VALÈNCIA. Uno de los proyectos más ambiciosos del Ministerio de Educación es la modernización e impulso de la Formación Profesional. Un proceso que acumula seis años de duración y que ahora encara su recta final en el plano legislativo. De hecho, esta misma semana se aprobaban en el Consejo de Ministros cuatro decretos que acompañan a una reforma que dio sus primeros pasos en 2018, alcanzando su principal hito en marzo de 2022 con la aprobación de la Ley Orgánica de Ordenación e Integración de la Formación Profesional, fruto de un proceso de participación de dos años.
La secretaria general de Formación Profesional del Ministerio desde 2020 y funcionaria del Cuerpo de Inspectores de Educación, Clara Sanz (Madrid, 1964), conversa con Valencia Plaza para analizar el aterrizaje y particularidades del nuevo modelo, que tiene entre sus principales pilares una mayor colaboración con las empresas, incluidas las pymes, y un incremento del abanico de opciones para la formación que alcance y beneficie no sólo a los jóvenes, sino también a perfiles de diferentes edades.
-Durante años, existía una especie de estigma con la Formación Profesional en comparación con los jóvenes que se dirigían a los estudios universitarios. De hecho, en los videos del ministerio aún se habla de "orgullo de FP"...
-Sí, totalmente. Se decía aquello de "el que vale, vale, y el que no a FP".
-Sin embargo, en el último lustro ha aumentado un 34% los matriculados en Formación Profesional. El curso pasado fueron en torno a un millón y, en este, se sitúan en 1,2 millones. ¿Ha quedado atrás esa etapa de estigma?
-Sí. En España hemos tenido una visión excesivamente academicista. Se pensaba que esa vía universitaria era más prestigiosa y relevante que una vía más profesionalizante. Eso ha empobrecido enormemente al país, dado que precisamente ahora lo que nos faltan son profesionales intermedios y superiores, justo lo que coincide con la FP. En otros países europeos se avanzó más porque, entre otras cuestiones, era un prestigio decir que tu hijo o tu hija hacía Formación Profesional y, en cambio, aquí casi lo ocultábamos.
-¿Y eso es lo que ha cambiado?
-Diría que en estos seis últimos años hemos conseguido con mucho esfuerzo cambiar esa percepción social. Tanto los jóvenes, como las familias, el profesorado, los trabajadores y las empresas han entendido que la FP es una vía del éxito porque ofrece entrada directa al mercado laboral y, además, te permite continuar estudiando hasta donde quieras. Incluso puedes llegar a través de ella a la universidad si es lo que quieres.
-¿Por qué cree que la sociedad ha hecho clic?
-Creo que necesariamente había que hacer un clic porque el mercado laboral ha cambiado y, ante eso, no podíamos seguir haciendo las mismas cosas. Hace unas cuantas generaciones, cuando los jóvenes iban a la universidad, tenían una cierta garantía de estabilidad y éxito en su carrera profesional, pero ahora no ocurre así. Entonces, a veces se continúan haciendo las mismas cosas para un mundo que es completamente distinto y nos hemos encontrado en las últimas generaciones que muchos estudiantes universitarios sufren frustración cuando terminan su carrera.
-Así que la principal razón es la posibilidad de obtener un empleo antes para poder desarrollarse, independizarse y buscar el proyecto vital. Estaba viendo algunos estudios, que se refieren a las condiciones salariales de algunos trabajos procedentes de la Formación Profesional que, posiblemente, ya las quisieran muchos graduados universitarios, además de existir mayor grado de arrepentimiento de estos últimos respecto a los estudios elegidos.
-Claro, al final todos los jóvenes estudian para poder entrar en el mercado laboral. Si una opción les da menos vías y otra muchas más, evidentemente van a optar progresivamente por eso. Es por ello que hemos crecido un 35% en cinco años, que es una barbaridad. Ninguna etapa, ninguna enseñanza ha crecido en esos términos, al revés, o se estabiliza o decrece. También es verdad que la realidad de la formación ha cambiado. O sea, cuando decimos que el mundo de la formación del siglo XXI es distinto al del siglo XX, es así: ya no se buscan formaciones largas, se buscan formaciones cortas y muy adaptadas a lo que está sucediendo en el sector productivo al que te vas a dedicar. Y si, por ejemplo, yo estudio inteligencia artificial ahora, si no me actualizo dentro de tres años, no me va a servir lo que estoy estudiando. Pero eso no solamente pasa con las tecnologías más punteras, sino con cualquier sector en el que te formes, porque las tecnologías, la sostenibilidad y toda la economía verde va a cambiarlo todo. Entonces, necesitamos formaciones cortas, muy vinculadas al mercado laboral para poder entrar y luego seguir creciendo y formándome permanentemente.
-Para ello, entiendo que debe existir una coordinación constante con las empresas y sus necesidades.
-Sí, porque la formación debe ser a veces muy específica, más especializada y ajustada. Entonces, con este nuevo modelo, el diseño incluso de las ofertas de formaciones en FP se hace junto con las empresas punteras de cada sector. Nos indican qué perfiles profesionales se necesitan en el mercado y diseñamos con esas empresas qué formación necesitan los profesionales. Con esto, nos aseguramos que la persona que se está formando pueda tener inmediatamente una salida al mercado laboral. De hecho, en algunos casos, los centros tienen que negociar con las empresas para que no contraten a los estudiantes antes de que acaben su formación.
-Se encuentran en la recta final del proceso legislativo de este proyecto de modernización iniciado hace seis años. ¿Cómo se incentiva a las empresas para que se impliquen más?
-Veo a las empresas absolutamente volcadas con el sistema. La Ley de Formación Profesional, que aprobamos ya en 2022, se debatió, se negoció y se diseñó tan conjuntamente que las empresas y los representantes empresariales y los sindicales también están convencidos del sistema. En el caso concreto de las empresas existe un claro interés común: ellos no crecen si no tienen a buenos profesionales y nosotros queremos formar lo mejor posible. Para esto último se debe contar con las empresas. Así que existe un interés mutuo. Las grandes compañías están absolutamente implicadas y ahora nuestro esfuerzo se centra en la implantación de la formación dual también atrayendo a las pymes. Tenemos el objetivo de que entiendan que la mejor manera de actualizarse es teniendo también a estudiantes formándose dentro de sus empresas, porque van a traer las novedades que se estén produciendo en el sector y porque es la mejor manera de seleccionar al personal adecuado. Porque cuando tú formas a un joven estudiante en tu empresa, está aprendiendo la manera en la que funcionas y vas a tener a alguien operativo desde el primer día.
-Pero entiendo que es más complicado atraer a las pymes desde las instituciones y hacerles entender que les puede convenir.
-Ahí estamos trabajando mucho con las asociaciones sectoriales, con las cámaras de comercio y con todos los organismos que puedan hacerles llegar que el nuevo sistema facilita su implicación, trabajando en apartar procesos burocráticos y dejándoles sólo las ventajas.
-Ahora que habla de burocracia, hemos visto a raíz de los últimos decretos aprobados algunas quejas sindicales respecto a la burocracia y la complejidad legislativa que recae en complicaciones para el profesorado.
-En general, yo creo que el profesorado de FP, que es especialmente dinámico y activo, está satisfecho con el cambio, porque ven que el proyecto es serio y que viene aparejado de una fuerte inversión. Ahora bien, inevitablemente hay quienes piensan, para mí equivocadamente, que la entrada de la empresa en la FP, es decir, la dual, va a suponer una pérdida de poder para el profesorado. Al final, pienso que lo que debemos preguntarnos es si es posible hacer una FP de calidad sin contar con las empresas. La respuesta al 100% es "no". Entiendo que puedan sentirse amenazados o inquietos pensando que las empresas van a entrar en una parte de la formación, pero cuando el sistema se asiente verán que los temores no estaban justificados, porque las horas de formación que los estudiantes van a estar en las empresas no son horas de formación que el profesorado vaya a perder. Y esto lo verán cuando el año que viene se implante el primer curso.
-Esto es porque a partir del próximo año, los estudiantes de FP dual van a comenzar antes las prácticas en las empresas.
-Sí; antes se incorporaban a las empresas en el último trimestre de su formación, pero ahora desde el primer año la idea es compaginar esa docencia con las prácticas laborales o la formación en el centro de trabajo. Cuando hablamos de formación dual no se limita a dar una pasada por el centro y por la empresa, sino de aprender con una alternancia entre el centro y la empresa como si fueran dos aulas. Antes pasaban dos años sin pisar una empresa y ¿qué ocurría? Para empezar nos encontrábamos que en el primer curso había una tasa de abandono importante, porque se proponía una formación más académica sin tanto apego a la empresa, por lo que se perdía la potencialidad de ver cómo se aplica en el momento lo que estás aprendiendo en las aulas. Por lo tanto, hemos establecido que, como mínimo, tanto en primero como en segundo, el estudiante debe tener un periodo en la empresa. Eso sí, se establece esto de una manera flexible de tal manera que luego cada comunidad autónoma e incluso cada centro pueda ajustarlo, porque nosotros no podemos establecer un único modelo para todos: no es lo mismo las prácticas en empresas del sector agrícola que en el sector industrial o aeronáutico, ni tampoco es lo mismo en función de las empresas que cada territorio albergue... por eso tiene que haber flexibilidad; pero tanto en el primer curso como en segundo curso necesariamente los estudiantes tienen que hacer un periodo de formación en la empresa.
-¿Y qué impacto estiman que se puede lograr con este nuevo plan de modernización de la FP?
-Estimamos que el 65% de los perfiles de las empresas terminarán procediendo de FP. Para que se entienda: la estructura de formación de cualquier país desarrollado tiene la forma de un barril.
-¿De un barril?
-Sí, porque una economía desarrollada necesita tener menos personas con poca formación, muchas personas con esa formación intermedia, que es la parte más ancha del barril, y luego menos puestos directivos, que es la parte superior. Esa es la estructura de formación que debe tener cualquier economía y que tienen la mayor parte de las economías de nuestros países vecinos. ¿Cómo es la nuestra? La nuestra tiene forma de diábolo. Precisamente por ese prejuicio y percepción social que hemos tenido durante años nos encontramos con una base enorme de personas con muy poca formación, que tienen difícil entrada en el mercado laboral; luego nos encontramos con la parte más estrecha, que es el músculo de cualquier empresa que son los trabajadores cualificados, donde no tenemos los suficientes y luego está la parte superior más ancha donde hay muchas personas sobrecualificadas que no encuentran entrada en el mercado laboral. El 14% de las desempleados juveniles tiene un título de FP, mientras que el otro 86% posee otra titulación o no tiene ninguna. Esto evidencia que la formación profesional implica ser empleable.
-¿En qué países se han fijado para diseñar esta modernización?
-En años anteriores se había copiado el modelo alemán para la dual y no funcionó, porque en un país con una estructura completamente distinta no tiene por qué funcionar. Así que decidimos hacer un análisis de todos los modelos de formación profesional desde el canadiense hasta el australiano, para identificar cuáles eran los elementos que sí estaban dando buenos resultados y hacer una combinación que se ajustara también con las nuevas prácticas que teníamos en España. De esta manera, y tras un periodo de escucha muy grande, articulamos un modelo de FP que ahora es referente. De hecho, la Comisión Europea nos pone como ejemplo.
-Otra de las novedades que se plantea en este modelo es reforzar la incorporación de trabajadores en activo a la FP o la atracción a personas con edades en peligro de ser parados de larga duración. ¿Cómo se hace esto?
-La FP va más allá del sistema educativo. Ahora la FP es un sistema de formación que acompaña a cualquier persona a lo largo de toda su vida laboral, porque la actualización ya no es una opción, es una obligación, dado que la obsolescencia es cada vez más rápida. Para ello había que hacerla más accesible.
Así, el sistema de formación profesional lo que hace es plantear formaciones desde las más grandes a las más pequeñas. Hacer una escalera de tal manera que desde lo más grande, que puede ser el título de técnico básico, de técnico, de técnico superior o los cursos de especialización que son los másteres profesionales, lo que hacemos es ir fragmentando la formación, haciéndola más pequeña. Se va troceando en lo que llamamos certificados profesionales, acreditaciones de competencia y acreditaciones parciales de competencia hasta lo que llamamos microformaciones de 30 horas, de 50 horas... Pero todas ellas, tanto las grandes como las pequeñas, son acreditables y acumulables, de tal manera que cada uno puede ir decidiendo en que escalón quiere incorporarse a la formación en función de sus circunstancias, responsabilidades o necesidades. Así que yo puedo optar a hacer una formación completa de grado C, por ejemplo, que es el intermedio, o puedo hacerla por adición de muchas pequeñas microformaciones que voy sumando. Y cada persona podrá ir construyendo su itinerario de formación hasta donde quiera, incluso llegar a un máster profesional y saltar a la universidad si quiere. Por ejemplo, si alguien está trabajando pero para su puesto necesita una formación específica sobre algo, no puede parar dos años para dedicarse a ello y, sin embargo, sí puede realizar una microformación que le ayude a mantener su empleo y actualizarse.
-Una formación a la carta, en definitiva.
-Sí, una formación a la carta. No podemos ofrecer una formación cerrada por completo a cualquier persona, porque cada uno necesitará algo distinto según sus circunstancias. Como hablábamos antes, ¿por qué crece tanto la formación profesional? Porque precisamente responde a las necesidades de cada labor, da igual que seas una persona de 45 años trabajadora, que estés en el paro y que necesites formarte o que tengas un puesto de trabajo pero en el que van a cambiar las tareas y tienes que adaptarte, o prepararte para otro sector.
-¿Y este abanico de formación procedente del troceo del que hablaba cuando va a activarse completamente?
-Se va a desplegar a lo largo de este año. A las microformaciones las denominamos grados A, y progresivamente está el grado B, que surge de la fragmentación de otras existentes como las C, D y E, que son los másters que sí están en marcha. Todo ello va a dar lugar a un catálogo de en torno a nueve mil ofertas formativas, desde las más grandes a las más pequeñas.
-Esas microformaciones entiendo que están enfocadas a personas quizá de una cierta edad que se han quedado por así decirlo un poco fuera de juego dentro del mercado laboral.
-Aunque esté destinado a todos, parece evidente que un joven de 17 años no debe hacer un grado A (microformación), sino que tendría que apostar por una formación más amplia para tener un espectro mayor de posibilidades. Sin embargo, quizá una persona de 50 años con una trayectoria profesional no necesite hacer una formación de dos mil horas, sino algo más reducido y concreto. Por tanto, los grados A, B e incluso C, son los que parecen más adecuados para estos perfiles más mayores. Sobre esto, antes hablábamos del ascenso del 35% de estudiantes de FP, pero en los dos últimos años hemos duplicado el número de personas ocupadas o desempleadas que participan en la formación profesional. Y ahí existe lo que llamamos el talento senior, que creo que en nuestro país despilfarramos. Hay personas que a partir de los 50 o 55 años salen del mercado laboral y tienen muy complicado volver a entrar y, sin embargo, tienen cualificación para trabajar. Además, disponen de habilidades denominadas 'blandas' como el trabajo en el equipo, la flexibilidad... porque son personas que llevan toda la vida trabajando y, probablemente, lo que necesitan es una reorientación. Ahí existe un elemento más del sistema de formación profesional que es precisamente la orientación profesional.
-En los últimos cuatro años, desde el ministerio se han invertido más de 4.000 millones de euros en el proceso de modernización de la FP, ¿están satisfechos con el nivel de aplicación de las autonomías?
-Es cierto que la implantación es competencia autonómica pero, tal y como estaba diseñado este plan, los gobiernos regionales podían optar entre asumir o no asumir la financiación. La inversión ha sido enorme, la más alta que ha habido en España para la FP y con carácter finalista. Hemos financiado 320.000 plazas hasta ahora y la previsión es llegar a 120.000 más. Es decir, nosotros hemos transferido los fondos a las comunidades autónomas para que estas crearan las plazas en centros públicos, y así lo han hecho porque, de lo contrario, deben devolver inevitablemente los fondos.
-Con el cambio de signo político en muchos gobiernos autonómicos que se produjo en 2023, ¿ha variado el diálogo entre gobierno y CCAA?
-En este 2024 también vamos a repartir fondos y cada autonomía debe decidir si los quiere o no, aunque entiendo que es difícil de explicar que una administración rechace inversión para mejorar el sistema de formación profesional. En el caso valenciano, desde 2020 hemos financiado con más de 500 millones de euros extraordinarios para formar a personas trabajadoras, a profesorado, para crear más de 42.000 plazas, buena parte de ellas bilingües, también para crear más de 200 Aulas Tecnológicas (ATECAS), que permite trabajar con simuladores con realidad virtual, más de 200 aulas de emprendimiento, para acreditar profesionalmente a 300.000 personas... Toda una serie de actuaciones que nosotros llamamos programas de cooperación territorial que hacemos junto a las comunidades autónomas. Hasta ahora, todas han aceptado siempre esta financiación, pero en 2024 es cierto que hay regiones que no van a estar interesadas en estos fondos.
-¿La Comunitat Valenciana no va a estar interesada?
-No lo sé. Deberéis preguntárselo a ellos. En este periodo de cambio lo que hemos conseguido con la formación profesional ha sido mantenerla al margen de la disputa política, y eso es lo que ha permitido que el sistema de formación profesional nazca con ese consenso y llegue hasta donde está llegando. Evidentemente, con independencia del color político de las comunidades autónomas, siempre ha habido un entendimiento. Así que desde el ministerio lo que vamos a hacer es trabajar con todas las comunidades autónomas que quieran trabajar con nosotros. Si luego hay comunidades autónomas que no ponen por delante los intereses de sus ciudadanos y renuncian a fondos para crear nuevas plazas, será una decisión que corresponda a cada gobierno autonómico.