del derecho y del revés / OPINIÓN

Confinamiento

20/03/2020 - 

Llevamos cinco días de confinamiento, una situación en la que creo que nunca habíamos pensado que nos pudiéramos encontrar. De hecho, parece como si estuviéramos viviendo una verdadera película, o bien una pesadilla, y que lo que está ocurriendo no fuera real. Pese a que estábamos advertidos, y a que deberíamos habernos dado cuenta de que el peligro que se cernía sobre nuestras cabezas era muy grave, no hicimos nada al respecto. Fuimos la cigarra del cuento, que cantaba sin aprovisionarse, hasta que decidimos asaltar los supermercados y empezar a causar un desabastecimiento en algunos productos, fruto de nuestra propia compulsión de hacer la compra como bestias. 

Es cierto que ahora de nada sirve llorar por la leche derramada, y que tenemos que estar todos unidos por el bien común del conjunto de la ciudadanía española, pero no puedo evitar decir que nos hemos tomado muy a la ligera la pandemia, a pesar de que se sabía la que se nos venía encima, posiblemente usted y yo no, pero sí el Gobierno, muchos políticos, así como gran parte de los medios de comunicación. Aunque Italia estaba dando muestras de tener un problema gravísimo, nosotros seguíamos a la nuestra, creyéndonos invulnerables y juntándonos a miles, como si tal cosa. Al parecer nos parecía comprensible que el virus hubiera saltado de China a Italia, pero no creíamos que nos fuera a llegar desde nuestro país vecino, como si respetara las fronteras políticas. Los calificativos pónganlos ustedes, yo tengo demasiada imaginación para los juegos de palabras y se me quedaría corto el artículo. 

El precio que vamos a pagar por la imprevisión, negligencia e irresponsabilidad de nuestros gobernantes principalmente, pero no sólo de ellos, es altísimo. En el aquí y ahora no tenemos otra opción que afrontar esta difícil situación de la mejor manera posible y nuestro día a día dependerá, en muy buena medida, de cómo seamos capaces de afrontarlo. Podemos fustigarnos a nosotros mismos y entrar en pánico, o bien mantener la calma para conservar la cabeza fría y no acabar conversando con las plantas. Es difícil, pero no imposible. A mí a este paso me va a faltar tiempo, se lo digo de verdad, porque entre las series, los libros, arreglar los armarios y el ejercicio físico con una monitora de YouTube, casi no me da tiempo a echar la siesta y al final se me hizo tarde, como de costumbre, para mandar esta columna a Alicante Plaza.

Ayer hablé largo y tendido con mi amiga Isabel Prieto, doctora de la Fundación Jiménez Díaz, que es una médica muy brillante. La doctora Prieto me dijo dos cosas importantes, que paso a trasladarles, sobre todo por si les pudieran servir de alguna ayuda. La primera, que lo del confinamiento es un ejercicio de responsabilidad íntima de cada uno consigo mismo, que va mucho más allá de las posibles sanciones que nos puedan imponer. De otra parte, me comentó que la revista científica más prestigiosa del mundo, The New England, Journal of Medicine, está ofreciendo sus contenidos gratuitamente en estos días, para que toda la comunidad científica se pueda beneficiar de los hallazgos, en relación con el coronavirus. 

He podido leer un artículo de anteayer de esta revista, titulado “Covid-19 - La Ley y los límites de la cuarentena”, que terminaba diciendo que una respuesta efectiva al Covid-19 requiere nuevas y más creativas herramientas que la cuarentena, y que debemos imaginar e implementar leyes de salud pública que enfaticen el apoyo, más que las restricciones. Sin embargo, y a pesar de que me parece como teoría interesante este punto de vista, considero que, dado que la situación actual nos ha pillado desprevenidos, no tenemos más remedio que someternos al confinamiento. Es un signo de amor y de caridad hacia los demás. Otras medidas que implicaran más responsabilidad individual podrán llegar en un futuro, en generaciones venideras que hayan recibido formación al respecto.

Por mi parte, y como decía Esperanza Navarro el otro día en un bonito Tweet, abrazada a sus padres, yo también quiero a los míos, así como a otras muchas personas consideradas como incluidas en los grupos de riesgo, y quiero, cuando termine toda esta locura y recuperemos nuestras vidas, poder seguir contando con ellos.

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