carrillo logró facturar en 2019, se pasó a los poco más de 700.000 euros de 2023. Atrás quedaban los años en los que la firma superó los 10 millones de facturación, como entre 2011 y 2013. Para aminorar esta situación, según describe el administrador, la empresa enajenó varios bienes -un inmobiliario y otros ya amortizados-, pero su beneficio se endosó a acreedores de otras sociedades del grupo. De manera que el endeudamiento ha ido incrementándose en los últimos años. La sociedad mantiene la mayor parte de su deuda a corto plazo. La deuda a corto plazo en los ejercicios 2019 a 2021 ha representado aproximadamente un 80 % del total de la deuda, mientras que en el ejercicio 2022 y el periodo del 2023 esta representa aproximadamente el 95 % de su deuda total. Todo ello ha llevado a la empresa a registrar un patrimonio negativo, lo que desembocó en la solicitud del concurso de acreedores, en agosto de 2023. Los accionistas mantuvieron el control de la sociedad hasta noviembre de 2023; en noviembre tomó el control la administración concursal y se inició la liquidación de la sociedad.
En el momento de la liquidación, Carrillo e Hijos tenía una masa activa valorada en 2,5 millones de euros, y una deuda de 11,5 millones, de los cuales 8,3 millones están considerados créditos de privilegio especial (créditos hipotecarios), y 3,11 millones como créditos ordinarios (créditos no asociados a ninguna garantía). En resumen, el patrimonio negativo era de más de 9 millones de euros de acuerdo con las cuentas del administrador realizadas a principios de 2024.
Recientemente, el juzgado de lo mercantil número dos de Alicante ha considerado a los responsables de todas las empresas del grupo Carillo como culpables del concurso y les ha impuesto una inhabilitación de dos años para la administración de bienes.
Detrás del grupo Carrillo hay toda una historia, como muchos de los actuales vecinos de Benidorm que fijaron su residencia en la ciudad turística en busca de un futuro mejor. Y una de estas protagonistas es Carmen Cerdá Garrido en 2014, un galardón que nació gracias a la iniciativa del Consejo Vecinal de Benidorm, creado por la Concejalía de Participación Ciudadana en el año 2010, dentro del trabajo del Ayuntamiento por dar más importancia y participación a los vecinos de la ciudad en temas de política municipal.
Carmen Cerdá Garrido nació en Vallada (Valencia) el 13 de diciembre de 1941. A finales de los años 40 su padre se traslada a Benidorm, en busca de trabajo como carbonero; se queda prendado de la ciudad y decide trasladarse con toda su familia. Su padre vendía carbón en Benidorm y La Vila, oficio que con el paso de los años heredó Carmen, quien recorrería las calles de nuestra ciudad vendiendo carbón, de ahí que muchos la conozcan como "Carmen la carbonera". Se casó con José Carrillo Párraga a los veinte años y tuvo cuatro hijos. Los Carrillo Cerdá crearon un imperio empresarial, puntero en su sector y que es conocido y reconocido en toda España y parte de Europa. Carmen y su familia han estado siempre muy vinculados a las Fiestas Mayores Patronales. Desde que su marido José Carrillo falleció en 2010, Carmen se fijó el objetivo de ayudar a los necesitados.