Las puñaladas en el seno interno de los partidos son una constante desde que éstos existen. Pero si antes se daban de modo sigiloso, las nuevas tecnologías nos permiten ver el escaparate de los juegos sucios en los que andan los “compañeros del partido”.
Podemos en La Rioja se ha visto obligado a prescindir de las primarias por el lío interno que tienen los candidatos donde algún diputado autonómico ha llevado el acoso laboral al juzgado y la sentencia le reconoce el acecho y la lucha de poder. En Alicante dos concejalas del PSOE no se cortan un pelo y se dicen de todo a través de WhatsApp pero la conversación no quedó en la intimidad. La semana pasada una de ellas publicaba en su Facebook un pantallazo de mensajería donde discutía con otra compañera de grupo municipal y la pobre de Eva Montesinos que quiso poner prudencia y orden al debate fue espetada con un “cállate”.
En Elche, una militante de Ciudadanos tuvo que rectificar y pedir perdón a otro militante de su mismo partido a través de Twitter. La ejecutiva del PSOE de Elche, aunque de forma menos agresiva pero más táctica, también le ha hecho el guante a la medida, al alcaldable Carlos González, que le ha dejado en la candidatura rodeado de militantes afines a Alejandro Soler.
Hace unos días, dos concejales del PP en Rojales se pasaban al grupo de no adscritos por no haber sido designados para las futuras elecciones municipales. El mes pasado un Concejal de Compromís abandonaba el grupo político en el Ayuntamiento de La Vila. En Elche, Ciudadanos se ha roto con el abandono de dos Concejales en una competición por encabezar la candidatura municipal. El panorama es apasionante para quienes nos dedicamos a analizar estas cosas pero decepcionante para los ciudadanos en general.
Se presupone que los militantes deben fidelidad y lealtad a la organización a la que pertenecen de un modo voluntario pero no siempre la cumplen. También desde la esfera de la dirección se ejerce en muchas ocasiones dedazos y manipulaciones sin justificar. Los partidos políticos tienen la obligación constitucional de ser democráticos y la introducción de elecciones primarias en casi todos ellos ha reforzado esa democracia pero no soluciona del todo los conflictos de intereses entre los que mandan y los que vienen obligados a obedecer.
Cada vez hay más doctrina partidaria de una mayor regulación pública de los partidos políticos, por su capacidad para ofertar cargos públicos, para seleccionar candidatos y para formar gobiernos en las instituciones. En este sentido por ejemplo, debería adoptarse algún filtro para el ejercicio de la actividad pública. Hay ciudadanos que participan en la política activa sin tener verdadera vocación pública, sino únicamente como una profesión, que pululan por las instituciones desde siempre, sin que hayan desarrollado previamente una labor profesional. Sin que hayan acreditado una dedicación a fines sociales ni hayan participado en actividades de voluntariado, asociacionismo, ONGs. Su único reclamo para dedicarse a la función pública es la alta remuneración y la consecución de un modo de vida.
Es urgente abordar también una reforma del sistema electoral para introducir la lista no bloqueada. Con ella, se sigue dando protagonismo a los partidos políticos por cuanto no deben ser sustituidos como instrumento de mediación política pero también aumenta el margen de maniobra a los ciudadanos para “poder elegir algo más”. Con esta medida se fomentaría que los partidos políticos cuidaran y mucho los candidatos que presentan en sus listas electorales que no necesariamente significa incluir “fichajes electorales”. En tanto esto no ocurra, mientras que tengamos que “comernos” la lista entera, aunque existan muchas listas de partidos, si eres algo exigente, las opciones de voto se vuelven extremadamente reducidas.