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Cómo ser Kirk Douglas

12/12/2016 - 

Si están convencidos de que no hay nada como un libro como regalo en estas próximas fechas, llenas de excusas para el obsequio, y forman parte de esa corriente de recuperación alicantina del gusto por el buen cine (alicantina, ilicitana, valenciana,…), dense una vuelta por una sección de novedades que va creciendo como un músculo ciclado en los pasillos y las cabeceras de nuestras librerías. No se trata exactamente de libros de cine al uso, tampoco de biografías estándar, sino un híbrido muy de moda, entre el testimonio, la memoria, el homenaje y el libro de groupie. Libros como la edición española de The Tao of Bill Murray. Real-Life Stories of Joy, Enlightment and Party Crashing, de Gavind Edwards, ensalzando el “Bill Murray way of life”, editado por Blackie Books con el título Cómo ser Bill Murray, que coincide en las estanterías con otra novedad a mayor gloria de nuestro reportero de informativos favorito (sobre el best gosthbuster ya hay más controversia), el Yo, Bill Murray, de Marta Jiménez, en Banda à parte. 

Al lado de estas referencias, juntos pero no revueltos, dos regalos que pueden servir de silencioso presente de cumpleaños para uno de los pocos mitos vivientes del Hollywood dorado, el caballero del hoyuelo en la barbilla, el judio ruso errante, Kirk Douglas, nacido Issur Danielovitch Demsky, aunque todavía pasó por una etapa de Isidore Demky antes de adoptar su identidad definitiva. 100 años acaba de celebrar con un sorbito de vodka El loco del pelo rojo, el ballenero Ned Land, el esclavo Espartaco o el coronel Dax de Senderos de Gloria. 

De estas dos últimas, la editorial Capitan Swing presenta Yo soy Espartaco y la novela de Humprey Cobb, homónima del film,  ambientada en la primera guerra mundial y la guerra de trincheras, donde cada palmo de terreno se ganaba con la sangre de cientos de hombres. La historia, basada en acontecimientos reales, narra la ejecución, por insubordinación y cobardía, de cuatro soldados del 181 Regimiento del frente del Ejército Francés. Douglas interpreta con la solidez moral de su propia trayectoria, al oficial defensor en el juicio sumarísimo. 

Pero en ninguna otra figura se ve representado el pensamiento político y ético del actor y productor como en Espartaco. ¿Un esclavo liderando una revuelta por la liberación y a favor de los débiles? Puro perogrullo, aunque el propio Douglas declara en la introducción “No soy un activista político. Cuando en 1959 produje Espartaco estaba intentando hacer la mejor película que fuera capaz de producir, no tratando de realizar una declaración política. Reuní un reparto compuesto por algunos de los mejores actores que jamás habían aparecido en la pantalla”. 

No, de hecho la declaración política no estaba en el argumento, ni en los actores, ni en la producción en sí misma, sino en los créditos, en esas sobreimpresiones que gran parte de los espectadores pasan por alto. En ellos se encontraba, como responsable del guión adaptado, uno de los Diez de Hollywood, el escritor Dalton Trumbo, uno de los represaliados por el senador Joseph McCarthy y su Comité de Actividades Antiestadounidenses.

Hace cinco años que redactó el texto de este libro, buceando entre su memoria y la de sus archivos. “Tengo 95 años. Cuando nací, quien ocupaba la Casa Blanca era Woodrow Wilson. A lo largo de  mi vida he conocido dieciséis presidentes de Estados Unidos, dos guerras mundiales, la Gran Depresión y un puñado de crisis políticas que abarcan desde el escándalo de los sobornos por las explotaciones petroleras de Teapot Dome, pasando por el caso Watergate o el procesamiento de Bill Clinton por haber recibido servicios sexuales en la Casa Blanca. En el momento de redactar estas líneas, Estados Unidos está dividido más profundamente que en cualquier época de mi vida… Lo que me propongo contarles en este libro es cómo fue la producción de la película Espartaco durante otro período de enfrentamiento interno en la historia de nuestra nación. La década de 1950 fueron años de miedo y paranoia. En aquel entonces, el enemigo eran los comunistas. Ahora, el enemigo son los terroristas. Los nombres cambian, pero el miedo permanece.” Larga cita, pero merece la pena para comprobar cómo el pensamiento de Kirk Douglas no ha cambiado tanto en más de medio siglo, si acaso ha madurado.

En 1949, en los inicios de su carrera, bajo la dirección de Joseph Leo Mankiewicz, interpretó un pequeño papel en el film Carta a tres esposas, el maestro de escuela de origen británico George Phipps, trasunto moral del propio Mankiewicz en la trama, enfrentado al pensamiento único promulgado por políticos y dirigentes, que “buscaban sin cesar personas afines a los postulados comunistas escondidos bajo las faldas de Hollywood”, como apunta Christian Aguilera en su biografía del director. Tal vez fuera un papel menor, incluso hay quien duda de lo adecuado del casting, en cuanto a la elección de Douglas para el papel,  pero su composición del carácter es impecable, aporta al personaje un empaque y una elegancia acorde con la ironía del cine de Mankiewicz, y tuvo una enorme influencia en la trayectoria posterior del actor.

Si Bill Murray nos ofrece una hedonista visión de la existencia, Kirk Douglas demuestra que se puede ser un bon vivant comprometido. El Kirk Douglas way of life.

Alicante recupera el cine en versión original en su cartelera comercial, las proyecciones de la Filmoteca ocupan todas las butacas, está previsto ganar salas de exhibición. El siguiente paso podría ser la exhibición de nuevo, para las nuevas generaciones (y también para todas aquellas que las pudieron disfrutar en los años dorados), del cine clásico: Carta a tres esposas, Espartaco, Senderos de Gloria… o Atrapado en el tiempo, de nuevo en pantalla grande.

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