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el sur del sur / OPINIÓN

La ética no tumba a nadie (pero hunde partidos) 

20/02/2022 - 

Nadie imaginaba que las elecciones de Castilla y León iban a dar para tanto, y que iban a levantar tal polvareda. No ya por el resultado, que también, sino por la apertura en canal que el Partido Popular ha protagonizada esta semana, después de airear la guerra fraticida entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso. Tiene mala solución, al menos, para el actual presidente nacional del Partido Popular, porque más allá de espías, delitos, comisiones y ejemplaridades, lo que está quebrada es la confianza entre dos dirigentes, que hasta hace el 4 de mayo de 2021, eran amigos y dirigentes cómplices y leales; y desde entonces, con la amplia victoria de la presidenta madrileña, son rivales, que además han buscado la destrucción el uno del otro. Lo que ha salido esta semana no es ni más ni menos que las podredumbres de meses de guerra sucia, que tienen en en el epicentro, además de los dos protagonistas, a Teodoro García-Egea, y de refilón, al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, cuyos daños colaterales también le han desgastado.

Lo dicho. El conflicto tiene mala solución porque ha polarizado a la militancia y hay una quiebra de confianza entre Ayuso y Casado, y en el fondo, en muchos barones, aunque no lo verbalicen ¿Cómo acabará esto? Mientras no se demuestre hecho ilícito alguno, cosa complicada en una causa de tráfico de influencias, Ayuso tiene todas las de ganar porque tiene a la militancia de su lado y porque los barones ya han identificado el problema, que es García-Egea, y piden su cabeza. Pero por mucho que caiga el diputado murciano, ¿sería restituible la confianza entre Casado y Ayuso, uno de los principales valores electorales del PP? Es evidente que no, lo cual conducirá más pronto que tarde a la convocatoria de un congreso extraordinario, del que debería salir otro liderazgo. ¿O es que Casado y Ayuso van a poder soportar este divorcio público y militante durante mucho tiempo, mientras la ultraderecha se frota la manos, y Sánchez ríe en cada comparecencia pública que hace?.

Por desgracia, la balas éticas no valen, nunca han valido en el PP. Ha sido la presión periodística, ciudadana en el algunos casos, y la judicial, la que ha acabado por relevar a los cargos del PP salpicados por las causas de corrupción. Así que mientras no medie imputación, Ayuso, en los códigos internos (y éticos) del PP, sigue siendo una baronesa que permitió que su hermano facturara por gestionar la compra de mascarillas. ¿Es ejemplar? No, pero en el PP, y ahí reside el grave error de Casado (y de Egea), pensar que por una causa ética o poco ejemplar alguien dimite, y máxime cuando los mismos protagonistas (Casado y Egea) han utilizado fórmulas rastreramente poco éticas de salvar el Gobierno de la Región de Murcia o tumbar la reforma laboral con supuestas compras de voluntades (para después fallar con errores de bulto). 

Ahora, insisto, el partido está dividido, y lo que es peor, con unas expectativas electorales por los suelos. Y esta es la otra derivada de la crisis, y que viene sustanciada con los resultados de Castilla y León. Lo que iba a ser una victoria a lo grande de Fernández Mañueco para gobernar en solitario se ha demostrado que la ola sigue sin alcanzar al PP para que se produzca un cambio de ciclo electoral y que lo verdaderamente preocupante es el ascenso de Vox, hasta el punto de tapona el crecimiento de los primeros. Que el PSOE y Unidas Podemos tampoco están para tirar cohetes, también. Pero lo que evidenciado la crisis del PP,  las urgencias han cambiado de lado en tres días.

En el caso de la Comunitat Valenciana, pues la situación es compleja para Carlos Mazón, más allá de cómo se resuelva el duelo interno y la influencia que en él ejercen tanto Casado como Egea. Es comprometida porque las elecciones del 13F han demostrado que no hay ola del PP, y que ya entonces había que encomendarse a la ola de Vox para que diera la suma. Ahora, Mazón debe encomendarse a que esta crisis se cierre, bien y pronto; pero por lo pronto, si los acontecimientos se precipitan, es posible que pierda su principal escudo, el de Teo. Pero hay más, y es más preocupante, aumenta la distancia entre el núcleo de Casado y los que fueron en su día los originales casadistas. Uno de ellos fue el alcalde de Alicante, Luis Barcala, que comienza a tener discurso propio y pide una "solución rápida", a sabiendas de que el panorama que hay en el PP es insostenible. Pero si uno echa la vista atrás verá que los antiguos casadistas -más allá de los de Elche- hoy pintan poco o están fuera de la política. Oirán poco en público, pero en la trastienda hay mucho ruido. Sólo los que tienen sueldo y su puesto depende de Génova son los que han salido a defender al presidente. El resto es un clamor. Hay distancia, y cuando más se tarde en cerrar, más grande se hará. La ética no tumba a nadie, pero hunde a partidos. Máxime si el demonio está en frente y huele sangre.

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